MI CINE (III): DIEZ PELÍCULAS SOCIALES (O SOCIALISTAS).

Hola a todos.

Hoy seguiremos con otra tanda de muy buenas películas.

MI CINE (III): DIEZ PELÍCULAS SOCIALES (O SOCIALISTAS).

«Lo fascinante del cine es colocar al espectador en posiciones morales en las que nunca estuvo”. Alex de la Iglesia, director de cine español (1965- ).

 

La fábrica de los sueños.

La fábrica de los sueños.

Ya sé, estaréis pensando, pero duende ¡otra vez una entrega de películas sociales! Pues sí. Me explico. He oído muchas veces la conocida frase: “yo voy al cine a pasármelo bien y no a que me cuenten problemas y temas tristes o a que me enseñen imágenes duras y dramáticas. Yo quiero divertirme y pasármelo bien”. Esto está bien. Es un punto de vista correcto y una de las más importantes facetas del cine: la de entretener de forma suave, alegre y desenfadada. Pero si el cine se limitará a esta faceta, a las actuaciones de luchadores y acróbatas como Bruce Lee, Chuck Norris, Steven Seagal o Arnold Schwarzenegger, o a la búsqueda del chiste fácil y vulgar (por no decir, en muchos momentos, soez y de mal gusto) de la serie del Torrente, o a mostrarnos los más populares y repetidos tópicos patrios como en Ocho apellidos vascos, por ejemplo; si el cine se limitara a este tipo de películas, estaríamos lamentable y estúpidamente cercenando en gran medida todas las enormes posibilidades que esta maravillosa industria nos ofrece. Pues, en mi opinión, es en ese otro tipo de cine de autor, comprometido, valiente, el cine de la denuncia o el del la enseñanza, dónde alcanza la auténtica, mayor y mejor calidad humanística el Séptimo Arte. Frente a aquél otro cine de trivialidades y pasatiempos desenfadados de fin de semana (al que yo no le niego su razón de ser recaudadora y reconozco lo atractivo y democrático que resulta para un gran público), existe ese otro cine de los grandes directores y actores que se implican hasta el agotamiento y el perfeccionismo por contarnos historias útiles, aleccionadoras y enriquecedoras. Y, la verdad, este duende se siente en la obligación de recomendar algunas de esas grandes películas antes de tocar otros géneros y otros temas más livianos. Por esto os ofrezco otras diez magnificas películas Sociales, cívicas, comprometidas y, me atrevería a decir, socialistas. Sí, socialistas, pues en sus argumentos uno quiere descubrir un poso del pensamiento generoso, de justicia social, de actitud progresista, que anida en las actitudes socialdemócratas. En fin, ojalá os guste mi selección y podáis coincidir un poco con mis gustos y comentarios. Aunque, lo que nunca voy a aceptar es que alguien dude de la extraordinaria calidad y sinceridad de todos estos directores y actores de la selección que os ofrezco. Sus trabajos podrán gustar más o menos, llegarnos al alma o apenas rozarnos la epidermis (entre otras cosas, porque algunos humanos la tenéis de paquidermo), pero lo que es indudable e innegable es la enorme talla profesional de todos ellos. Para mí, duende agradecido, siempre serán inolvidables y muy admirados profesionales. Bueno, con la mejor de mis intenciones, ahí va eso…

 

 

1/ Tasio.

 

Director: Montxo Armendáriz (1949- ).

Año: 1984.

Nacionalidad: España.

Duración aproximada: 95 minutos.

Principales Intérpretes: Patxi Bisquet, Amaia Lasa, Isidro José Lozano, Nacho Martínez.

 

Comentario: Esta magnífica película es además un autentico ensayo audiovisual de etnología sobre el pueblo vasco. La película tiene como eje argumental la vida de Tasio. Nuestro personaje se nos mostrará desde su niñez, con un carácter despierto e inteligente, pasando por su etapa de muchacho (que se gana sus pantalanes largos por su atrevimiento y decisión), hasta sus etapas de hombre enamorado y hombre maduro. Pero Tasio es uno de esos humanos que todos desearíamos tener por amigo. Su carácter es el de un hombre orgulloso, independiente, noble e indomable. Tal es así que, cuando va descubriendo la sufrida servidumbre a que te condena el trabajo asalariado, se niega a perder su libertad de hombre montaraz. Preferirá, desde muchacho, continuar con el antiguo, duro y peligroso oficio del padre, carbonero, y seguir así una vida autónoma para ganarse la vida en el monte produciendo carbón, pescando o cazando furtivamente, bien para comer o para trapichear con pieles. Una personalidad que no ambiciona una vida de lujos o la seguridad que representa un trabajo dependiente  y estable en la ciudad, quiere ser él mismo, vivir la libertad del monte y tener lo suficiente para llevar honestamente su casa y su familia, porque “el pan no viene solo a la boca”. Dicen que el mundo lo mueven los ambiciosos y seguramente será así, pero este duende piensa que, gracias a los Hados, no siempre es ese el carácter humano. Hay personas que no se desviven en sus existencias por consumir, poseer, enriquecerse o compararse continuamente con sus semejantes, que no les nace explotar o engañar a los demás por sus ansias de destacar o de riquezas desmedidas, que defienden, sobre todas las cosas, su independencia, sus buenas costumbres, su honestidad, su familia y su libertad. No son la mayoría de las personas, desde luego, son unos pocos; la mayoría suele sucumbir a la comodidad y adaptación que impone la avaricia y el egoísmo que imperan en las sociedades desarrolladas. Por eso a este duende le gusta mucho este film, porque está muy bien que, de vez en cuando, nos muestren esos nobles e indomables caracteres humanos, y porque, aunque sea en una idealización de cine, siempre nos gusta admirar y visualizar estas bellas y muy bien contadas historias de humanidad. Aprovecho para recordar que, en nuestro apartado de tarjetas postales, ya subimos un artículo repleto de bellas imágenes dedicadas al País Vasco y, cómo no, reiteramos de nuevo nuestro cariño y admiración por este hermoso país y sus nobles gentes. Para terminar, me gustaría decirles a todos esos hispanos intoxicados y nacionalistas ibéricos exaltados que siempre están hablando mal de los vascos, de las gentes vascongadas (que los hay, unos cuantos todos los meses), que vieran esta estupenda película. Así, creo, callarían de forma inmediatas sus chismes y malquerencias y empezarían a mirar con cierta mayor admiración y respeto a todos los Patxis, Iñakis, Antxons, Tasios y compañía. Por cierto, a modo de despedida, a todos ellos, ¿os hacen unos Txacolíes en compañía de este duende amigo?

 

 

 2/ El declive del imperio Americano.

 

Director: Denys Arcand (1941- ).

Año: 1986.

Nacionalidad: Canadá.

Duración aproximada: 101 minutos.

Premio destacado: 1986 – Nominada al Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera.

Principales Intérpretes: Dominique Michel, Dorothée Berryman, Louise Portal, Geneviève Rioux, Pierre Curzi.

 

Comentario: “La historia no es una ciencia moral”. Con esta lapidaria frase comienza esta maravillosa película. Se trata de una película filosófica, de pensamientos y reflexiones. El director se apoya en un grupo de intelectuales, profesores de universidad, y en la división por sexos (la mayor parte de la película vemos al grupo de hombre y al de mujeres separados, en sus actividades alejadas, y en abierta y franca charla, esa franqueza que nos da la confianza y la tranquilidad de las gentes amigas y muy conocidas) para meditar y reflexionar sobre temas transcendentales de la vida: el matrimonio, el machismo, la homosexualidad, la insatisfacción femenina o el masoquismo (“el poder de la víctima”), la infidelidad o la prostitución. Hay muchas frases reflexivas para enmarcar en esta película: “el valor de la mentira”; “El amor, ese de dar flores y pasión ciega, dura dos años; después queda el compromiso”; “Al reconocer nuestra propia mediocridad, caemos en las tentaciones: el vicio viene con la edad”, o “La historia trata siempre mucho mejor al vencedor que a los vencidos, pues nos gusta más oír hablar de los vencedores que de los derrotados”.  Casi todo será cuestionado y motivo de sus distendidas charlas sexistas. Nada será respetado ni omitido, ni el Papa, ni Carlos Marx o Sigmund Freud (menos mal que de Caravaggio hablan bien). Seremos testigos de pensamientos que normalmente se inhiben en nuestras reprimidas conciencias pero que ahora se nos muestran con total libertad y desparpajo, ¡con una claridad que aturde! Muchas personas piensan que la moral cristiana no es la única deseable (algunos duendes nos atrevemos a pensar que ni siquiera es la mejor de las posibles) y esta buena película nos ilustra sobre esos otros conceptos, más intelectuales y tolerantes, de moralidad. En esta película se nos dice que el declive de los imperios se suele atisbar en el mayor egoísmo y deseo individual de bienestar y felicidad de sus ciudadanos, que se traduce en una clara relajación de las conductas morales (de aquí el título de la película), y que “a título personal no se puede detener este declive, nosotros sólo lo podemos frenar”. Eso sí, se puede ralentizar desde el conocimiento y la educación, y siempre siendo conscientes de que “la lucidez implica depresión”. En fin, que los humanos no podéis  renunciar a lo que sois, aunque hay que reconocer que ser un Homo Sapiens conlleva ciertos inherentes riesgos intelectuales y emocionales. Cuando se pretende cuestionar los cimientos de gran parte de los valores morales de las sociedades desarrolladas, cristianas y capitalistas, no basta una única película, por esto este film tuvo una magnífica segunda parte de la que hablo más adelante en esta misma entrega.

 

 

 3/ Adiós, muchachos.

 

Director: Louis Malle (1932-1995).

Año: 1987.

Nacionalidad: Francia.

Duración aproximada: 104 minutos.

Premio destacado: 1987, 2 nominaciones a los Oscar, Mejor película extranjera y mejor guión. León de Oro en el festival de Venecia en 1987.

Principales Intérpretes: Gaspard Manesse, Raphael Fetjo, Francine Racette, Philippe Morier-Genoud.

 

Comentario: Maravillosa y humana película. Estamos en el año 1943 en la Francia ocupada por los alemanes, es la Francia de Vichy. Julien Quentin, muchacho de unos 13 años, y su hermano mayor se despiden de su madre en la estación del tren para acudir al internado escolar de la orden de los Carmelitas: San Juan de la Cruz. Como todo internado religioso dentro de sus vallas se respira la dureza y la disciplina más exigente que a la fuerza choca con esos caracteres libres y revoltosos de los chicos de esa edad. Todos los días, desde que te levantas hasta que te acuestas, el evangelio y los rezos están presentes en todo momento pero con el agravante de los tiempos de guerra: penurias y escaseces que se traducen en hambre, frío, trueques de subsistencias, pequeños robos para trapicheos, etc. El internado está dirigido por un hombre bueno y valiente que de forma personal se salta las directrices de la cúpula de la iglesia católica de su época, mucho más neutral, transigente y cobardemente acomodaticia. Ese personaje destacado es el padre Père Jean, que se propone enseñar a los chicos “el buen uso de la libertad” (siempre desde el punto de vista de la libertad que posee un monje, claro) y que ofrecerá su internado para ocultar en él a varios niños judíos. Él sabe que, en su internado y por las circunstancias del momento, se pasa hambre, frío y algunas otras penurias inevitables, pero él las pasará como uno más y su consuelo es que “hay otros muchos franceses que lo están pasando mucho peor”. Uno de estos niños judíos refugiados, Jean Bonnet, pronto establecerá una gran y sincera amistad con Julien y esta amistad será el eje argumental de la película y que le sirve al director, a Louis Malle, para recordar momentos importantes y decisivos de su propia biografía. Al final del film, una mirada inocente de Julien será la causa que descubrirá de manera indeseada a su amigo ante el agente de la Gestapo; una mirada que recordar ya toda su vida, se le quedará grabada en su conciencia como un tatuaje imborrable en la piel, una mirada que marcará para él la línea que le lleva de la niñez a la edad adulta. En la escena final, mientras los niños están formados en el patio y el cierre de la escuela está ya decidido, ven pasar al padre Père Jean y a Jean Bonnet junto a otros dos chicos más camino del encierro y la muerte, los chicos gritarán “adiós, padre Jean”, y él se volverá y les devolverá el saludo: “adiós, muchachos”. Esta última frase, que da título a la película, encierra de manera magistral, metafórica y breve ese cambio determinante e impreciso por el que todo humano pasa en su vida: el cambio de niños a hombres, de la conciencia alegre y protegida a al ser adulto, singular, consciente, responsable, inseguro y temeroso. Extraordinaria película que nos habla de la sinrazón de los fanatismos y del horror del fascismo más salvaje e inhumano. Sólo por eso ya vale la pena recordar esta película, para que nunca más los humanos (los estados, los políticos, los ejércitos, la iglesia, etc.) cierren los ojos y transijan ante la inhumanidad más infame y despreciable, como ocurrió en aquella ocasión, que todos sientan la necesidad de combatirla desde los más leves brotes de intolerancia, autoritarismo y represión interesada. Porque ya se sabe: “los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”.

 

 

 4/ Lloviendo piedras.

 

Director: Ken Loach (1936- ).

Año: 1993.

Nacionalidad: Gran Bretaña.

Duración aproximada: 90 minutos.

Premio destacado: En 1993, Premio Especial del Jurado en Cannes.

Principales Intérpretes: Bruce Jones, Julie Brown, Gemma Phoenix, Ricky Tomlinson, Tom Hickey.

 

Comentario: Ken Loach es, en opinión de este duende, el mejor director de ese cine social de denuncia  y compromiso progresista. Sus estupendas películas nos hablan de temas lacerantes que afectan y sufren las personas en las imperfectas sociedades desarrolladas, y este largometraje de ahora toca un asunto por desgracia de rabiosa actualidad en la España de hoy día: el paro. Ya recomendamos en otra entrega del apartado mi cine la magnífica película de Los Lunes al Sol que trataba sobre este grave problema, pero antes, mucho antes, todos pudimos concienciarnos del drama del paro en esta maravillosa película inglesa. Bob y Tommy son dos amigos en paro prolongado que todos los días salen a buscarse la vida y conseguir algún ingreso ocasional para llevar adelante su paupérrima situación familiar, y no siempre lo harán dentro de la legalidad vigente. Bob es un buen católico (“pero, padre Barry, Dios no trae trabajo ni da comida”) al que se le presenta una necesidad personal agravante para su precaria situación económica: su pequeña hija Coleen va a tomar la comunión. Con este sencillo argumento el director nos hará ver y sentir de manera clara y cruda el auténtico drama social del paro y la precariedad laboral. Problema que lleva a personas buenas y válidas a perder su propia estima personal y a niveles de desencanto y desesperación que los empuja a la explotación o al delito. Hoy día en España el gobierno de derecha del señor Mariano Rajoy ha puesto en vigor unas “soluciones liberales” para intentar buscar rápidos remedios al paro: Abaratar los despidos, recortar los plazos que dan derecho a los subsidios de desempleo, promocionar el trabajo basura y precario (de formación, creo que se llama ahora), congelar la oferta de empleo público, suprimir interinos y sustituciones, recortar en investigación y becas, etc. Consecuencias: hoy hay más desempleados que cuando llegó al gobierno (más de 4.500.000 de parados, más de un 25% de la población activa), las asignaciones presupuestaria para subsidios de desempleo han bajado y siguen bajando (más de 1.900.000 personas que no cobran ningún subsidio) y, en general, la situación del paro se ha agravado considerablemente (cerca de 2.000.000 de hogares tienen a todos sus miembros en paro). Y, la verdad, no parece que tengan solución inmediata a este grave problema, más bien parece que únicamente les preocupa, sobre todo y exclusivamente, reducir las estadísticas de paro. Es decir, que el desencanto de los parados los empuje a no renovar su inscripción en las listas del paro o a propiciar que los jóvenes se vean obligados a exiliarse fuera de España en busca de trabajo. A este duende le da toda la sensación de que, este gobierno de derechas, ha asumido que hoy día sobran la mitad de los españoles en esta piel de toro. Y mientras tanto, su partido reniega de su encarcelado tesorero, destruye discos duros reclamados por la justicia, la secretaria del partido intenta burda, atropellada y ridículamente justificar los sobres de dinero opaco (despidos en diferido y ese tipo de estupideces varias que hay que oír de manifiesta militante clueca atolondrada), se reduce las partidas de subsidios de desempleo y, eso sí, se mantienen enormes ayudas para adquisición de artículos de primera necesidad, como renovar el automóvil, por ejemplo; hay millones de parados pero muchos miembros políticos cobran dos o tres sueldos cada mes (porque yo lo valgo); en suma, aumenta de manera clara y acelerada la desigualdad social y esto se hace en contacto con el más descarado despilfarro (copa América, carreras de Fórmula 1, parques temáticos deficitarios, varias costosas visitas del Papa o congresos sibaritas de partidos políticos, etc.) y en medio de la más obscena opulencia de una aristocrática clase económica que no padece sacrificio alguno ni, lo que es más lamentable, se les exige (mientras que, en líneas generales, en España el consumo ha bajado, no ocurre así con ciertos artículos de lujo cuyo consumo ha aumentado). Y, para terminar de indignar al pueblo, cuando se le pregunta al señor Rajoy por estos asuntos, un personaje tan preparado, sincero y educado, no duda ni un segundo, rápidamente te deja perplejo diciendo que de casos Gürtel, sobres opacos, tesoreros de partido, de corrupción y políticos imputados o de discos duro, él no sabe nada de nada… pasemos a otros asuntos o la próxima rueda de prensa será sin preguntas. ¡Patética y cínica clase política de derechas! Esta maravillosa película de Ken Loach debería de proyectarse de forma obligada en todas las sedes del partido del señor Rajoy para ver si, de una vez por todas, se enteran que el paro no son únicamente cifras y estadísticas que les sirvan de reclamo o justificación para renovar sus mayorías políticas sino que se trata de personas y familias que sufren y padecen su mal gobierno e incompetencia y, sobre todo, que el Derecho al trabajo de las personas es mucho más que trabajo precario, explotación y denigración de los obreros. Aunque, para ser sinceros, es obvio, Ken Loach no es un director del gusto del partido del señor Rajoy, no porque no sea un extraordinario director cinematográfico, gran profesional, de prestigio internacional y cosechador de múltiples reconocimientos y premios profesionales, sino, sencillamente, porque ese partido y sus entrenados políticos parecen empeñados en demostrarnos a todos, en todo momento y lugar, su manifiesta aversión a La Verdad (con mayúsculas). ¡Sin justicia, igualdad, hermandad y un poco, un poco, de credibilidad social no hay progreso, señores políticos!  Lamentablemente, los duendes, de nuevo, somos pesimistas, y más si continúa por mucho más tiempo este gobierno que representa a la más pura línea inmovilista y conservadora (gobierno de políticos tecnócratas o, mucho mejor y más acertado, de mandatarios Neocon Cum laude). Pero, si esta situación social se hace crónica, si sigue aumentado el número de parados sin subsidio, si los pensionistas son estrangulados económicamente, más y más, hasta no poder ayudar a los hijos y nietos, si los padres de familia siguen viéndose abocados a la desesperación y el desencanto (ni trabajo ni esperanza, sólo explotación y desilusión), en suma, si se sigue poniendo en grave peligro la cohesión social, cada día serán muchos más los que verán justificado buscarse la vida por medios poco lícitos, cada día habrá más Curro Jiménez, Robin Hood y Luis Candelas. Y, lo más triste y grave de todo esto, como se aprecia en esta maravillosa película, es que estos desesperados sociales, estos padres de familia ninguneados, no tendrán en ningún momento conciencia de delito pues, por encima de la vergüenza del sentimiento de hurto o el engaño tramposo estará siempre la dignidad, la desesperación y la necesidad del ser humano. Patético drama de millones de hombres válidos pero arrinconados socialmente en su plenitud de facultades laborales y que entenderán siempre que los suyos serán comportamientos justificados a los que se han visto empujados por un segregador y egoísta sistema y por una insensible casta de políticos amigotes, en muchos casos prevaricadores, y casi siempre enriquecidos a costa de su propia e injusta marginación social. Pero eso sí, estas cosas ocurren así, como diría la señora de Cospedal, con la meridiana claridad de político de raza que la caracteriza… ¡porque yo lo valgo!

 

 5/ El Cartero (y Pablo Neruda).

 

Director: Michael Radford (1946- ).

Año: 1994.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 115 minutos.

Premio destacado: En 1995, Oscar a la Mejor Banda Sonora y 4 nominaciones más (mejor Película, mejor Director, Mejor actor principal y mejor guión adaptado).

Principales Intérpretes: Philippe Noiret, Massimo Troisi, Maria Grazia Cocinotta, Linda Moretti.

 

Comentario: Película basada en la magnífica novela del mismo título de Antonio Skármeta. “Usted me metió en este lío y usted me tiene que sacar de él. La poesía no es propiedad de quienes la escriben sino de quienes la necesitan…”, palabras de Mario Ruoppolo. Hermoso. Como hermosa es esta película en todos sus aspectos. Nadie, sobre todo ninguna persona con sentimientos de izquierda,  debería de dejar de verla, y nadie que la vea dejará de conmoverse. Porque ésta es una hermosa y sentimental historia que el cine nos hace llegar a lo más profundo del alma a través de una gran dirección, magnificas interpretaciones y una inolvidable banda sonora ganadora del Oscar. Mario Ruoppolo, hijo de pescador (al que no le agrada mucho continuar con el oficio de su padre), semianalfabeto, sencillo y tímido, se contrata como cartero ocasional para llevarle en bicicleta la correspondencia a un nuevo residente en una pequeña isla italiana, el mundialmente conocido poeta chileno Pablo Neruda, que allí sufre un exilio forzoso. Pronto nace una sincera amistad entre ellos, y muy pronto Mario idolatrará al comprometido poeta. Para Mario no es sólo el poeta del pueblo, es, sobre todo, el poeta del amor, amado por las mujeres, un gran hombre que le llena de asombroso y que continuamente le deja perplejo y absorto en ensoñaciones románticas, pues es capaz de enamorarlas con sus bellas palabras, con… ¡metáforas! Y Mario se ha enamorado por primera vez, de la joven tabernera, la bella Beatrice, como suele ser ese primer amor, repentino, sin reservas, absorbente, ciego y atolondrado (ay, quién no se ha enamorado así alguna vez, no sabrá entender la desesperación de nuestro querido cartero). Así que ya tenemos la ecuación: una pequeña isla, un gran poeta del amor y un cartero enamorado. Podéis sacar ya vuestras conclusiones porque no os cuento más. Esta maravillosa película es de las que yo también designaría de obligada proyección en institutos. Y, sí, Mario era un hombre sencillo e inculto, un pobre pescador de una pequeña isla olvidada, pero no dejo de reconocer que, después de ver la película, este duende (y pienso que otros muchos como yo) sintió algo de sana envidia por su personaje. Nos hubiera gustado ser Mario para tener el honor de gozar de la amistad de D. Pablo, de grabarle los sonidos de nuestro pueblo para él (nº 6, campanas de Santa Dolorosa, con cura…) o de confiarle nuestros más íntimos secretos de un corazón sangrante. Y porque además, estoy seguro, a mí sí me hubiera respondido la sencilla pregunta: Don Pablo, ¿cómo se hace uno poeta?

 

 

6/ The Straight Story (una historia verdadera).

 

Director: David Lynch (1946- ).

Año: 1999.

Nacionalidad: Vietnam.

Duración aproximada: 111 minutos.

Premio destacado: En 1999, Nominada al Oscar al Mejor Actor.

Principales Intérpretes: Richard Farnswoth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill.

 

Comentario: David Lynch nos cuenta de manera extraordinaria una bonita historia verdadera. Alvin Straight es un anciano de 73 años que vive en Iowa y que padece de varios achaques por la edad: enfisema pulmonar, pérdida de visión o problemas de cadera. Vive sólo con una hija discapacitada. Pero, cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle ha sufrido un infarto, hermano con el que no se trata desde hace ya diez años, siente la necesidad de ir a visitarlo a Wisconsin, a unos 500 kilómetros de distancia. Dada su falta de dinero, decide hacer el viaje en el único vehículo a su alcance: su vieja cortadora de césped. En este viaje tardará seis semanas y podremos ver una aventura de hermosa superación y valentía donde tendrá que sortear problemas y dificultades varias. Como se suele decir por aquí: quien tuvo, retuvo. A Alvin ya le falla el físico, está hecho un trapo, lleno de achaques de anciano, pero mantiene intacta su determinación y carácter personal. Un carácter luchador y una nobleza de espíritu asombrosa. Muchos otros, con excusas justificadas, se hubieran quedado cómodamente en su casa, pero él no. Cree firmemente en que es su obligación moral acudir a ver a su hermano y, si no pone todo de su parte para realizar esta visita, si su alma no es capaz de superar sus limitaciones físicas, no se sentirá bien consigo mismo, ¡qué clase de hombre sería! Éste es el tipo de personas que todos quisiéramos tener de hermano/a, amigo/a o compañero/a, pues estas decididas actitudes reflejan la mejor personalidad y el más admirable humanismo. Una maravillosa historia que el mejor cine nos ha legado y que todos deberíamos de rendirle el sincero tributo de nuestro agradecimiento, porque siempre debemos de creer que por encima de la comodidad congénita, el egoísmo personal y la avaricia enriquecedora está el sentimiento y la obligación humanística.

 

 

7/ Recursos Humanos.

 

Director: Laurent Cantet (1961- ).

Año: 1999.

Nacionalidad: Francia.

Duración aproximada: 100 minutos.

Premio destacado: En 2000, Premio Cesar a la Mejor Opera Prima y al Mejor Actor Revelación (J. Lespert).

Principales Intérpretes: Jalil Lespert, Jean-Claude Vallod, Chantal Barró, Véronique de Pandelaère.

 

Comentario: Una gran película enriquecedora. No recuerdo ahora mismo ninguna otra película que muestre de una manera tan clara y manifiesta las imperfecciones del sistema capitalista de producción. Franck Verdeau es un joven universitario de económicas o empresariales que acude a realizar prácticas en el departamento de Recursos Humanos de una fábrica de tamaño medio en la que trabaja su padre desde hace ya más de treinta años. Empieza sus prácticas con un gran entusiasmo personal y con una buena acogida por parte de la dirección de la empresa. Comienza de inmediato a aportar ideas y trabajo personal con la intención de facilitar el entendimiento entre los sindicatos de obreros y la dirección de empresa para establecer la jornada laboral de 35 horas. Pero muy pronto y debido a un incidente casual (accede de forma fortuita a un documento del ordenador del jefe de Recursos Humanos), se dará cuenta de las verdaderas intenciones de la dirección de empresa que no son otras que despedir a 12 empleados, entre los que se encuentra su propio padre. En torno a este argumento vemos el enfrentamiento entre padre e hijo, sus posiciones iniciales, sus reproches y puntos de vistas y el desenlace final que los reconcilia entorno a la lucha sindical. Que el trabajo en cadena de las modernas industrias deshumaniza al hombre es algo que ya el cine nos mostró en la película del inolvidable Charles Chaplin Tiempos Modernos. Pero ahora lo volvemos a contemplar en una versión mucho menos graciosa y más actualizada a nuestra época. Lo que esta película nos muestra de manera descarnada es que el capitalismo no sólo deshumaniza al obrero de la cadena de producción sino, lo que nos parece ya más grave, a los cuadros de dirección y gestión de las empresas. Los jóvenes que salen de las universidades con títulos de gestión empresarial saben que el objetivo primordial de sus trabajos no será nunca la calidad del producto o del trabajo del grupo, su buena gestión no tendrá, en la mayoría de la ocasiones, nada que ver con conceptos como los de humanizar la producción, estos aspectos sólo serán, como se suele decir, asuntos colaterales del objetivo primordial que no es otro que la rentabilidad y el beneficios, en suma, la cuenta de resultados. De inmediato su lenguaje se llenará de tecnicismo que no son otra cosa que eufemismo de otros términos más fríos y directos: amortización, reestructuración empresarial, externalización, reorganización del trabajo, paro tecnológico, etc. A ellos, a los jóvenes gestores económicos, se les valorará siempre porque el hecho de que demuestren ser capaces de mantener siempre la rentabilidad o incrementar los beneficios, nunca se aceptará una disminución de ganancias ni por causas humanitarias: las empresas no son un club benéfico, dirán. De esta “buena praxis” dependerán sus ingresos personales y sus posibilidades de progresar dentro del organigrama de la empresa. Y, si para mantener u obtener estos resultados tienen que deshumanizarse, lo harán sin reparos y, a continuación, tranquilizarán sus conciencias con la tan repetida frase de “que se fastidie quien no me entienda, pero esto es así, y yo no hago las reglas. Yo valgo para estar arriba en el extracto social de clases dirigentes. O lo hago yo o la hará otro en mi lugar”. El sistema de producción capitalista se basa en el egoísmo y la avaricia humana; garantiza una buena vida de lujo y posibilidades a un reducido grupo de privilegiado a costa de mantener a la mayoría de las personas y familias en una condición de semiesclavitud, precariedad y desencanto, y en los extremos sociales, de marginación, pobreza extrema o en guetos de delincuencia de necesidad. Y esta situación, con la tan mencionada globalización económica, no ha hecho más que empeorar. El liberalismo económico capitalista siempre alega ser el sistema que garantiza una mayor libertad personal. Pero esto no es del todo cierto, hay un gran componente de hipocresía en ese concepto de neoliberalismo. Defienden la libertad personal para medrar en la vida por méritos propios pero a su vez se cuidan mucho de proteger los privilegios de clase y las fortunas heredadas y, al mismo tiempo, se preocupan de bloquear cualquier tipo de impuestos de sucesión de las grandes fortunas, aunque este tipo de impuesto se destine a la convergencia y cohesión social. El liberalismo económico es una pura entelequia romántica por el simple hecho de que se practica en medio de unas sociedades imperfectas y segregadas en clases sociales muy divergentes y de intereses encontrados. El neoliberalismo es la hipocresía de los ricos que saben perfectamente que los niños al nacer no parten desde la misma línea de salida ni tienen las mismas posibilidades de ser felices y progresar, por muy singulares y elevadas que sean sus capacidades hay una reducida minoría social que siempre tendrá una gran ventaja heredada. Una hipocresía que en el nombre de la libertad sólo defiende mantener unos privilegios de clase y perpetúa unas sociedades imperfectas. Sinceramente, este duende piensa que la salvación de los humanos está en la Socialdemocracia, que es el centro político, alejado de los totalitarismos represores y de los autoritarismos parlamentarios, y nos parece, además, la única esperanza política razonable e ilusionante de los hombres justos. Gobiernos socialistas fuertes, que con su intervencionismo estatal trabajen de forma honesta y honrada por la igualdad, la cohesión y la justicia social, la educación laica y el progreso civil. Esta magnífica película nos hace ver y reflexionar sobre estos conceptos sociales y, cuanto menos, es una de las pocas que intenta que veamos a los obreros como algo más que simples piezas desechables e insensibles de un engranaje de producción y enriquecimiento. Terminamos todos haciéndonos la enriquecedora pregunta de la última escena: ¿cuál es tu sitio? Esta es otra de mis películas indispensables para proyectas en los institutos de secundaria. Muy aleccionadora y clarificadora.

 

 

8/ Tres estaciones.

 

Director: Tony Bui (1973- ).

Año: 1999.

Nacionalidad: Vietnam.

Duración aproximada: 100 minutos.

Premio destacado: En 1999, Festival de Sundace, Gran Premio del Jurado y Premio del Público.

Principales Intérpretes: Don Duong, Nguyen Ngoc Hiep, Tran Manh Cuong, Harvey Keitel.

 

Comentario: Esta es una preciosa película en todos los sentidos: hermosas imágenes, humanas historias y una banda sonora muy bella y emotiva. Todo ello nos hará sentir emociones de hermandad y humanidad como muy pocas veces sentiremos en el cine. Los países desarrollados (el arrogante y paternalista hombre blanco), primero extendieron su “civilización” al resto del mundo en la época de los imperialismos decimonónicos. Hoy día todo parece más mucho sutil, le llamamos Globalización, y ha sido facilitada por los tremendos adelantos tecnológicos y de movilidad de los últimos años. Las grandes empresas y corporaciones financieras extienden sus tentáculos a un sin fin de países emergentes en vías de desarrollo. Así lo primero que les exportamos es lo mejorcito de nuestros imperfectos sistemas capitalistas. Ya no se trata únicamente de la explotación de materias primas sino también de las manufacturadas en origen. De esta forma, siguiendo estas estrategias de explotación, lo primero que creamos es una clase social de nuevos ricos e insaciables explotadores para obtener de inmediato mano de obra barata pero, eso sí, despreocupándonos de que los avances sociales vayan a la par o de la educación de los niños, por ejemplo. Creamos complejos turísticos aislados de la pobreza autóctona para el disfrute del alegre y civilizado hombre occidental que acude de vacaciones a estos países dentro de una burbuja hermética de lujo y  felicidad pero que desprenden continuamente cantidades apreciables de codiciados dólares. Les llevamos el turismo sexual, la explotación infantil (o, simplemente, la explotación), la segregación social, los paraísos fiscales y… ¡hasta las flores de plástico! Los duendes somos algo pesimistas en cuanto a los humanos se refiere, lo siento. Por cada Nelson Mandela que aparece, la historia nos ofrece veinte George W. Bush; por cada Vicente Ferrer, cuarenta Rodrigo Rato; por cada Teresa de Calcuta, cincuenta Margaret Thatcher… ¡no tenéis arreglo! ¿Qué clase de mundo queréis? ¿Hacia dónde se encamina la humanidad? ¿Sentís algún sentimiento de humanidad o hermandad hacia los demás o eso os parece una frivolidad cándida y desfasada que no puede ser aceptada por el hombre moderno?  ¿Os dejaréis siempre arrastrar por pragmatismos egoístas de tintes nacionalistas y ocultaréis vergonzosamente los sentimientos humanos?  No tenéis respuesta a estas sencilla preguntas, ¿verdad? ¡Cómo vamos a ser optimista los duendes! Esta magnífica película nos ofrece todo lo contrario. Unas historias de gran humanidad, de personas reales en situaciones cotidianas de precariedad y pobreza en un tercer mundo que siempre se nos antoja muy lejano. Y lo hace de forma optimista (el optimismo que a los duende nos falta) y una narración sencilla con un gran número de escenas muy emotivas: un poeta enfermo de lepra que le dicta sus últimos poemas a una joven samaritana de gran corazón (mis palabras son notas de un instrumento… melodías de mi corazón), unos niños que se amparan y hermanan en la más absoluta indigencia, el amor que triunfa ante la necesidad  y el valor del cariño sincero (hermosa historia del taxista-bici y la puta de hotel), el sacrificio de la amistad y otras cuestiones muy humanas y admirables. Nada de lujos y consumismo, todo es humanidad y sentimientos. El hombre blanco, dentro de esos hoteles de lujo y resplandor, es otro mundo inalcanzable para la mayoría de los nativos, pero esta película nos dice que su avaricia y ambición también transporta la simientes de cosas buenas y deseables (por ejemplo, el infantil juego alegre, democrático y universal del fútbol o la reparación sincera del sentimiento de culpa, que se refleja en el exsoldado que busca a su hija) En fin, ¡qué grande es el cine en estas ocasiones y que bellísima película! Por favor, ésta no os la podéis perder.

 

 

9/ Las Invasiones Bárbaras.

 

Director: Denys Arcand (1941- ).

Año: 2003.

Nacionalidad: Canadá- Francia.

Duración aproximada: 99 minutos.

Premio destacado: En 2003, Oscar a la Mejor película Extranjera y nominada al Mejor Guión Original.

Principales Intérpretes: Remy Girard, Stephane Rousseau, Marie-Josée Groze, Dorothée Berryman, Dominique Michel, Louise Portal.

 

Comentario: Esta película es la extraordinaria continuación de la inolvidable El declive del imperio americano. Ahora nuestros queridos profesores son personajes entregados a la apática madurez, resignados y acomodados, en la frontera de sus jubilaciones. Vuelven a reunirse motivados por un suceso triste: la despedida de viejo socialista voluptuoso, Remy, enfermo terminal, desahuciado por la medicina. El hijo de Remy, Sebastian, recurrirá a las drogas como paliativo a la enfermedad del padre, haciéndole algo más llevadera la agonía final. Esto también le servirá al director para mostrarnos esa transformación social que las drogas han propiciado en pocos años en las sociedades desarrolladas, sobre todo entre los jóvenes. En un ambiente triste, pero cordial y sincero, los amigos recordarán juntos sus vidas: las fantasías sexuales juveniles, sus amores y desamores o su desarrollo intelectual. “La historia de la humanidad es una historia de horror”; “han ganado las elecciones George Busch y Berlusconi (y yo añadiría, José María Aznar y Mariano Rajoy), hoy día la inteligencia ha desaparecido”; éstas son sólo un par de las tantas acertadas frases que se escucharán en los diálogos. Dirán, “hemos pasados por todos los –ismos; primero el existencialismo, racionalismo, marxismo, leninismo, maoísmo, estructuralismo, situacionismo, feminismo, independentismo, deconstruccionismo e, incluso, por ¡el cretinismo!”. La película también es, sobre todo, un buen alegato a favor de la Eutanasia humanitaria. En opinión de este duende, esta buena película nos viene a decir que los humanos deberíais de mantener la exigencia personal de no perder la curiosidad y el amor por el saber hasta el último instante de vuestra existencia, porque todo auténtico intelectual sabe que su formación y conocimientos le ayudarán a facilitarle y a disfrutar algo más de la vida, pero que los libros no son nunca la propia vida. Ésta se encuentra en las pequeñas y cotidianas cosas: está en los hijos, los buenos amigos, el buen vino y la buena mesa, la maravillosa música, el arte o en el amor (bueno, incluso en el sexo, como diría el bueno de Remy). Y el ser humano que no quiera reconocer esta simple evidencia será sin duda un grandísimo vanidoso y un necio arrogante; en suma, un seguro candidato a terminar en el movimiento intelectual menos deseable, el mencionado… ¡cretinismo!

 

 

10/ Luna de Avellaneda.

 

Director: Juan José Campanella (1959- ).

Año: 2004.

Nacionalidad: Argentina.

Duración aproximada: 140 minutos.

Principales Intérpretes: Ricardo Darín, Eduardo Blanco, Mercedes Morán, Valeria Bertuccelli, José Luis López Vázquez, Daniel Fanego.

 

Comentario: Maravillosa, inolvidable y simpatiquísima película. En la red he leído que algunos la consideran una metáfora de la decadencia de Argentina. No estoy de acuerdo. Sí, realmente es una bella metáfora de la nación Argentina, pero de lo más admirable y deseable de este país: de su enorme Humanidad y de su inquebrantable personalidad. Porque no recuerdo ninguna otra película que contenga tantas dosis de buenas intenciones, buenas gentes sencillas, hermosa alegría popular y, en suma, de tanta naturalidad humana como la que se nos ofrece en este hermoso film. “Salvaremos al club con trabajo, honradez y justicia”, se le oirá decir al querido fundador (¡qué candidez y honestidad humana! O, por lo menos, eso nos parece en contraste con una sociedad en la que imperan tanto tiburón financiero y políticos vendidos). Si Argentina contiene tanta humanidad y honestidad como la que nos tramites los personajes de esta película, todos, sin excepciones, humanos y duendes, desearíamos parecernos a ellos; con estas dosis de humanismo ¡Argentina sería mi Imperio! En fin, exageraciones cariñosas aparte, la película está repleta de emotivas y hermosas escenas inolvidables: el niño recién nacido, nuestro Román, llorando delante del micrófono de la orquesta festiva; de nuevo Román, el protagonista, hablándole a la luna llena o simulando una luna con una lámpara detrás de un mampara de hospital para reconfortar a su querido amigo agonizante; la improvisada serenata romántica; o (con la que yo me quedo por encima de todas) esa niña pequeña bailando ballet y que le regala una hermosísima y agradecida sonrisa a un Román emocionado y que representa la esencia más asombrosa de toda esa desinteresada humanidad del personaje, maravillosamente interpretado por un soberbio Ricardo Darín. Y, a pesar de todo este envoltorio argumental de sentimientos y emociones, no se deja de tocar temas candentes y lacerantes en las imperfectas sociedades actuales: la precariedad del paro juvenil, el abuso y explotación de los jóvenes y que los obliga a la emigración forzosa (que, lamentablemente, es lo mismo en todo los sitios y siempre son los chicos los primeros en sufrir este tipo de abusos ante cualquier tipo de crisis), los insufribles, universales y cara dura de los políticos venales e hipócritas o la manifiesta insensibilidad humana de la banca capitalista (aprieta, aprieta que ya se ahogan), por ejemplo. En la escena final de la asamblea del Club deportivo de Avellaneda, en la que se intenta decidir su futuro, también se escucharán diálogos impactantes: “Cada vez tenemos menos y cada vez queremos menos… Juntos podemos volver a renacer y sentir las mismas ilusiones de nuestros padres…sino ganará la banca y perderá el pueblo”. La primera vez que vi esta maravillosa película tuve la sensación que todos en la sala cinematográfica sentíamos un ansioso deseo de poder votar en aquella decisión social; aunque, alguno que otro de los presentes, sólo hubiéramos votado para darnos el gusto de introducir un voto nulo del estilo del que emite el bueno de Amadeo: mi voto… ¡pedazo de rancio boludo! (¡qué gustazo! Y, ¡qué enorme director! Mil gracias Campanella por enseñarnos cómo hay que tomarse la vida… Siga el baile, siga el baile, de la tierra en que nací, la cumparsa de los negros, al compás del tamboril, siga el baile, siga el baile…).

                

  

“Nunca pensé en lo que hacía en términos de arte, o esto es grande o estremecedor, o cosas por el estilo. Para mí siempre fue un trabajo, que yo disfruté enormemente, y eso es todo”. John Ford, director de cine norteamericano (1894-1973).

Alambique de los genios.

Alambique de los genios.

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MI CINE (II): DIEZ PELÍCULAS DE CULTO.

Hola a todos.

Hoy hablaremos de una segunda entrega de muy buen cine.

MI CINE (II): DIEZ PELÍCULAS DE CULTO.

«Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador”. Federico Fellini, director de cine italiano (1920-1993).

 

El invento del siglo.

El invento del siglo.

Nuestra primera entrega de diez obras maestras del cine se quedaba muy escasa. Como escasas se me antoja que serían veinte películas, cincuenta, cien o muchas más, pero… por algún punto había que empezar. Y hoy seguimos con otras diez excelentes películas que permanecen fijas en un rincón de nuestro pequeño corazón de duende. Como nuestra primera entrega, es una lista muy personal. Seguramente ya van faltando algún que otro título de cine de humor o bélico, por ejemplo. Pero, ya tendremos futuras oportunidades de seguir hablando de otras buenas películas y otros géneros. Estas diez nuevas películas están en un perfil social, de sentimientos, son de las que llegan al alma, conmueven y permanecen. Hoy tampoco hablamos de clásicos del cine (la más antigua es del año 1961) pero, creo, sí son ya clásicos inolvidables. Todas nos parecen grandes películas de enormes y brillantes directores. Y, como es nuestro bien intencionado propósito, las recomendamos porque creemos que en estas películas se encuentran garantizadas todas las emociones y sentimientos, la espectacularidad del buen cine y un innegable enriquecimiento personal. En fin, espero haber aceptado en mis personales recomendaciones de esta ocasión y que, por lo menos, alguno de vosotros coincida con mis gustos. Ahí van mis diez nuevas joyas…

 

1/ Jules y Jim.

 

Director: François Truffaut (1932-1984).

Año: 1961. Rodada en blanco y negro.

Nacionalidad: Francia.

Duración aproximada: 104 minutos.

Premio destacado: 2 nominaciones a los premios BAFTA 1962: Mejor película y mejor actriz extranjera.

Principales Intérpretes: Jeanne Moreu, Oskar Werner, Henri Serre, Marie Dubois, Vanna Urbino.

 

Comentario: En mi opinión una magnífica película. Una sinfonía delicada y hermosa de la conocida corriente francesa de cine de La Nouvelle Vague o New Wave (nueva ola). Pero, seguro estoy, que no será una opinión unánime entre los espectadores. Porque esta película no deja indiferente a nadie, hacia un extremo o hacia el otro. Ahora bien, lo que es indudable es que no genera opiniones de medias tintas. Es una película de personajes y sentimientos. Pero, ojo, de otro tipo de sentimientos y relaciones, más liberados, atípicos y personales, muy alejados de la moral cristiana convencional y mayoritariamente admitida. Porque no se me ocurre otra película que pueda molestar más a la iglesia cristiana en cuanto a las interpretaciones de los sentimientos (si alguno de mis lectores es un sincero cristiano, no veas esta película, puede que hiera tus sentimientos morales). Jules, austriaco, y Jim, francés, son dos jóvenes que traban amistad en el París de primeros del siglo XX. Los amigos conocen a la joven Catherine y ambos se enamoran de ella. La primera guerra mundial los separa pero, milagrosamente, salen ilesos y se vuelven a reencontrar una vez finalizada la contienda. Ahora Jules y Catherine se han casado y tienen una preciosa hija. Invitan a Jim a pasar unos días en su chalet y allí se inicia una relación sentimental entre los tres, consentida y llevada con mucha naturalidad. Pero todo terminará de forma dramática pues siempre hay una insatisfacción insuperable en la joven Catherine, una infelicidad que la empujará a la locura. Algunas de las frases de sus protagonistas: en el amor, la pareja no es el ideal… tú has querido inventar el amor… pero hemos jugado con los principios de la vida y hemos perdido (Jim a Catherine). En un momento de felicidad, cuando el trío protagonista y su pequeña niña juegan a tirar piedras blancas que rebotan en la superficie del lago, dirán, el cielo estaba allí mismo. En fin, una película distinta y, repito, en mi modesta opinión, bella y magistralmente realizada, que nos libera de convencionalismos sociales y nos hace algo más libres y tolerantes con las debilidades emotivas del espíritu humano. Auténtico cine de autor o, lo que es lo mismo, una obra maestra gestada, mimada, parida y querida por gran François Truffaut. De nuevo, la considero imprescindible para un enriquecimiento del alma humana, más liberal y progresista.

 

 

2/ American Graffiti.

 

Director: George Lucas (1944- ).

Año: 1973.

Nacionalidad: Estados Unidos de America.

Duración aproximada: 110 minutos.

Premio destacado: 5 nominaciones a los Oscars de 1973: Película, Director, Actriz secundaria, guión y montaje.

Principales Intérpretes: Richard Dreyfuss, Ron Howard, Charles Martin Smith, Paul le Mat, Candy Clark.

 

Comentario: Igual que hizo Fellini y otros muchos directores, en esta película Georges Lucas (mucho antes de convertirse en mega empresario del celuloide) echa mano a sus recuerdos de juventud para ofrecernos una hermosa y emotiva película. Autos enormes recorriendo las calles, arriba y abajo, sin rumbo cierto, en una pequeña ciudad norteamericana y en una noche de verano de un fin de semana, allá por el comienzo de los años 60 del siglo XX. Automóviles clásicos que gastaban gasolina como un tanque (eso sí, combustible a precio de risa) y que eran la diversión de una juventud, como todas, alocada y descontrolada, frenética por vivir deprisa y, lamentablemente, a veces, por morir igual de rápido. Porque las primera juventud, la salida del cascarón, es muy igual y a la vez distintas en todos los lugares. Distinta porque se desarrolla en escenario muy dispares, con posibilidades muy contrastadas y, sobre todo, con costumbres muy étnicas. Pero, a su vez, iguales pues se trata de un ansia desmedida de sentir la vida y de confirmarnos como seres singulares y únicos. A esa edad, todos queremos hacernos notar, destacar… no, queremos deslumbrar. Nuestros primeros vaqueros, litros de agua de colonia o gomina, cien y un retoques ante el espejo, el primer pitillo, la panda de compadres, cada cual con su propia personalidad, la música de Rock and Roll (muchas veces, a través de la radio, como en esta película), los coches prestados  y, sobre todo, los primeros ligues, aquellas coquetas y tiernas amigas de gráciles y hermosas piernas por debajo de sus cortas faldas (en mi recuerdo de tigre gafapastas hay un bellozón, rubita de pelo liso que… bueno, bueno, sigamos, que me pierdo). Porque, si bien es muy cierto que la vida sólo se vive una vez, aquellas épocas de la alocada juventud se reviven muchas veces, y todos mantenemos en la frágil memoria gratos recuerdos con nuestros amigos de parrandas y discotecas: a los José María, Antonio, Ángel, Bernardo o Andrés. La propia vida nos ha separado y distanciado en el mayor de los casos, pero siempre quedará un recuerdo imperecedero en nosotros de un tiempo feliz y unos momentos únicos e irrepetibles que fueron importantes en nuestra formación como personas. En fin, que la adolescencia y la primera juventud es un patrón universal aunque se ejecute en escenarios muy dispares. Y esta magnífica película nos muestra una cuantas de esas historia juveniles y lo hace con belleza, maestría y con una banda sonora insuperable que nos envuelve todo el rato y nos transporta a aquellos frenéticos años sesenta. Una película que no hay que perderse, aunque sólo sea por entender que la vida, a pesar de que no nos lo parezca a esa inmadura edad, tiene sus tiempos, y que nunca hay que vivir muy deprisa pues se corre el tremendo riesgo de morir muy temprano; cosa esta muy patética, necia y lamentable.

 

 

3/ Bagdad Café.

 

Director: Percy Adlon (1935- ).

Año: 1987.

Nacionalidad: República Federal de Alemania (R.F.A).

Duración aproximada: 91 minutos.

Premio destacado: En 1988, Premio César a la mejor película extranjera.

Principales Intérpretes: Marianne Sägebrecht, Jack Palance, Christine Kauffman.

 

Comentario: Una película magnífica. ¿En qué se apoya una buena película? Esta respuesta no tiene una única respuesta: siempre ira en función de los gustos personales. A unos espectadores le encantará el argumento, a otros los actores o el director, y también se podrá opinar sobre gustos en cuanto a la calidad de la banda sonora; pero, las mejores, suelen funcionar en el conjunto de su producción. Pues bien, está película, en mi opinión, tiene todo esto y en su justo equilibrio. Sin necesidad de efectos especiales, ni explosiones, ni actores del Star system, se consigue una muy brillante película: una trama sencilla, unas interpretaciones soberbias, un director magnífico y una banda sonora inolvidable. Empieza la película con un matrimonio de turistas un poco raro, extremo. La esposa, Jasmin, es abandonada en mitad de la ruta por el marido. Pronto llegará a un cutre motel de carretera secundaria y allí conocerá a Brenda, la propietaria. Con este argumento el director nos ira mostrando un punto de vista optimista sobre la vida y las relaciones personales. Jasmin, por su personalidad introvertida pero inquieta, será el revulsivo necesario para cambiar la vida a un grupo de personas grises y marginadas que pululan en torno al Café Bagdad hasta llenar sus existencias de manera feliz y optimista (bueno, excepto la putilla y tatuadora del motel que se muda por haberse llegado a una situación de “demasiada armonía” para ella). Una película de autor en dónde toda la producción está muy cuidada y trabajada, y esto se traduce en un excelente trabajo que lleva a la implicación de los espectadores tanto en la trama como con los muy logrados personajes. Todos los actores realizan un extraordinario trabajo, pero me gustaría destacar al veterano Jack Palance, que en el ocaso de su carrera borda una interpretación inolvidable en el papel del pintor-decorador retirado y algo solitario, Rudi. Esta buena película nos viene a decir que, hasta en las circunstancias más extremas y desesperadas, los seres humanos tienen que levantarse todas las mañanas y volver a respirar. Es decir, que tienen que hacer prevalecer sus personalidades y centrarse en sus habilidades para continuar son sus tareas cotidianas y así vencer, casi sin darse cuenta, al ocasional desanimo y a la tristeza personal. Pues, con un poco de buena predisposición por nuestra parte, siempre será más fácil que se contagie a nuestro alrededor el optimismo y la bondad que la depresión y la tristeza. Una bella película que siempre recomendaré.

 

 

4/ Cyrano de Bergerac.

 

Director: Jean-Paul Rappeneau (1932- ).

Año: 1990.

Nacionalidad: Francia.

Duración aproximada: 137 minutos.

Premio destacado: En 1990, Oscar al mejor actor y 5 nominaciones más.

Principales Intérpretes: Gérard Depardieu, Vicent Pérez, Anne Brochet, Jacques Weber, Roland Bertin.

 

Comentario: De nuevo otra esplendida película de época (me chiflan las películas de época bien hechas. Se me nota, ¿no?). Cyrano de Bergerac (poeta y dramaturgo, 1619-1655) fue un personaje histórico real. Pero es famoso por haber inspirado a otro poeta y dramaturgo francés, Edmond Rostand (1868-1918), una de las mejores obra de teatro francesa de todos los tiempos titulada con su mismo nombre: Cyrano de Bergerac. Estrenada en París en el año 1897,  de inmediato consiguió un gran éxito y hacerse muy popular. Era una obra encuadrada en la corriente del Neorromanticismo de finales de silgo XIX. Y en esta obra se han basado varias versiones cinematográficas. Yo destacaría dos: la primera es del año 1950, dirigida por Michael Gordon y protagonizada por Mel Ferrer (ganando el oscar al mejor actor por su interpretación); la otra, más reciente, es de la queremos hablar. Gérard Depardieu es uno de los mejores actores franceses de todos los tiempos (en opinión de muchos, el mejor) pero, como todo actor que se precie, tiene su personal antes y después. Para este gran actor su antes y después es, sin duda, su magnífica interpretación de este Cyrano. Se podría decir que el argumento de la película es otra versión distinta de La bella y la bestia, de la belleza interior e intelectual del ser humano frente a la fealdad física del personaje (su enorme nariz, hasta lo grotesco y ridículo, que lo afea y acompleja. Desde un punto de vista físico, con razón, ¿verdad?). Este argumento nos lleva al tema: la belleza que se desprende de la nobleza extrema de algunas almas humanas. Esa nobleza encarnada en el personaje principal que ama de forma anónima, que se juega la vida por amor de forma discreta, sin alardes, que promete lo que puede cumplir y cumple lo que promete (¡ay, cuánto tendrían que aprender algunos políticos actuales del bueno de Cyrano). Hermosa obra de teatro y muy hermosa película que nos señala unos valores humanos que, por singulares y extremos, no son muy habituales entre las personas, así que no está nada mal lucirlos de vez en cuando en estos geniales personajes producto de mejor ingenio humano. Qué puedo decir para terminar, pues lo de siempre: que es una bellísima película, muy bien realizada y ambientada, que hay que ver de cuando en cuando porque se lo merece. O simplemente porque… ¡voto a Dios, el amor tiene razones que la razón no entiende!

 

 

5/ Caro Diario.

 

Director: Nani Moretti (1953- ).

Año: 1993.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 96 minutos.

Premio destacado: En 1994, Mejor Director en el Festival de cine de Cannes.

Principales Intérpretes: Nani Moretti, Renato Carpentiere, Antonio Neiwiller, Jennifer Beals, Moni Ovadia.

 

Comentario: Esta es una maravillosa película que este duende, cada vez que la ve, no puede evitar sentir una especie de catarsis espiritual que tiene como consecuencia más inmediata una optimista recarga de pilas. No es una película de argumento lineal sino que se divide en tres capítulos: En Vespa, Islas y Médicos. En cada uno de estos capítulos Nani Moretti magistralmente nos ofrece una inteligente sátira de algunos aspectos de las sociedades occidentales actuales (aunque, ciertamente, el último capítulo se acerque bastante más al esperpento). En Vespa, la primera parte, es, a mi entender, la más alegre y optimista. Este Nani Moretti no sabrá dar ni un paso sobre una pista de baile pero, oye, en cuanto se sube a lomos de su flamante Vespa, con su casco blanco, se transforma en una radiante y feliz hormiga atómica, siempre acompañado por una buenísima banda sonora: ¡entonces sí es un bailarín de los mejores y más imitados! Recorreremos los barrios de Roma reflexionado sobre asuntos varios y abordando a ocasionales ciudadanos para que nos ayuden en nuestras deducciones, para terminar nuestro paseo en Vespa en un emotivo recuerdo al gran director de cine, escritor y poeta Pier Paolo Pasolini. En el segundo capítulo Nani Moretti se ríe un poco de toda esa manifiesta vanidad intelectual que exhuman al exterior algunas personas cultas. Y lo hará de una manera muy explícita y graciosa: en la persona de su compañero de viajes adicto a la televisión. Pero además en ese recorrido por varias islas del mar Tirreno (recorren Lipari, Salina, Stromboli, Panarea y Alicudi) satirizará igualmente la degradación medioambiental de las islas, la tiranía de los hijos únicos o la esclavitud o aversión de los isleños frente al emergente turismo estival, etc. En la tercera parte realizará un ácido sarcasmo de la profesión médica muy bien documentado y escalonado; una hermandad profesional que “sabe hablar mucho pero escuchar poco”. En suma es una preciosa película de un tipo normal y muy común, aunque “un poco imbécil, pero sólo un poco”,  que cuando se pone detrás de una cámara se transforma en un autentico fuera de serie, ingenioso y brillante. Una película que gustará y divertirá a todo el mundo (bueno, a todos no. Seguramente no será del agrado del colectivo médico. A no ser que sean capaces de hacer un sencillo ejercicio de sincera humildad y de reírse un poco de sí mismos).

 

 

6/ La vida es bella.

 

Director: Roberto Benigni (1952- ).

Año: 1997.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 117 minutos.

Premio destacado: En 1998, 3 Óscars: Mejor Actor, Mejor Película extranjera y mejor banda sonora. 7 nominaciones en total.

Principales Intérpretes: Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Giorgio Cantarini, Marisa Paredes, Giustino Durano.

 

Comentario: Una preciosa y dramática película que es el producto exitoso de un gran atrevimiento realizador: la mezcla continua de humor y drama. Y Roberto Benigni lo hace de forma magistral y hermosa. Desde el principio nos muestra al personaje principal como una buena persona, el joven Guido, se enamora de la bella Dora y tienen a su niño. Todo muy normal y corriente entre la joven pareja, hasta la llegada del horror más inhumano y desmedido, como sólo los humanos sois capaces de imaginar y ejecutar: la guerra y los campos de concentración nazis. En los campos de concentración la imaginación e invención de un padre intenta alivia el penar del hijo. Todo será un juego de puntos y con el añadido de un ilusionante premio final. Y todo de una forma ingeniosa, trabajada y… patética. Una película conmovedora e inolvidable. Con excelentes interpretaciones del propio Roberto Benigni, de Nicoletta Braschi y del asombroso niño Giorgio Cantarini. Cuánta locura es capaz de generar el ser humano y cuánto ingenio es capaz de mostrar ante las situaciones más dramáticas… ¡es casi increíble! Aunque ya se sabe, la vida real siempre supera en todo, en lo bueno y en lo malo, a la ficción del cine. Si buscáis una buena película para reír y llorar ésta es vuestra oportunidad de conseguir esa rara dualidad de sentimientos en un único, sorprendente y maravillo film. Inexcusable.

 

 

7/ La lengua de las mariposas.

 

Director: José Luis Cuerda (1947- ).

Año: 1999.

Nacionalidad: España.

Duración aproximada: 97 minutos.

Premio destacado: En 1999, Goya al mejor guión adaptado.

Principales Intérpretes: Fernando Fernán-Gómez, Manuel Lozano, Uxia Blanco, Gonzalo Uriarte, Guillermo Toledo.

 

Comentario: “Los maestros son la luces de la República”. Esta frase, que se oye en la película en boca del padre de Moncho, no es del todo cierta. Porque los buenos maestros, los que tienen verdadera vocación y honestidad, son las luces de la Republica, de la Monarquía, de la Democracia, de la Razón y, en cualquier caso, siempre son grandes o pequeños intelectuales que forman los verdaderos cimientos de toda posible civilización decente, democrática, tolerante y libre. Y esto, esta España nuestra, lo ha aprendido con sangre, como nos cuenta esta bella y dramática película. Aunque hoy, creo, ya hemos alcanzo un nivel democrático irreversible, no está nada mal homenajear en nuestro recuerdo con gratitud, como hace esta magnífica película, a todos aquellos vocacionales luchadores de encerados que armados de tizas, reglas y paciencia encauzaban a inquietos y revoltosos, a almas puras y legas, hasta atisbar todos esos espíritus prometedores, despiertos, curiosos y, algunos, esforzados, en los que hoy se reflejan nuestras sociedades democráticas. Otra frase de la película: “una sola generación que crezca libre en España y ya nadie nunca podrá arrebatarles la libertad”. Y eso ya ha sucedido en nuestro país, pero no sin tremendo sacrificios personales y dolores ideológicos: esto último fue la tan nombrada Transición a la Democracia, de Don Adolfo Suarez y Cia. Para este duende, Fernando Fernán Gómez, tal vez sea el actor más completo de todo la historia de nuestro cine (y es que, además, era un grandísimo intelectual) con enormes papeles en su bagaje artístico que se nos han quedado inexorablemente en el recuerdo. Pero en esta película se supera. Ese maestro a punto de jubilarse, Don Gregorio, es una maravilla de interpretación, insuperable e inolvidable. Y, aun siendo así, no es el mejor actor de la película: lo es Manuel Lozano, Moncho, un auténtico niño prodigio, espectacular y magnífico. Pero el recuerdo que perdura en mí de esta película sobre todos los demás es la escena final del camión con los republicanos alejándose hacia la muerte y con los niños detrás insultándoles y tirando piedras. Sinceramente no creo que nadie nunca, con tanta brillantez y dramatismo, haya reflejado en tan poco todo el odio, la sinrazón y la locura irracional del fascismo más despreciable. Y eso, verlo tan claro con imágenes tan explicitas y logradas, es bueno y aleccionador para toda alma democrática. Una película imprescindible que no hay que perderse.

 

 

8/ El hijo de la novia.

 

Director: Juan José Campanella (1959- ).

Año: 2001.

Nacionalidad: Argentina.

Duración aproximada: 124 minutos.

Premio destacado: En 2001, nominada al Oscar a la mejor película extranjera.

Principales Intérpretes: Ricardo Darín, Héctor Alterio, Norma Aleandro, Natalia Verbeke, Eduardo Blanco.

 

Comentario: En opinión de este duende, Juan José Campanella es uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos. Su cine es un cine de autor; todo está cuidado, medido y supervisado por su extraordinario ingenio. Sus personajes: soberbios, humanos y naturales. Sus historias: bellas, emotivas y sinceras. Y estoy hablando de todas sus películas, todas las que he podido ver, claro. En fin, que soy un incondicional de su cine y, opino, en esta película se supera. Un tema que, ahora que parece que se nos alarga un poco a todos la esperanza de vida, tal vez muchos de nosotros estemos condenados a sufrir, directa o indirectamente: los problemas de la enfermedad del Alzheimer y sus consecuencias colaterales. El padre (Héctor Alterio) de Rafael (Ricardo Darín)  le comunica que quiere cumplir un sueño de su madre (una sencilla muchacha de barrio, interpretada por Norma Aleandro), internada en una residencia de ancianos aquejada del mal de Alzheimer; este sueño es casarse por la iglesia, pues su anterior boda había sido por lo civil. Este propósito trastorna la frenética vida de Ricardo, trabajo, viejas amistades, compromiso con su novia, relaciones con sus ex-mujer y su hija y otros asuntos nos van llevando a una emotiva y sencilla historia de amores, encuentros y desencuentros, todo tan normal y complicado como cualquiera otra cotidiana vida humana. Una historia que, como ya he dicho, nos puede pasar a cualquiera, ya sea en el papel de Ricardo, del padre, del amigo o, lo que nadie desea, de la enferma madre. Maravillosa película de sentimientos, humanidad y optimismo en las personas. Algo que siempre os hará mucha, pero que mucha, falta a los humanos en vuestras ajetreadas y alocadas vidas. No os la podéis perder, es un bello y sencillo soplo de alegría y optimismo. ¡Mil gracias Campanella!

 

 

9/ Los Lunes al Sol.

 

Director: Fernando León de Aranoa (1968- ).

Año: 2002.

Nacionalidad: España.

Duración aproximada: 113 minutos.

Premio destacado: En 2002, 5 Goyas: Mejor película, Director, Actor protagonista, Actor secundario y Actor revelación.

Principales Intérpretes: Javier Bardem, Luis Tosar, José Ángel Egido, Nieves de Medina.

 

Comentario: Una excelente película que se centra en el drama social del paro, hoy más lacerante que nunca en España. Lacra social, endémica en los sistemas capitalistas, a la que ningún político sabe enfrentarse con valentía y resolución ni encontrar solución a corto plazo, lo que nos hace pensar a todos que esto va para largo y así se perfilan esos personajes atormentados y deprimidos que tan bien se nos muestras aquí. Una ciudad portuaria con sus astilleros navales y unos personajes condenados al paro por las sucesivas reconversiones del sector naval será la guía argumental que le sirven al joven Fernando León de Aranoa para realizar una de las mejores películas españolas de todos los tiempos. Las interpretaciones son todas magníficas (y esto que digo lo avalan los muchos premios cosechados por los actores), la de los principales y la de los secundarios, todos consiguen hacernos entrar en la narración y compartir los sentimientos de esas personas apartadas del trabajo en edad útil. Personas marginadas por la sociedad capitalista, desengañadas, empobrecidas, apáticas y con cierta rebeldía como desahogo desesperado y como orgullo personal (ya se sabe: el pobre, ante el rico y el poderoso, tiene que ser orgulloso). Personas que, de la noche a la mañana, la sociedad productiva les convierte en desechos inservibles a los que hay que mantener para evitar males mayores y que hace exclamar a alguna insensible, arrogante y acomodada gestora del mundo empresarial que no valen para nada. Sólo le habría faltado gritar a la delicada gestora: ¡Esclavos!, ¡Carne de cañón!, ¡Carroña! En fin, esta película también tenía que ser de obligada proyección en institutos de todo el país. Es mejor, más sincero y honrado por parte de las autoridades educativas, decirles a los jóvenes en su primera formación que nuestras sociedades productivas siempre los clasificarán en función de lo que sean capaces de ganar o de sus riquezas heredadas, por sus niveles de ambición o por sus avaricias personales, y no por sus capacidades singulares, irrepetibles personalidades o por su ridícula y desfasada humanidad. Tal vez por eso las Ciencias Humanas están de capa caída en la educación española actual. Y, seguramente por eso también, todavía estemos condenados a sufrir a ocurrentes lumbreras empresariales, como la mencionada señora que no sabe distinguir entre el necesario elemento intelectual y la necesaria mano de obra, binomio inevitable en todos los países del mundo, todos igual de imprescindibles y útiles en la sociedad, obviedad que nos exigen a todos algo más de respeto y prudencia. Por lo menos para que no afloren a los medios algunos sentimientos íntimos, por rancios e impresentables; cháchara irreflexiva e inaceptable por descubrir pensamiento totalmente desfasados, del Antiguo Régimen. Porque, hay que reconocer, que esta explosión de manifestaciones tan sincera representan en sí mismo toda la esencia milenaria de la lucha de clases, ¿verdad? Vamos, que de lo que sí podíamos prescindir, y sería deseable corregir, es de las barbaridades ocurrentes, improvisadas e inoportunas; de eso sí deseamos librarnos lo antes posible, señores empresarios. Bueno, que se trata una película inexcusable para todo buen cinéfilo.

 

 

10/ Los chicos del coro.

 

Director: Christophe Barratier (1963- ).

Año: 2004.

Nacionalidad: Francia.

Duración aproximada: 95 minutos.

Premio destacado: En 2004, 2 nominaciones a los Oscar: Mejor Película Extranjera y mejor canción original.

Principales Intérpretes: Gérard Jugnot, François Berleand, Jean-Baptiste Maunier, Jacques Perrin.

 

Comentario: En mi opinión, una de las más hermosas películas que se han realizado en la última década. Una historia sencilla que ensalza los valores humanos y lo hace de la más asombrosa forma posible: con una extraordinaria banda sonora que no es otra cosa que voces celestiales de un coro de ángeles y que, por momentos, nos dejará completamente extasiados. Al internando de reeducación de menores Fondo del Estanque acude a trabajar de vigilante (una especie de tutor interno) un profesor de música: Clément Mathieu (Gérard Jugnot). Allí descubrirá la tremenda utilidad de la música para interesar y encauzar a unos revoltosos y difíciles niños. Una gran dirección que consigue ofrecernos una maravillosa y emotiva película que nos llena de buenos sentimientos y optimismo. Sobre todo por la moraleja final, donde se viene a decir que, en la mayoría de las ocasiones, la honestidad y el esfuerzo suele tener su justo premio en dosis de felicidad (aunque sea de forma anónima y discreta) y, por el contrario,  la vanidad y la arrogancia, representadas aquí por el personaje del director del centro señor Rachin, igualmente obtiene sus tristes consecuencias (pero, lamentablemente, los duendes sabemos que estos sencillos resultados no siempre son así). El argumento nos cuenta una bonita historia donde un alma buena y noble, con su actitud comprensiva y su ejemplo honesto, es capaz de cambiar para bien muchas cosas de las que se va encontrando en su camino. De dominar rebeldías, por ejemplo, y así, dar nuevos rumbos, mucho más optimistas, ilusionantes y esperanzados a todos esos niños, arrinconados y casi olvidados por la sociedad, con los que se encuentra al llegar al triste internado. En fin, ya sabemos que el cine idealiza hasta los extremos tanto a los malos como a los buenos personajes pero, aunque pueda parecer algo inocente y cándido por parte de este duende (lo duende somos así), quiero pensar que también el cine es el espejo de la sociedad y que ojalá todos nosotros nos crucemos en nuestras vidas con buenas gentes como el profesor Mathieu. Aunque (y si ahora nos queremos mostrar pesimistas), seguramente, os encontraréis a lo largo de vuestra vida con más directores Rachin que otra cosa; pues, entre los humanos, la mediocridad y la vanidad son muchísimo más abundantes que la honestidad y la bondad (¡toma píldora de duende, homo sapiens!).

 

 

“Cuando dirijo, hago de padre; cuando escribo, hago de hombre; cuando actúo, hago el idiota”. Jerry Lewis, actor cómico estadounidense (1926- ).

La República de la luz.

La República de la luz.

MI CINE (I): DIEZ OBRAS MAESTRAS.

Hola a todos.

Igual que hemos hecho con nuestra música, vamos a compartir nuestros gustos cinematográficos.

MI CINE (I): DIEZ OBRAS MAESTRAS.

«Nunca nada es tan claro como se ve en el cine. La mayoría de las personas no saben lo que desean o lo que sienten. Solamente en las películas se sabe bien cuáles son los problemas y cómo resolverlos”. JohnCassavetes, director de cine y actor norteamericano (1929-1989).

 

Historias del celuloide.

Historias del celuloide.

El Cine, el Séptimo Arte, es una de las maravillas creativas de la humanidad. A los duendes nos encanta sobremanera y pensamos que no sabéis los humanos de estas afortunadas generaciones recientes la inmensa suerte que habéis tenido por vivir la época del cinematógrafo. Por tener la fortuna de recibir historias tan bien contadas y realizadas a través de este asombroso medio audiovisual. Pues el cine, que tan sólo cuenta con un poco más de un siglo de existencia (de 1895 son primeras películas de los hermanos Lumière), ya ha escrito su grandiosa y asombrosa propia historia en letras de oro y se ha convertido en uno de los instrumentos intelectuales más completos de los posibles hoy día, pues nos ofrece esparcimiento a la vez que humor, historia, denuncia, concienciación y cultura. Las buenas películas (porque todas, lamentablemente, no son buenas) son obras maestras producto del brillante  y honesto trabajo de grandes directores, actores, actrices, fotógrafos, técnicos varios, productores y otros profesionales. Donde todos ponen lo mejor de cada uno para contarnos magistralmente historias de todo tipo pero, casi siempre, increíbles, hermosas, sobrecogedoras o inolvidables: porque el cine todo lo magnifica y embellece. Qué no hubieran dando Sócrates, Julio César, el rey Alfonso X el Sabio, Felipe II, Descartes,  Napoleón, Goya o cualquier otro mortal anónimo anterior al siglo XX por que le hubieran mostrado la navegación de un majestuoso velero surcando las olas, la batalla por la toma de Troya, la muerte de la bella Cleopatra, la defensa de Jerusalén por los cruzados, la conquista del espacio o cualquiera otras maravillas de las miles que nosotros hemos tenido la oportunidad y el privilegio de “vivir” en la gran pantalla. Sin olvidar que el cine ha sido la única escuela cultural para varias generaciones que nos precedieron. ¡El buen cine es uno de los auténticos milagros del mejor y más excelso humanismo!

3D - El cine del futuro.

3D – El cine del futuro.

Desde mi particular punto de vista, suelo dividir el cine en tres grandes apartados: cine norteamericano, cine europeo y cine del resto del mundo. Personalmente me inclino en mis preferencias por el buen cine europeo o latinoamericano que siempre me ha parecido más personal, intimista y sincero. La potente industria cinematográfica de Hollywood produce cientos de películas al año que, en su inmensa mayoría, buscan el entretenimiento desenfadado del gran público y siempre, sobre todo, la mayor rentabilidad posible (bueno, esto último lo buscan todos y en todo lugar). Profesionales y películas basadas en el mayor pragmatismo económico. Y para ello manejan a las mil maravillas todos los recursos a su alcance: las vías de distribución, la exportación, la popularidad del Star System (contratación de actores y actrices muy conocidos, reconociendo que ya sólo con sus nombres en carteleras aseguran un buen porcentaje de taquilla), cientos de temas triviales y fáciles, de héroes y superhéroes, violencia patriótica, efectos especiales espectaculares, personajes de golfos simpáticos o graciosos, chicas de amores acaramelados, etc. Vamos, que si ahora mismo intento recordar una película norteamericana donde no haya una persecución de buenos y malos sin que se vean destrozados varios autos o donde no haya unas cuantas explosiones espectaculares… ¡me cuesta una barbaridad! Pero, claro, entre esta gran abundancia cinematográfica siempre aparecen (a la fuerza) alguna que otra buena o muy buena película (sobre todo cuando son el producto del trabajo más o menos libre y siempre comprometido de los grandes directores), son ese segmento cinematográfico de élite y buen cine que suele optar a los prestigiosos premiso Oscars. Pero el cine europeo, o argentino o de cualquier otro lugar, no cuenta con aquellos presupuestos de ensueño ni creo que pueda competir en medios y logística con la poderosa industria de Hollywood. Así, este cine se ve obligado a ser mucho más cuidadoso y preciso en sus producciones. Obligados a acertar algo más en sus temas, guiones, exigencia a sus actores y, en suma, en ofrecer muy buena calidad, si quieren “hacer algo importante y sonado” fuera de sus fronteras. Bueno, que tal vez se me note algo en mis gustos esta inclinación personal por el cine de aquí, de Europa, o por ese otro cine de autor más íntimo y personal. Pero, por supuesto, no he despreciado nunca una buena película, sea de donde sea. Sólo les pido que me digan algo importante, bello o humano o que me hagan reír con algo de humor inteligente, y que lo hagan de una manera intensa y sincera. Me gustan las películas lo suficientemente bien hechas para que se me queden grabadas en mi recuerdo para siempre. Y de ese tipo de películas es de las que me apetece hablar y las que pasarán por el Scriptorium. Pido a los Hados que me permitan estar acertado en mis listas de recomendaciones.         

Los geniales trovadores del siglo XX.

Los geniales trovadores del siglo XX.

Ahora, como ya estoy haciendo con mi música, paso a compartir con vosotros mis gustos y mis recuerdos de toda una vida de fiel y agradecido espectador, con la esperanza de coincidir con alguno de vosotros en estos gustos cinéfilos. Empezaré por recordar diez películas que me han dejado un recuerdo imborrable y que las considero auténticas obras maestras, perfectas, inolvidables. Más adelante iré hablando de otras muchas pero sólo de las que me han gustado. Por supuesto, no haría falta que lo dijese (pero lo digo), estoy abierto a cualquier tipo de comentario sobre errores u omisiones en mis propuestas pues, de nuevo, me reconozco un simple aficionado al buen cine y en ningún caso un entendido o autoridad en la materia. Tal vez, en otras futuras entregas, las vaya agrupando por géneros. Es decir, iré recordando diez películas bélicas, o diez cómicas, musicales, del oeste, de aventuras, románticas, dramáticas, etc. El Scriptorium es un lugar abierto a la improvisación cultural (y, sobre todo, ajustado a la disponibilidad de tiempo libre de este duende), por este motivo no me pongo límites a mi cháchara cinematográfica ni a mi imaginación caprichosa. Así que, por aquí, podremos hablar de cualquiera buena película que recordemos con cariño y admiración. Las películas se ordenarán, no por gusto o valoración personal (pues todas me suelen gustar y porque establecer una escala “en el querer” es algo subjetivo y muy personal), sino por el año de su estreno. Luego, daré unos pequeños datos de las mismas: director, año, nacionalidad, duración, premios y actores principales, para terminar con un pequeño comentario de admiración (porque, insisto, sólo hablaré de las películas que a mí me han marcado. Las malas o estúpidas -siempre en mi modesta opinión-, que haberlas haylas, no se tratarán nunca por aquí). Bueno, y dicho esto, ahí van mis diez primeras perlas, imborrables en mi agradecido recuerdo. Espero y deseo que os gusten.

 

1/ El Acorazado Potemkin.

Director: Sergei M. Eisenstein (1898-1948).

Año: 1925. Película muda.

Nacionalidad: Unión Soviética (U.R.S.S.).

Duración aproximada: 77 minutos.

Premio destacado: Mejor película de la historia del cine en la Exposición General de Bruselas de 1958.

Principales Intérpretes: Aleksandr Antonov, Vladimir Barsky, Grigori Aleksandrov, Mikhail Gomorov.

 

Comentario: Es de justicia empezar nuestras recomendaciones con esta película. Fue considerada en la Exposición General de Bruselas de 1958 como la mejor película de todos los tiempos. Yo no sé si decir tanto, pero desde luego es una grandiosa película y una auténtica obra de arte. Si, a los directores de cine de hoy, se les preguntara por los cuatro ases de la baraja de los mejores directores de cine de la historia (algo muy pero que muy, difícil; pero vamos a jugar), estoy seguro que muchos de ellos coincidirían conmigo y nombrarían a Sergei Eisenstein, John Ford, Akira Kurosawa y Stanley Kubrick. Pero Eisenstein fue el primero, el maestro indiscutible en muchos aspectos cinematográficos. En esta película se puede apreciar su particular concepción del cine y la genial maestría de su oficio: el ritmo, la acción, sus enfoques, su primeros planos, su montaje, todo es magnífico y nos muestra el drama, la tensión y la angustia de los personajes de forma asombrosa y magistral; el espectador casi lo vive. Nunca olvidaremos la tensión y el drama de las escenas de La Escalera de Odesa cuando los soldados zaristas tirotean a las masas. En suma, una película muda que tal vez ha hecho mucho más por la industria del cine que ninguna otra en la historia. Imprescindible.

 

 

2/ Amarcord (Mis recuerdos).

Director: Federico Fellini (1920-1993).

Año: 1973.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 127 minutos.

Premio destacado: Oscar a la mejor película extranjera del año 1974.

Principales Intérpretes: Bruno Zanin, Pupella Maggio, Armando Brescia, Ciccio Ingrassia.

 

Comentario: Los seres humanos (y los duendes) al nacer somos un frasco vacío que desde ese mismo instante comienza a llenarse de vivencias y recuerdos (bueno, todos los humanos no piensan así. Algunos creen firmemente que esa inocente alma que es el recién nacido -la mayor pureza que imaginar se puede- no está del todo vacía sino que viene al mundo con un no sé qué pecado mortal del que únicamente se libran si se afilian a su credo, sin su conocimiento y voluntad, claro: marketing, puro marketing. En opinión de este duende es algo muy retorcido y malvado cargar a un recién nacido de culpas de las que no se puede defender. Pero, en fin, allá cada cual con su consciencia o su fe. Esto sólo es la opinión de un duende pagano. Sigamos). En esta bella película Fellini utiliza sus recuerdos de juventud para mostrarnos el país gris, represor y triste que era la Italia fascista de los años treinta del siglo XX. Pero lo hace a través de un elenco de personajes alegres muy logrados, con ingenio brillante, ganas de vivir  y humor muy mordaz. Todo ello consigue hacer de esta película la mejor sátira caricaturesca de un tiempo y un lugar: la Italia fascista anterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero, sobre todo, creo yo, es una magnífica película porque, en su momento, marcó con estilo propio y un atrevimiento sorprendente el camino a seguir a otros buenos cineastas que le precedieron. Desde entonces fue y ha sido el mejor y más claro referente de ese cine de crítica social, sátira ácida y de tópicos personajes costumbristas que tantas buenas películas nos ha ofrecido (por ejemplo, unas cuantas de Luis García Berlanga). Una gran película y un extraordinario director, a los que yo siempre recomendaré.

 

 

3/ Barry Lyndon.

Director: Stanley Kubrick (1928-1999).

Año: 1975.

Nacionalidad: Gran Bretaña.

Duración aproximada: 183 minutos.

Premio destacado: 4 Oscars en 1975: Mejor fotografía, Mejor dirección artística, Mejor banda sonora y Mejor vestuario.

Principales Intérpretes: Ryan O’neal, Marisa Berenson, Leon Vitali, Patrick Magee, Mary Kean.

 

Comentario: Uno de los más grandes directores de la historia del cine en una de sus mejores y más bellas realizaciones. Una película esplendorosamente ambientada en el siglo VXIII y en las cortes absolutistas de Europa, que dura casi tres horas pero que siempre se nos ha hecho corta. Stanley Kubrick realizará un alarde de oficio y maestría, ofreciéndonos sus mejores recursos profesionales y algunas técnicas innovadoras (rodar con luz natural de velas, por ejemplo, y conseguir así unas imágenes preciosas y muy evocadoras de la época barroca) para refleja esta historia de aventuras, ambiciones, pasiones, desengaños y dramas. La historia se centra en la vida del protagonista principal, el joven irlandés Barry Lyndon. Desde que se ve obligado a abandonar su hogar materno por supercherías de faldas producidas por su amor hacia una prima suya,  hasta su dramático y final desenlace en un fatídico duelo que lo dejará tullido. Un personaje que va perdiendo su inicial inocencia juvenil para transformarse en un ser pragmático, en un arribista sin escrúpulos, pero en un padre amoroso y, como consecuencia de esto último, en un pobre borrachín amargado. Llegará a la cumbre social para luego caer de golpe al precipicio de la vida. Pero no antes de mostrarnos que todo este desenlace es consecuencia de una sucesión de experiencias personales forzadas y por enseñanzas de otros personajes igualmente maquiavélicos y trepas. Pero lo grandiosos de esta historia es que es puro cine. Para mí, una de las películas más perfectas y hermosas que podremos recordar. Vestuarios, maquillajes, ambientación, música, personajes, la interpretación, todo es utilizado magistralmente por el director para transportar al espectador de manera espectacular y grandiosa al universo barroco del siglo de las luces y conseguir de esta manera su más sincera admiración a la vez de conducirle a la más placenteras concentración en la historia. Sin duda alguna, una de las grandes obras maestras del cine de todos los tiempos.

 

 

4/ Dersu Uzala (El Cazador).

Director: Akira Kurosawa (1910-1998).

Año: 1975.

Nacionalidad: Unión Soviética (U.R.S.S.).

Duración aproximada: 141 minutos.

Premio destacado: Oscar a la mejor película extranjera del año 1975.

Principales Intérpretes: Maksim Munzuk, Yuri Solomin, Svetlana Danilchenko, Dima Kortishev.

 

Comentario: Cuando acabó la Segunda Guerra mundial nuestro occidente civilizado sufrió la famosa Guerra Fría y su terrible metáfora: El Telón de Acero. Consecuencia: por estos lares siempre se ha visto poco cine ruso. Muy poco. Siempre se oía decir que el cine ruso sólo era un instrumento de propaganda política. Y puede que en gran parte fuera así, no lo sé, pero personalmente dudo que no se realizara de vez en cuando alguna que otra buena película autorizada para occidentales. Supongo que por estos motivos políticos fueron, y son, pocas las películas que se visionaban en las salas occidentales y, a la fuerza, las pocas distribuidas tenían que ser películas selectas.  El caso es que las películas rusas que este duende ha tenido la oportunidad de ver han sido casi todas magníficas. Y Dersu Uzala es uno de mis mejores y más apreciados recuerdos cinematográficos. A principios del siglo XX, un pequeño destacamento del ejército zarista, a las órdenes del capitán topógrafo Vladimir Arseniev, es encomendado de recorrer la región de la taiga del Ussuri, en el extremo oriental de la Gran Rusia. Allí se topan con un solitario cazador de avanzada edad, Dersu Uzala. La amistad que se establece entre el capitán y el anciano cazador es el eje argumental de la película. Este duende recuerda siempre ese asombroso final dramático del film, que viene a decirnos que las personas nunca podrán tener la certeza de que un simple acto de bondad no se pueda transformar en causa de un vil suceso. Afirmar que ésta es una magnífica obra creo que nadie lo pondrá en dudar, pero es que pienso que ya valdría la pena ver la película aunque sólo fuera por ver a los soldados rusos como personas normales y no como retorcidos villanos que es a lo que estábamos acostumbrados por estos lares, y eso sin hablar de todos los valores y sentimientos humanos que sus bellas imágenes nos producen. En fin, debo de reconocer que en materia de cine ruso, este duende, está falto de objetividad por carecer de los debidos conocimientos: ¡más cine ruso, por favor!

 

5/ Carros de fuego.

Director: Hugh Hudson (136- ).

Año: 1981.

Nacionalidad: Gran Bretaña.

Duración aproximada: 123 minutos.

Premio destacado: 4 Oscar en 1981: Mejor película, Mejor guión original, Mejor banda sonora y Mejor vestuario.

Principales Intérpretes: Ben Cross, Ian Charleson, Nigel Havers, Cheryl Campbell, Alice Krige.

 

Comentario: Una película maravillosa y muy bella, con una banda sonora igualmente increíble y hermosa del gran compositor Vangelis (1943- ). Que el deporte es algo consustancial con el género humano es por todos sabido pero, nunca, en mi opinión, se nos ha mostrado de forma tan bella y emotiva como en esta elegante película. La película se centra en los atletas británicos que participaron en los Juegos Olímpicos de 1924 en París. Y, sobre todo, esta película es un hermoso canto a la superación personal, al esfuerzo y entrega sincera de los jóvenes atletas que se nos muestran movidos por sentimientos patrióticos, de superación deportiva y siempre éticos, para nada, en ningún momento, venales (ay, ¡qué tiempos aquellos!). Y, ¡esa música celestial! La música acompaña a las imágenes de forma maravillosa para enaltecer al alma del espectador. Nunca olvidaremos esas bellas escenas del grupo de atletas entrenando en la playa o el doloroso esfuerzo en el rostro de los jóvenes en las pistas de competición. Lo dicho, nunca este duende se ha conmovido tanto y tan sinceramente con imágenes deportivas como lo hizo en esta magnífica película. Un grandioso y sincero homenaje al Olimpismo y al deporte en general. Es otra de esas películas que deberían ser de obligada proyección en escuelas e institutos. Nadie, ningún joven en formación, chicas y chicos, se la debería de perder.

 

 

6/ Amadeus.

Director: Milos Forman (1932- ).

Año: 1984.

Nacionalidad: Estados Unidos de América.

Duración aproximada: 173 minutos.

Premio destacado: 8 Oscar en 1984: Mejor película, Mejor director, Mejor actor, Mejor guión adaptado, Mejor dirección artística, Mejor vestuario, Mejor maquillaje y Mejor sonido.

Principales Intérpretes: Tom Hulce, F. Murray Abraham, Elizabeth Berridge, Simon Callow.

 

Comentario: Una grandiosa película ambientada en la época barroca del siglo XVIII que se centra en la vida de uno de los mejores músicos de todos los tiempos: Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). El guión de la película se basa en un hecho no demostrado históricamente: la rivalidad y envidia que le profesaba a Mozart el italiano Antonio Salieri (1750-1825). Este músico fue un gran compositor de reconocido prestigio en la corte imperial de Viena. Envidia esta que empujará a Salieri a convertirse en la causa directa de la muerte de Mozart y a intentar apropiarse de su genial obra póstuma, su gloriosa Misa de Réquiem. De nuevo tenemos una película de época bellísima donde el director nos lleva de forma imperceptible a sentir las emociones más intensas y profundas. En la figura del joven Mozart, que se nos presenta como un inmaduro arrogante, alocado, tarambana y derrochador, también apreciamos el espíritu del genio creador más sublime. Vemos el esfuerzo y la genialidad de un ser que posee un don especial y divino que lo hace único y maravilloso pero que no lo libra de sufrir todas las miserias y bajezas humanas. Debilidades que inexorablemente lo empujan, solo y empobrecido,  a la frialdad de una triste fosa común. Un guión asombroso, los maravillosos vestuarios, la banda sonora clásica, las ambientaciones barrocas y, sobre todo, las insuperables interpretaciones de unos magníficos actores y actrices son elementos magistralmente combinados por este gran director para ofrecernos casi tres horas del más bello y exquisito cine que imaginar se pueda. Hay muchas escenas bellas en este film pero la escena que más me ha impresionado de siempre es cuando, en la parte final, vemos a Mozart postrado en su cama y agonizante, entre pálidas luces de velas, dictándole la composición del Réquiem a un asombrado y excitado Salieri mientras se van mezclando los tarareos de la genialidad enferma con la majestuosa música de la misa de difuntos interpretada por la orquesta de la banda sonora. Es la mezquindad humana frente a la sublime genialidad como jamás nos la han mostrado. La antítesis humana más común y triste: la mediocridad intentando apropiarse de la apariencia. ¡Glorioso final!

 

 

7/ Los Santos Inocentes.

Director: Mario Camus (1935- ).

Año: 1984.

Nacionalidad: España.

Duración aproximada: 107 minutos.

Premio destacado: Festival de Cannes 1984: Mejor interpretación masculina a Alfredo Landa y a Paco Rabal.

Principales Intérpretes: Alfredo Landa, Francisco Rabal, Juan Diego, Terele Pávez.

 

Comentario: Sin duda, es la película que más me gusta del cine español. Además de un director magnífico, cuenta con un elenco de grandes actores difícil de superar. Y, claro, el resultado no podía ser otra cosa que una película inolvidable y grandiosa. El drama de la España caciquil (esa España de la que también se acuerda Luis García Berlanga –pero éste con cierto humor ácido. Ya tocaremos su cine en otras entregas-), el mundo rural latifundista como nunca nos lo han mostrado, con toda su crudeza, cinismo e inhumanidad. Desde entonces este duende, desde que vio esta película, ha conocido en su vida algún que otro señorito Iván. Es decir, asocio inexorablemente ese carácter de déspota explotador e intransigente a ese nombre (y, lamentablemente y que me perdone, al pobre de Juan Diego. Pero… ¡él se lo ha buscado con su extraordinaria e insuperable interpretación!). Nombre, ¡Iván!, que ya desde entonces me resulta muy antipático, como, por ejemplo, “Celestina”. Milagros del buen cine, supongo. Creo no exagerar si digo que, en mi opinión, esta extraordinaria película aportó su granito de arena a la modernización y democratización del pensamiento social español. Porque, aunque hoy día ya serán pocos los que se reconozcas como Santos Inocentes, no estará nada mal volver a visionar esta historia de vez en cuando para refrescar y oxigenar la conciencia social de clase. Pues, se reconozca o no, la aguda estratificación social todavía es una realidad manifiesta en nuestras civilizadas sociedades de hoy día.

 

 

8/ Pelle, El Conquistador.

Director: Bille August (1948- ).

Año: 1987.

Nacionalidad: Dinamarca.

Duración aproximada: 138 minutos.

Premio destacado: Oscar a la mejor película extranjera del año 1988.

Principales Intérpretes: Max Von Sydow, Pelle Hvenegaard, Astrid Villaume, Lars Simonsen.

 

Comentario: Una maravillosa historia, magistralmente realizada. Esta película se sitúa a finales del siglo XIX en la Dinamarca rural; país donde los salarios son tan altos que los niños no tienen que trabajar y pueden estar todo el día jugando con sus amigos. Dos emigrantes suecos, un padre viudo, Lasse, y su joven hijo, Pelle, llegan a la isla de Bornhlom hacinados entre otros emigrantes a bordo de un pequeño velero. Son analfabetos y desembarcan prácticamente con lo puesto. Su intención es contratarse como mano de obra y ganar algo de dinero, tal vez para poder comprar pasajes para continuar hasta tierras más prometedoras. Cuando ya casi han desesperado de encontrar trabajo son contratados por un capataz que llega tarde al reparto de mano de obra de emigrantes en el puerto. De esta forma se ven trabajando en régimen de servidumbre (o esclavitud encubierta) en la granja Stone, donde sufrirán durante varios años explotación y maltrato. Hoy día no se concibe una sociedad sin la escolarización de los niños, pero esto es algo relativamente reciente. Esta película nos muestra aquella época de miseria y explotación humana donde los niños sólo eran considerados por los “señores” como mano de obra barata, “aunque floja”; lo cual está muy bien para que todos, la mayoría de nosotros, los obreros y duendes, recordemos de qué lugar venimos y lo mucho que todavía queda por hacer en aras de una sociedad más justa e igualitaria. Al final de la película vemos al decidido Pelle, el conquistador, huir de la granja, no sin antes despedirse de todas y cada una de sus vacas y, finalmente, de su anciano padre que se ve sin fuerzas para acompañarle. Irá decididamente de frente y sin volver la vista atrás, en busca de su buena suerte. Y sabemos, los espectadores, que se apoyará en la confianza inquebrantable de su carácter para no perder la esperanza en una nueva y mejor vida. Queremos pensar que el joven Pelle encontró una vida más feliz (que, dado de donde procedía, no sería muy difícil) pero esto no nos debe hacer olvidar que “Pelles” siguen existiendo todavía hoy día. Tal vez no casos tan extremos y miserables (por lo menos en los países del primer mundo), pero qué otra cosa son todos esos jóvenes universitarios y trabajadores que se ven obligados a abandonar sus países en buscar de un trabajo digno, empujados por los malos gobiernos (por lo menos en la España actual) y/o por un salvaje capitalismo depredador que acentúa su ya extrema avaricia apoyándose en la tan mencionada globalización. Sí, lamentablemente, ¡valientes Pelles, obligados a la precariedad de vida por sociedades injustas, todavía hay muchos más de los deseados!

 

 

9/ Cinema Paradiso.

Director: Giuseppe Tornatore (1956- ).

Año: 1988.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 123 minutos.

Premio destacado: Oscar a la mejor película extranjera del año 1989.

Principales Intérpretes: Philippe Noiret, Jacques Perrin, Salvatore Cascio, Agnese Nano.

 

Comentario: Yo, este duende, exclamo aquí y ahora que a esta película la amo. Sí, la quiero, como se quiere a lo más preciado, porque encierra buena parte de mis más felices recuerdos. Pero la quiero no para mí sólo. Desearía que todos la vieran por lo menos una vez en la vida, mayores, adultos o jóvenes, pues ningún alma con un poco de sensibilidad, después de ver esta maravillosa película, dejará ya nunca de querer al cine. Giuseppe Tornatore (tenía que ser el ingenio italiano, claro)  ha creado el más merecido y hermoso auto-homenaje que el propio cine podía imaginar. Siempre me emociono y me saca las lágrimas, no lo puedo evitar (los duendes somos muy flojos en lo sentimental. ¡Qué le vamos a hacer!). De principio a fin, todas esas bellas imágenes envueltas en su emotiva banda sonora inexorablemente me atrapan y cautivan. ¿Quién no ha sido Toto? Todos, en algún momento, hombres y duendes de alguna edad, hemos tenido nuestro propio Cinema Paradiso. Aunque lo recordamos como el cine Cervantes, el Monumental, el Ideal, Cine Independencia, cine Gloria o las sesiones continuas del cine Coliseo, con nuestra merienda de bocadillos de salami o queso. Allí fuimos vaqueros, gladiadores, policías, espadachines y besucones enamorados. Hemos alborotado con las cargas de caballería, jaleado los besos de tornillo, silbado a los malos malísimos y, los más afortunados, ocupado la fila de los mancos con nuestros primeros amores juveniles. Queremos al cine y a sus salas, porque el cine nos ha acompañado en nuestra vida sin escatimar sus dones de felicidad y, claro, un alma decente siempre desea la experiencia de esa misma felicidad para sus retoños. Y esta es su película. La suya, incluso con esa demolición final del viejo Cinema que nos empuja a un cine nuevo y distinto, más silencioso, menos participativo pero, la más de las ocasiones, muchos más explotado y comercial. Pues eso, lo dicho, hermosa y tierna película como ninguna, que yo os recomiendo con todo mi convencimiento y decisión. No os la perdáis y os aseguro que, con esta bellísima historia, disfrutareis de algo más de dos horas de sencilla felicidad.

 

10/ Mediterráneo.

Director: Grabriele Salvatores (1950- ).

Año: 1991.

Nacionalidad: Italia.

Duración aproximada: 90 minutos.

Premio destacado: Oscar a la mejor película extranjera del año 1992.

Principales Intérpretes: Claudio Bigagli, Diego Abatantuono, Giuseppe Cederna, Ugo Conti, Irene Grazioli.

 

Comentario: Otra de mis admiradas y más queridas películas. Durante la Segunda Guerra Mundial un pelotón de jóvenes soldados italianos queda, por circunstancias, aislados y olvidados en una pequeña isla griega donde únicamente aguardan el final de la contienda mujeres, niños y ancianos, y… ya tenemos el mejor escenario posible para realizar una de las más bellas películas de toda la historia del cine. Toda la película está llena de hermosas imágenes muy humanas y optimistas: los partidos de futbol, las pinturas murales de la parroquia, la “feliz” cena con el turco; pero yo siempre recordaré a esta magnífica película por la escena del rudo sargento Larusso y otros dos soldados más aprendiendo a bailar con un anciano un baile típico griego… ¡pero qué hermosa metáfora de la felicidad más sencilla! Todos estos jóvenes soldados tienen al llegar a su nuevo destino sus miedos a flor de piel pero también tienen intactas sus esperanzas o ilusiones de futuro; luchan y quieren seguir luchando por una Italia mejor y más justa (una Italia o una España o Europa o un mundo mejor. ¡Todo es posible en la ambiciosa juventud!).  Al final de la película, el teniente Montini se vuelve a encontrar en aquella isla griega con su asistente Farina y con el sargento Larusso, todos ancianos ya, para reconocer que la mayoría de todos nosotros, humanos y duendes, somos impotentes antes los designios de la vida y que, seguramente, aquellos tres años y pico de asilamiento en la pequeña isla griega, disfrutando de las cosas sencillas, del amor, la creatividad y de las buenas gentes amigas, habían sido de los más felices de su existencia. ¡Qué simple y sencillo es el mensaje de esta estupenda película y cuánto nos hace reflexionar! Reflexionar en unos comportamientos muy humanos, honestos y enriquecedores. ¡Grandiosa y bella película!

 

“El negocio del cine es macabro, grotesco; es una mezcla de partido de futbol y de burdel”. Federico Fellini, director de cine italiano (1920-1993).

El Ateneo de los sueños.

El Ateneo de los sueños.