Hola a todos.
Hoy tocaremos un ilustrador que nos va a exigir un poco más de extensión de la habitual.
HERGÉ / George Prosper Remi (1907 – 1983).
Ilustrador Belga.
“Mi único rival en el plan internacional es Tintín”. Charles de Gaulle (1890-1970), Presidente de la República Francesa.
El apodo “Hergé” proviene de la pronunciación en francés de las iniciales invertidas de su nombre: Remi George.
Sus obras más destacadas:
– Totor, Jefe de patrulla de los Abejorros (aventuras de un joven Boy Scout – 1926-1930).
– Tintín y Milú (24+1 álbumes. 1929-1976).
– Las aventuras de Jo, Zette y Jocko (4+1 álbumes. 1936-1937).
– Quique y Flupi (12 álbumes por ed. Casterman – 1930-1939).
Su personaje de mayor éxito, Tintín, ha sido llevado en repetidas ocasiones al cine, los dibujos animados e, incluso, al teatro. Siendo la primera película de Tintín El misterio del Toisón de oro de 1961 y la primera película de animación El templo del Sol de 1969. Actualmente el famoso director norteamericano, Steven Spielberg, está inmerso en una trilogía de la que sólo se ha estrenado la primera película que era una adaptación del álbum El secreto del Unicornio y algunos pasajes de El cangrejo de las pinzas de oro.
Aunque Tintín, ya desde su primera aparición, es una serie de extraordinario existo y gran aceptación popular, habiendo llegado a tener legiones de seguidores incondicionales y dando lugar a la conocida Tintinmanía (o fiebre desmedida e irracional por todo aquello que tenga que ver con el coleccionismo de productos de Tintín: tebeos, películas, postales, juegos, sellos o todo tipo de merchandising imaginable) y que la información sobre Hergé y Tintín que podemos encontrar en la red es muy extensa e, incluso, casi inabarcable (porque todo tintinólogo que se precie tiene siempre algo que decir), he de reconocer, para ser sincero y por razones que más tarde explicaré, que nunca ha sido uno de mis personajes favoritos de los tebeos. Pero, claro está, un ilustrador como el presente, que lleva vendidos más de 200 millones de álbumes en todo el mundo y está traducido a unos 60 idiomas, no podía falta en el Scriptorium y por este motivo intentaré presentarlo de la manera más precisa y resumida que sea capaz. Pero, como ya he dicho y porque este duende no sabe resumir tanto, me llevará unos párrafos más de lo habitual.
La vida de Hergé, y en consecuencia la de Tintín, se podría dividir en 5 periodos y yo me ceñiré a ellos para resumir el periplo de este ilustrador.
1/ Infancia y primero pasos (1907-1928).
Hergé fue educado en un colegio religioso, Saint Boniface, lo que marcaría de forma consecuente su ideología católica y conservadora para todo su vida. Aunque era un alumno destacado todavía no destacaba en su faceta de ilustrador en esta primera infancia. Este muchacho, inteligente e inquieto, pronto se afilió al movimiento Boy Scouts belga (no religioso) pero muy pronto se pasó a la Federación de Boy Scouts Católicos, y esto sí que fue determinante para su futuro como ilustrador. En su adolescencia empezó a desarrollar su afición a las historietas y el dibujo, comenzando a publicar sus primeras historietas en la revista de los Boy Scouts Católicos en los primeros años 20 y, casi de inmediato, empezó a firmar sus dibujos con el apodo que ya no le abandonaría: Hergé. De esta primera época será su primera historieta: las aventuras de un joven Boy Scouts que ya nos anticipaba al futuro Tintín: Totor, Jefe de patrulla de los abejorros. Siguió publicando en la revista de los Boy Scouts estas aventuras hasta el año 1930. En 1925, Hergé ingresa como colaborador en el periódico católico, ultra conservador y nacionalista Le Vingtième Siècle y esto ya sería definitivo para el nacimiento del personaje de Tintín. En 1926, nuestro ilustrador cumplió su servicio militar llegando al grado de sargento y dedicando todos esos tiempos muertos de la mili a dibujar y perfeccionar su estilo de líneas claras.
2/ Le Petit Vingtième (1929-1939).
Norbert Wallez (1882-1952), sacerdote, reaccionario, conservador, anticomunista declarado y, según muchos, con claros matices fascistas en su marcada personalidad, era el director de periódico Le Vingtième Siècle en 1927 cuando Hergé terminó su servicio militar. Wallez muy pronto congenió con el joven ilustrador de la revista de los Boy Scouts Católicos y reciente colaborador en Le Vingtième Siècle, y como consecuencia le otorgo su confianza dándole mayores responsabilidades y protagonismo como fotógrafo e ilustrador dentro del periódico. De esta forma era inevitable que, en 1928, cuando se pensó en editar una revista juvenil como suplemento semanal al periódico, ya apareciera Hergé como su director responsable. El 1 de Noviembre de 1928 aparece el primer número de la revista Le Petit Vingtième que sería el vehículo para el nacimiento de Tintín y su inicial desarrollo en los siguientes diez años.
No cabe ninguna duda que la influencia anticomunista del abate Wallez fue determinante a la hora de redactar la primera historieta del joven reportero Tintín y su mascota, el pequeño Fox Terrier, Milú, contra el comunismo y los terribles bolcheviques: 1/ Tintín en el país de los Soviets (1929). La primera historieta de Tintín aparece el 10 de Enero de 1929. Serán dos páginas completas cada semana, en un estilo de líneas limpias y en blanco y negro (siendo este álbum el único de la serie que nunca se ha coloreado), todavía con claros trazos de un rudimentario novato y gag sencillos e incipientes, con claras influencias del norteamericano George McManus (ilustrador de la serie Educando a Papá).
De esta primera época profesional son los siguientes 7 álbumes de Tintín que fueron apareciendo en la revista semanal católica: 2/ Tintín en el Congo (1930); 3/ Tintín en América (1931), en este número aparece por primera vez pero de forma testimonial el villano más significativo de la serie: Rastapopoulos; 4/ Los cigarros del Faraón (1932), este fue el primer álbum completo editado en 1934 por la editorial que sería fija en las futuras publicaciones de tomos: Casterman. También en esta aventura aparecen por primera vez los detectives Hernández y Fernández; 5/ El Loto Azul (1934), con la colaboración de su entrañable amigo de origen chino Zhang Chongren, alter ego de Tchang Tchong-Yen, personaje que aparece en esta aventura y en la posterior de Tintín en el Tibet, y con el que tendría un emotivo reencuentro muchos años después, en 1981. Este ilustrador chino colaboró y supervisó todo el apartado de caligrafías chinas que aparecen en el álbum y en general toda la decoración oriental, pues, se podría afirmar, que es a partir de este álbum cuando Hergé empieza a preocuparse seriamente de la documentación y preparación previa de sus historias; 6/ La oreja rota (1935), con este álbum e inicia la brillante etapa de argumentos sobre Iberoamérica que tanto le gustaba a Hergé; 7/ La isla negra (1937; y 8/ El Cetro de Ottokar (1938), en este tomo aparece por primera vez el personaje de la cantante Bianca Castafiore.
En 1931, Tintín traspasa por primera la vez las fronteras y llega al semanario católico francés Coeurs Vaillants. Esta revista fue determinante para la aparición de otras de las series de Hergé: Las aventuras de Jo, Zette y Jocko. El padre director de la revista francesa, el abate Courtois, le pidió a Hergé unas nuevas aventuras que reflejarán mejor que Tintín el espíritu de la familia católica y así nació esta serie, pues los hermanos Jo y Zette y su mascota, el mono Jocko, vivían cómodamente con los padres de aquéllos y, al contrario que Tintín, tenía el aspecto de una familia más tradicional, con unos valores y comportamientos muy al gusto del padre Courtois y en general del ideario católico. Pero, qué se la va a hacer, esta serie nunca terminó de convencer a Hergé que se sentía algo incomodo y obligado con ella, por lo que sólo se editaron 4 números, que reflejaban dos aventuras completas, y finalmente, ya un quinto tomo pero por colaboradores. La primera aventura de esta serie era El rayo Secreto, que cubrió los dos primeros tomos, 1/ El Manitoba no contesta y 2/ La Erupción del Karamako. La segunda aventura, también de dos tomos, era El Stratoneff H.22., con los números 3/ El testamento de Mr. Pump y 4/ Destino Nueva York. El último tomo de la serie fue 5/ El valle de las Cobras.
También de esta época son las aventuras de Quique y Flupi (1930), dos pilletes belgas que iban de travesura en travesura y de lio en lio. Más tarde la editorial Casterman llegó a publicar en el formato de álbumes hasta 12 tomos.
En 1932 Hergé se casa con Germaine Kieckiens. Este matrimonio no tuvo hijos.
3/ La ocupación alemana: Le Soir (1939-1944).
En 1939 estalla la II Guerra Mundial y, ese mismo año, Bélgica es ocupada por el rápido avance del ejército alemán nazi. El periódico Le Vingtième Siècle es cerrado de forma inmediata y sustituido por prensa afín a los nazis y controlada por ellos. Así nace el periódico Le Soir, dirigido por un filonazi declarado, Raymond de Becker, que le daría una clara ideología fascista y pro-alemana. En este preciso momento Hergé no tendrá un comportamiento muy “patriótico” que digamos, y por sus decisiones de esta época de ocupación años más tarde se vería obligado a avergonzarse públicamente y a disculparse. Muchos de sus compañeros gráficos y de prensa son silenciados y obligados a apartarse de esta nueva prensa belga, la prensa del Nuevo Orden Nazi, y de esta manera no se veían obligados a colaborar con el fascista invasor que impone sus directrices ideológicas. Pero Hergé, que nunca fue lelo ni corto de entendederas, de forma incomprensible para muchos, prefirió fichar por Le Soir y siguió publicando las aventuras de Tintín sin interrupción y, si cabe, con más empeño y profesionalidad. Como hemos dicho, años más tarde, en 1973, en el trascurso de una entrevista, declaro: “Reconozco que yo también creí que el futuro de Occidente podía depender del Nuevo Orden. Para muchos la democracia se había mostrado decepcionante y el Nuevo Orden traía nuevas esperanzas. A la vista de todo lo que pasó se trataba naturalmente de un gran error haber podido creer en ello… Mi ingenuidad de aquella época rozaba la necedad, podríamos decir que incluso la estupidez”. Aunque se hizo esperar, simple y llanamente, un sincero ejercicio de autocrítica que le ennoblece como persona, pienso.
Esta época de publicaciones en el Le Soir impone a Hergé dos cambios significativos en su proceso de creación que modificarán su estilo y sus temas narrativos. Primero, durante la guerra se produce una gran escasez de papel y por este motivo las aventuras que aparecen lo hacen no en dos páginas enteras sino en tiras diarias de dos o tres viñetas, esta premisa obligará a Hergé a crear tensión al final de cada tira y no de cada página y así tuvo que introducir un mayor ritmo y gags más frecuentes. Segundo, la dirección nazi de la publicación le obligará a narraciones insustanciales desde un punto de vista social y así tendrá que buscar argumentos muy alejados de su época y, en consecuencia, más históricos o fantástico: una expedición a un meteorito, la búsqueda de un tesoro o antiguas maldiciones, por ejemplo.
De esta época son 4 álbumes y la gestación de un quinto que se vería interrumpido por la Liberación y obligando a Hergé a posponer su publicación hasta unos años más tarde. Los tomos fueron 9/ El cangrejo de las pinzas de oro (1940), en esta aventura aparece por primera vez el personaje del capitán Archibaldo Haddock; 10/ La estrella misteriosa (1941); 11/ El secreto del unicornio; 12/ El tesoro de Rackham el Rojo, en este álbum aparece por primera vez el Profesor Tornasol; y se comenzó pero no llego a terminarse hasta años más tarde, 13/ Las 7 bolas de cristal (1943).
Hasta ahora Hergé había creado sus álbumes en solitario, sin ninguna ayuda exterior (excepto la mencionada colaboración de su buen amigo Zhang Chongren), pero en 1943, todavía con la ocupación alemana de Bélgica, nuestro ilustrador conoce a otro extraordinario dibujante que pasa a colaborar con él dando color a álbumes ya publicados y de forma directa en la gestación del álbum Las 7 bolas de cristal, otro miembro de la prestigiosa escuela belga de ilustradores y al que le reservamos un espacio en el futuro en nuestro Scriptorium, se trata de Edgar Pierre Jacobs (1904-1987). La colaboración de estos dos genios de los tebeos se mantendrá hasta el año 1947, pues, al pedirle Jacobs que su nombre apareciera en los créditos y viñetas, Hergé se negó y a aquél no le quedo otra salida que separarse de Hergé-Tintín para crear sus propias aventuras (y, a fe mía, que lo consiguió de manera brillante, pues esta rotura supuso el nacimiento de otra gran serie de la historia de los tebeos: Blake y Mortimer).
4/ La liberación aliada (1944-1950).
El día 3 de Septiembre de 1944 Bruselas y Bélgica fueron liberadas por los aliados. De inmediato Le Soir fue cerrado y Hergé detenido (no una vez, sino en repetidas ocasiones), fue acusado de colaboracionista y se le prohibió seguir publicando y trabajando. La historieta de Las 7 bolas de cristal quedo interrumpida de manera indefinida. Es muy normal que todos aquellos belgas que habían ganado la guerra y que se habían jugado la vida o que habían sufrido pérdidas de seres queridos le guardarán un profundo resentimiento a esos otros belgas que había permanecido cómodamente trabajando y colaborando con el opresor régimen nazi. Vamos, que a Hergé le esperaba irremediablemente unos tiempos muy difíciles y de gran incertidumbre en lo personal. Como así fueron los dos siguientes años posteriores a la Liberación, que los pasó colaborando con Edgar Jacobs en tareas de reedición y coloreando álbumes anteriores ya publicados.
Pero, en 1946, aparece en su vida un amigo singular, de gran visión y humanidad, al que todos los Tintinólogos le tendría que levantar en sumo agradecimiento un monumento, un activista de la resistencia belga, un hombre con influencias políticas, un patriota fuera de toda duda y un gran trabajador que supo avalar la capacidad de Hergé y recuperarlo para el futuro y la gloria de la ilustración belga: se trataba del editor y productor Raymond Leblanc (1915-2008). Leblanc lanza ese año de 1946 la revista Le Journal de Tintín (con el gracioso subtitulo: “para jóvenes de 7 a 77 años”), cuyo primer número aparece el 26 de septiembre. Será una publicación semanal que recogerá las nuevas aventuras de Tintín en formato de 2 páginas por revista y que se mantendrá en el mercado belga hasta el año 1988, llegando a alcanzar tiradas de unos 100.000 ejemplares semanales. Esta revista juvenil se convertiría en un símbolo de los tebeos belgas, pues en ella publicarían mucho de los mejores y más afamados ilustradores del momento: Hergé, Jacobs, Bob de Moor, Willy Vandersteen y otros muchos. Pero, tal existo editorial y la gran exigencia profesional que esto implicaba sumió a Hergé en periodos de depresiones personales que tuvieron como resultado parones temporales en la serie de Tintín que fueron resueltos por la revista con reediciones de historietas ya publicadas de Tintín y de las hazañas de Quique y Flupi.
De esta época serán 6 álbumes más: Se termina y edita Las 7 bolas de cristal en 1946; 14/ El templo del Sol (1946); 15/ En el país del oro negro (1948); 16/ Objetivo: La luna (1950); 17/ Aterrizaje en la luna (1950).
5/ Los Estudios Hergé (1950-1983).
Hergé era humano y la carga de trabajo que le exigía el personaje y la periodicidad semanal de la revista Tintín estaba acabando con su salud, física y mental, pues había dejado de colaborar con Jacobs y volvía a encargase casi en exclusividad él mismo de todo el trabajo. Para poner solución a este estado de cosas, el día 6 de abril de 1950 se inauguraban los Estudios Hergé. En el futuro y gracias al Estudio, Hergé ya contó con la ayuda de extraordinarios colaboradores en la producción del resto de su obra gráfica, destacando entre ellos Bod de Moor (1925-1992 – que acompañó a Hergé como colaborador hasta la muerte de éste) y, desde 1953 y hasta 1972, el francés Jacques Martin (1921-2010).
De esta época son todos los restantes álbumes de Tintín: 18/ El asunto Tornasol (1954); 19/ Stock de coque (1956); 20/ Tintín en el Tibet (1958); 21/ Las joyas de la Castafiore (1961); y algo más espaciados en el tiempo, 22/ Vuelo 714 para Sidney (1966); 23/ Tintín y los Pícaros (1975) y, el considerado último de la serie, que se público en bocetos y a título póstumo, 24/ Tintín y el Arte Alfa (1986). Existe otro título de Tintín, pero se considera fuera de relación por ser una adaptación de la película del mismo título: 25/ Tintín en el lago de los tiburones (1972).
Hergé murió el día 3 de marzo de 1983 a la edad de 75 años, debido a una anemia que sufría desde hacía ya años. Dejó inacabado el álbum de Tintín y el Arte Alfa, además de expresos deseos de que su personaje no continuará sin él, por lo que esta última aventura se edito en forma de bocetos y notas. Se había separado de su primera mujer, Germaine Kieckiens, en 1960 y divorciado de ella en 1975 (hay que imaginarse el trauma personal que debió de suponer este asunto para un católico profundo como era Hergé), para casarse en 1977 con su colaboradora Fanny Vlaminck que era mucho más joven que él. En 1987, Fanny, como heredera, cierra Los Estudios Hergé que pasan a ser La Fundación Hergé, conocida popularmente como La Fundación Moulinsart, por la residencia oficial del capitán Haddock. Esta fundación se encarga del inventario, catalogación, conservación y divulgación de los amplísimos legados de Hergé y de la gestión del Museo Hergé, sito en la Rue du Labrador nº 26 de Bruselas.
En España las primeras apariciones de Tintín se producen en la revista 3 amigos en 1957 y en la revista Blanco y Negro de 1961. Más tarde la editorial Juventud se haría con todos los derechos para las ediciones en lengua española y empezó la publicación de álbumes de Tintín allá por el año 1958. De la publicación y traducción de estos primeros tebeos de Tintín se encargo Concepción Zendrera que también fue la responsable de darle nombres en español a algunos de los personajes: Hernández y Fernández (Dupont y Dupont, en el original) o Silvestre Tornasol (Tryphon Tournesol, en el original). En épocas recientes, y por motivos de competencia editorial, en el mercado español, han coincidido dos versiones a la venta de las aventuras de Tintín, las “de siempre” de la editorial Juventud y una de menor tamaño de la editorial Casterman que, como no, también son muy buscadas por lo Tintinmaniacos.
Es evidente que una serie que ha disfrutado de tan notorio y universal existo de público y ventas cuenta con un elenco de personajes bien cuidados y con personalidades complementarias. Así, Tintín, el joven reportero es el más perfecto y cuidado de todos ellos, el hijo que Hergé nunca tuvo, valiente, intrépido e inteligente. Su fiel mascota, desde el primer episodio, es un inteligente Fox Terrier, Milú, no habla pero sus pensamientos suelen aparecer en los bocadillos para disfrute de los lectores; goza, como todo buen perro que se precie, con los huesos y… ¡con el whisky sustraído al capitán Haddock! El capitán Haddock es el contrapunto de Tintín: borrachín, mal hablado e iracundo, pero fiel a su amigo y honesto sin tacha, pronto se hizo un personaje imprescindible en esta saga. El profesor Tornasol, el prototipo de científico erudito y despistado que, según dicen, se inspiro en el sabio e inventor suizo Auguste Piccard (1884-1962). Los detectives Fernández y Hernández, que destacan por su gusto por los disfraces (como nuestro Mortadelo pero algo más discretos) y por sus inoportunas y constantes meteduras de pata. Bianca Castafiore, la “gran” diva, es la única figura femenina recurrente de la serie y que a nosotros nos resulta graciosa pero que se ha grajeado la antipatía del capitán Haddock y el amor secreto del tímido Tornasol. Y luego están “los malos”, los enemigos declarados de Tintín, destacando entre ellos Al Capone (Tintín en América y Tintín en el Congo) o el taimado Rastapopoulos y su compinche el mercenario Allan Thompson. En fin, hay otros muchos personajes que harían interminable este párrafo y que tendréis que ir descubriendo vosotros mismos si os atrae esta serie de tebeos.
Hergé tenía en sus tebeos un gesto muy simpático hacia sus lectores. Es lo que conocemos como “Cameos”: aparecía retratado, él y alguno de sus colaboradores, en varias de las viñetas de la serie. Así, Hergé aparece en Tintín en el Congo (primera viñeta); en El cetro de Ottokar (páginas 38 y 59); y en El asunto Tornasol (página 13); y Edgar Jacobs aparece en las mismas viñetas de los mismos álbumes, y además en Los cigarros del faraón (páginas 8 y 9); y en Las siete bolas de cristal (página 16).
Conclusión.
Bueno, ya está bien, es hora de ir acabando, ¿no? En un principio dije que este personaje no era de mis favoritos y ahora creo que os debo una explicación y… ¡os la voy a dar!
Sin entrar en la extrema pero vacilante personalidad de Hergé (que, no se nos olvide, le obligó a modificar en ediciones posteriores muchos de sus álbumes por acusaciones de racista o antisemita) y centrándome únicamente en el aspecto gráfico, diré que a mí las aventuras del perfecto Tintín me suelen cansar y terminan aburriéndome un poco. Este duende concibe los tebeos como una combinación de ilustraciones (más o menos conseguidas y preciosas) y de brillantes textos (guiones), pero siempre con el predominio indiscutible de los dibujos que son los que nos subyugan y embelesan. Pues bien, en Tintín los textos no me parecen en exceso brillantes, son tan extensos y se usan con tanta profusión que terminan por ocupar más espacio que el propio dibujo en muchas de las viñetas. Se podría decir que en los tebeos de Hergé los textos son el 50% de la historieta, son un exceso de pura literatura, y eso, si se me permite y para ser sincero, me parece un recurso que degrada y empequeñece a la historieta ilustrada o Arte Secuencial que, como su propio nombre indica, tiene que basarse en el dibujo y el ritmo gráfico. Que sí, que Hergé tenía ritmo gráfico y muy buenos dibujos, no lo discuto, pero, por momentos (por muchos momentos y en muchas de sus páginas), parecía escaquearse de la historieta y nos la llenaba de texto y más texto que ocupa casi toda la totalidad de la página. Si a algunos de los grandes ilustradores de la historia de los tebeos se les ocurrió suprimir de sus viñetas los bocadillos en aras de una mayor calidad gráfica: Hergé, indudablemente, tenía otro concepto de tebeo, ¡nunca se le hubiera ocurrido algo así! A lo más que llegó fue a intercalar en sus historietas algunas viñetas de página completa sin textos (no sé si para darle un respiro al lector). En fin, esto sólo es mi modesta opinión y no desearía que ningún Tintinólogo se me moleste. Quisiera, por otra parte, dejar claro que, incluso dentro del estilo de la escuela belga de “la Línea Clara”, hay otros autores que me gustan mucho y que siempre he admirado. Por ejemplo, el propio Edgar Jacobs y su magnífica serie de Blake y Mortimer o el también belga Maurice Tillieux (1921-1978) y su estupenda serie Gil Pupila, de ambos ya hablaremos en un futuro por estos lares.
Para terminar y en homenaje a Hergé, me gustaría incluir, a modo de colofón, la carta de despedida del padre al hijo. Extraída del libro Conversaciones con Hergé, Hergé se despide de Tintín sin abandonar su inmutable espíritu cristiano:
“Querido Tintín. Hace 35 años que eres mi hijo, y es la primera vez que te escribo. He querido, bien claro, que tú vivieras tu propia vida. Veinte veces te has ido por esos mundos de Dios. Durante este tiempo, yo, con el lápiz en la mano, ensuciando toneladas de papel de dibujo, soñaba tus aventuras.
Así pues, desde siempre hemos estado muy separados y, a la vez, unidos por el vínculo más estrecho que pueda unir a dos seres. Yo tengo una vieja costumbre de entenderme contigo, pero no por carta. De ahí, seguramente, al comenzar ésta, la inseguridad y la emoción que siento. ¡Tú me das miedo, Tintín! ¿Estoy orgulloso de ti? ¡Y tanto, naturalmente! Tú me has dado grandes alegrías, bastantes disgustos también, pero nunca el menor motivo de enfado o descontento. Hubo una época (la de mi juventud) en la que mi idea era parecerme a ti. ¡Me hubiera gustado ser un personaje (un héroe) sin miedo y sin reproche! ¡Ay! ¡Era una ilusión! ¡Que hace mucho tiempo que se me fue! Ya no transpone más aquellas palabras del evangelio: «Sed perfectos como es su hijo».
Perfecto: si hay alguien que lo sea, eres tú. Yo debería sentirme lleno. Y, ¿de dónde viene, pues, que me sienta un poco decepcionado? De que tú eres, precisamente, demasiado perfecto. De que yo, hombre normal, hijo de padres normales, tengo un vástago que no es «como los demás». Y ¿de quién lo llevas, tú eso? ¿Cómo es que en ti hay algo (cómo te lo diré) que no es exactamente humano? Yo había puesto grandes esperanzas en el capitán Archibaldo Haddock. De tanto ir juntos los dos, él había fatalmente de civilizarse con tu contacto, y eso sí que ha ido así, pero tú no te has encomendado a ninguna de sus debilidades, tú no has tomado nada de él, ni tan siquiera una salpicadura de whisky.
Pero ahora paro, un ángel me ha cogido la mano, un ángel compañero de aquel que a veces detiene a Milú cuando iría por el mal camino. Hacerte meter en una carrera (digamos el periodismo, pero en realidad la caballería), a ello tenía derecho. Pero de todos modos, ¡no es un padre el que debe guiar a su hijo en la elección de sus defectos! ¡Adiós, muchacho, Adiós!”. Hergé.
- Portada Quique y Flupi.
- Ritmo gráfico de Hergé.
- Portada de El Loto Azul.
- Texto, texto y dibujo.
- Viñeta «limpia» de El cangrejo de las pinzas de oro.
- Texto, texto, texto y dibujo.
- Portada Objetivo la Luna.
- Portada El Lago de los Tiburones.
- Portada Tintín en el Tibet.