Hola a todos.
Hoy, por falta de tiempo, este duende se toma la libertad de coger prestado de nuestro blog hermano, Costa da Morte, una de sus marineras entradas. Esperamos que os guste.
Destellos de varita mágica, luminosos, refrescantes, reparadores, efímeros en el tiempo, eternos en la memoria de hipocampos, jardines en la mar…
MIS LECTURAS: MARINERO EN TIERRA. Rafael Alberti (1902-1999).
Nuestro animador intelectual, la persona que nos ameniza nuestras tertulias en El Pecio Alegre con su sapiencia autodidacta, sus recomendaciones literarias, sus sabios consejos y siempre con una manifiesta y espontánea buena voluntad, es el muy respetado y querido Xusto Ocampos, el maestro de escuela. Otro buen hombre algo castigado por la vida, felizmente jubilado, reprimido de izquierdas y republicano de corazón, de cabellos blancos y con algún que otro achaque propios de la edad pero con su memoria y entendimiento ricos y ágiles. Su misión (según él mismo manifiesta siempre que se le presenta la ocasión), a estas alturas de su vida es la de divulgar sus gustos literarios y poéticos, no sólo en el Pecio, sino en cualquier otro lugar y propicia oportunidad que se le pueda presentar. Y en esa altruista misión personal gasta su tiempo y su vida. Hoy nos ha leído unos breves versos de un hermoso libro escrito por un viejo marino: Marinero en tierra, de Rafael Alberti (1902-1999). Rafael Alberti fue otro de los intelectuales exiliados de la gris España franquista. Poeta que no vivió la vida que él deseo, sino la que los tiempos y las circunstancias le impusieron, lo que quiere decir, supongo, que su vida no sería todo lo feliz y plena que él hubiera deseado. Uno piensa que sería como la de la mayoría de los mortales, con más oscuros que claros. Pero esto no disminuyó en nada su sensibilidad poética y creativa, siendo reconocido como uno de los principales miembros de la Generación del 27, la conocida como la Edad de Plata de la Literatura española. Y este libro que hoy hemos recordado en la voz del bueno de Xusto es una preciosa joya poética que gusta aquí y en cualquier otro lugar (siempre que se desee y se procure alimentar nuestra sensibilidad humana, nuestro sentido poético), siendo el poemario mencionado Premio Nacional de Literatura en el año 1925. Pero, juzgar por vosotros mismos. Acomodaros y escuchar estos versos, esta música, con corazón de emocionado marino…
Recuérdame en alta mar.
Recuérdame en alta mar,
amiga, cuando te vayas
y no vuelvas.
Cuando la tormenta, amiga,
clave un rejón en la vela.
Cuando alerta el capitán
ni se mueva.
Cuando la telegrafía
sin hilos ya no se entienda.
Cuando ya al palo-trinquete
se lo trague la marea.
Cuando en el fondo del mar
seas sirena.
Sin nadie, en las balaustradas.
Sin nadie, en las balaustradas,
mi niña virgen del mar
borda las velas nevadas.
¡Ay que vengo, que yo vengo
herido, en una fragata,
sin nadie, mi vida, huyendo
de tu corazón pirata!
¡De prisa, mi marinera!
Que un jirón de tu bordado
haga que yo no me muera.
Desde alta mar.
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
¡Qué dulce el agua salada
con su salitre hecho cielo!
¡No quiero sandalias, no!
Quiero ir descalzo, barquero.
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
Branquias quisiera tener.
A José María Hinojosa.
Branquias quisiera tener
porque me quiero casar.
Mi novia vive en el mar
y nunca la puedo ver.
Madruguera, plantadora,
allá en los valles salinos.
¡Novia mía, labradora
de los huertos submarinos!
¡Yo nunca te podré ver
jardinera en tus jardines
albos del amanecer!
Nací para ser marino.
Nací para ser marino
Y no para estar clavado
En el tronco de este árbol.
Dadme un cuchillo.
¡Por fin, me voy de viaje!
– ¿Al mar, a la luna, al monte?
– ¡Qué sé yo! ¡Nadie lo sabe!
Dadme un cuchillo.
«…Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras”. Rafael Alberti. (1902-1999).