MIS LECTURAS: RETORNO A BRIDESHEAD. De Evelyn Waugh (1903 – 1966).

Hola a todos.

De todos es sabido que los duendes pertenecemos a un universo paralelo al de los humanos. Pero, vosotros los humanos, tenéis vuestros propios universos paralelos. El libro hoy recomendado nos sitúa en uno de esos mundos.

MIS LECTURAS: RETORNO A BRIDESHEAD. De Evelyn Waugh (1903 – 1966).

» Al final del trimestre tuve mis primeros exámenes parciales; había que aprobar para seguir en Oxford, y aprobé tras una semana en la que prohibí a Sebastian la entrada en mis habitaciones, y me quedé despierto hasta altas horas de la noche, con café negro helado y galletas secas, empollando los textos desatendidos. No recuerdo ni una sílaba de aquellos textos, pero el otro saber, mucho más antiguo, que adquirí durante aquel trimestre, me acompañará, bajo una forma u otra, hasta mi última hora”. Charles Ryder.

Inolvidable Venecia.

Inolvidable Venecia.

Algunas de sus obras destacadas:

–          Decadencia y caída (1928).

–          Cuerpos viles (1930).

–          Un puñado de polvo (1934).

–          ¡Noticia bomba! (1938).

–          Más banderas (1942).

–          RETORNO A BRIDESHEAD (1945).

–          Los seres queridos (1948).

–          Hombres de Armas (1952).

–          Oficiales y caballeros (1955).

–          Rendición incondicional (1961).

Nuestro autor fue además un gran viajero y, en consecuencia, escribió también algunos libros de viajes. Nos lo podíamos haber encontrado recorriendo los Estados Unidos de América, África, Sudamérica y Europa.

Arthur Evelyn St. John Waugh

Arthur Evelyn St. John Waugh

Arthur Evelyn St. John Waugh nace un 28 de Octubre de 1903 en Londres, en el seno de una acomodada y conservadora familia anglicana. Su padre era el conocido editor Arthur Waugh y su hermano, Alec Waugh, también será escritor. Con estos determinantes familiares y como no podía ser de otra manera, su educación fue elitista y esmerada. Sus estudios de pregrado los realiza en el Lancing College de Sussex y comenzó sus estudios de Historia en el prestigioso Hertford College de Oxford, pero estos estudios no los terminará, pues la vida le llevó de forma inmediata a su verdadera vocación: la escritura. En 1926 ya nos lo encontramos trabajando como periodista en el Daily Mail, para el que será corresponsal en Etiopia en el año 1935. Su primera novela se publica en 1928 y será una cómica sátira social que obtendrá un gran éxito de público y crítica: Decadencia y caída.

Hertford College de Oxford

Hertford College de Oxford

En lo personal, en 1928 contrae matrimonio con Evelyn Gardener. Pero este matrimonio debió de ser un calentón sexual juvenil pues tan solo dos años más tarde se separa (o, tal vez pudiera ser, que su joven personalidad sexual todavía estaba algo inmadura y no acababa de definirse en su interior). Ese mismo año, 1930, deja de lado su anglicanismo familiar y su agnosticismo juvenil y se convierte al Catolicismo de una forma sincera y definitiva, siendo ya hasta su muerte un ferviente católico romano apostólico (y de esto último da fe la novela hoy recomendada). En el año 1937 contrae de nuevo matrimonio con la que sería ya su esposa de por vida y madre de sus hijos: Laura Herbert. Tuvo cuatro hijos: en 1938 nace su primera hija, Teresa; en 1940 nace su segunda hija, pero este bebé muere ese mismo año; en 1944 nacerá su tercera hija, Harriet; y en 1950 nacerá su único hijo varón, Septimus. Durante la Segunda Guerra Mundial nuestro protagonista sirvió como comandante en la Marina británica (de hecho, en el prefacio que nos ofreció a la edición de la novela hoy tratada, para la edición de 1960, nos indica que escribió, con cierta precipitación creadora, en seis mese el libro aprovechando un permiso de convalecencia que recibió por un leve accidente de paracaidismo).   Evelyn Waugh muere un 10 de abril del año 1966 a la edad de 63 años.

Portada. Retorno a Brideshead.

Portada. Retorno a Brideshead.

Hoy queremos recomendaros la que está considerada su mejor novela: Retorno a Brideshead (lectura en la edición de Argos-Vergara. Traducción de Caroline Phipps). Como hemos apuntado, Evelyn Waugh en esta novela nos adentra en uno de esos mundos paralelos del universo humano que el común de los mortales sólo podemos atisbar gracias a la buena literatura o al buen cine: el universo de la Alta Sociedad inglesa, de la deslumbradora Aristocracia Británica. Pues todos los personajes de esta novela se encuadran entre el hombre rico, muy rico o inmensamente rico (cenas de riguroso esmoquin, servicio de criados con criados, cacerías a caballo, flota de Rolls Royce con choferes, etc.).  En el prefacio de la novela ya mencionado, el autor nos indica claramente el tema, pero dejando caer al unísono una especie de humilde disculpa por considerarse algo presuntuoso e inmoderado: La influencia de la gracia divina en un grupo de personajes muy diferentes entre sí, aunque estrechamente relacionados. Es decir, el tema es claramente de espiritualidad católica (y, para confirmar esto último, sólo tendríamos que referirnos a la apoteosis final con la escena de la muerte en la cama de Lord Marchmain).

Ciudad de Oxford.

Ciudad de Oxford.

Pero, que nadie lo dude, Evelyn Waugh nos ofrece este libro desde la mayor franqueza posible y volcando en él gran parte de sus vivencias personales, sin ningún ánimo de adoctrinamiento religioso, más bien siendo simplemente un mero narrador de experiencias muy personales y profundamente arraigadas en su espíritu y personalidad. Nos muestra así su alma desnuda además de enseñarnos un sincero punto de vista existencial. Y cuando se escribe de esta manera sólo se puede esperar una obra maestra, una grandísima obra literaria (esta novela, no solo es que le guste a este humilde duende, sino que está considerada por la revista Time como una de las cien mejores novelas de lengua inglesa del siglo XX). Por todo esto, pienso, esta estupenda novela agrada a casi todo el mundo: a católicos, anglicanos, agnósticos o ateos. Todos quedamos enganchados, sentimos un halo de atracción hacia esa aristocracia creyente y algo decadente, y esto es consecuencia sobre todo a la tremenda sinceridad latente en toda la obra y a una prosa elegante y a la vez mordaz, muy bella y casi lírica, un estilo de lenguaje que parece corresponderse con todos esos personajes y ambientes de la Alta Sociedad. Una escritura, sin duda, subyugante y placentera, os lo garantizo.

Sebastian, Charles y Aloysius.

Sebastian, Charles y Aloysius.

El personaje principal de la novela es el oficial del ejército británico, capitán Charles Ryder, que empujado por el imprevisible flujo de la Segunda Guerra Mundial y de forma circunstancial, regresa al castillo de Brideshead, y este retorno inesperado reaviva de forma inevitable e intensa todos sus recuerdos más transcendentales y olvidados. En la primera parte del libro, el siguiente personaje primordial es su joven y querido (o mejor dicho, amado) amigo de parrandas y borracheras, el hermoso y encantador Sebastian Flyte. En la segunda parte del libro, Sebastian casi desaparece, se diluye en el drama de la trama pero permaneciendo de forma sutil y determinante en la memoria y el recuerdo de todos los demás personajes. En esta segunda parte ese oscurecido protagonismo de Sebastian es tomado por su hermana, la bella, soñadora y creyente Julia. Y luego tenemos un gran elenco de personajes muy bien construidos y que le sirven al autor para ir subrayando el tema principal de su obra: otros estudiantes de Oxford, destacando el provocador y retorcido Anthony Blanche; el calculador, oportunista y ambicioso Rex Mottram; el gris tutor-guardián de Sebastian, el señor Samgrass; el excéntrico y solitario padre de Charles Ryder, Edward Ryder; o el resto de la familia Flyte: la devota católica Lady Marchmain, la simpática hija menor Cordelia, el gris hijo mayor y heredero Bridey, o Cara, la educada y correcta amante del patriarca. Tal vez sea el último personaje importante, Lord Marchmain, el más incomprensible y confuso para este duende. Un personaje algo secundario durante toda la novela pero que toma una importancia transcendental al final de la misma; un aristócrata anciano, culto, cargado de deudas pero siempre de vida sibarita, que se nos muestra permanentemente autoexiliado en el extranjero porque no soporta a su abandonada esposa y que además apenas ve a sus hijos (con la excepción del encantador Sebastian), noble varón que lleva más de veinte años como apostata convencido de su fe católica. Pero, claro, este personaje, algo forzado en mi modesta opinión, lo podemos ver como una licencia personal de Evelyn Waugh, y se servirá de él al final de la obra para reafirmar de forma espectacular y algo teatral el tema de la novela y para contentar con este desenlace triunfal, pero ciertamente asombroso, a su sincera fe católica.

Christ Church College. Oxford.

Christ Church College. Oxford.

Que Evelyn Waugh volcó en esta obra buena parte de sus vivencias personales es algo comprobado por la escritora Paula Byrne, que en su obra Mad world. Evelyn Waugh and the secrets of Brideshead, nos lo aclara. El alter ego de la literaria familia Marchmain sería la aristocrática familia Lygon de Madresfield. Nuestro escritor, en su época de estudiante en Oxford, mantuvo una intensa relación de amistad y amor con el hijo menor de esta acaudalada familia, el joven Hugh Lygon, segundo hijo del Conde de Beauchamp. Por este motivo fue acogido en repetidas veces en su magnífica casa familiar y allí conoció al resto de la noble familia Lygon. Evelyn Waugh consiguió superar sus inclinaciones homosexuales gracias a su conversión al catolicismo y con su posterior segunda boda y su inmediata paternidad, pero el joven Lygon parece ser que no fue capaz y, empujado por los tiempos poco tolerantes y, se supone, por la fuerte incomprensión familiar, cayó en el alcoholismo, muriendo de forma prematura a los pocos años. Además, por aquella época, el patriarca de la familia Lygon, el séptimo Conde Beauchamp, vivía en el extranjero. Nuestro escritor tampoco termino sus estudios de Oxford e, igualmente que nuestro protagonista Charles Ryder que los abandona para dedicarse a la pintura, él los abandonará para dedicarse a la escritura. Bueno, que como vemos, son muchas las similitudes entre vida y literatura en estas comparaciones entre el autor y su obra.

Retorno a Brideshead. Serie de TV.

Retorno a Brideshead. Serie de TV.

Que este duende sepa, esta magnífica novela ha sido filmada en dos ocasiones. Una película del año 2008, dirigida por Julian Jarrold e interpretada por Emma Thompson (lady Marchmain), Matthew goode (Charles Ryder), Ben Whishaw (Sebastian Flyte) y Hayley Atwer (Julia Flyte); pero esta película no he tenido la oportunidad de verla y no os puedo decir nada de ella. Y una espléndida e inolvidable serie de televisión del año 1981, producida con un presupuesto de lujo por Granada Televisión, emitida en once bellísimos capítulos que se nos hacen cortos. Esta serie fue dirigida por Charles Sturridge e interpretada por Jeremy Irons (como Charles Ryder. Era la primera vez que yo veía a este actor británico y aquí, desde luego, está soberbio), Anthony Andrews (mi rostro de Sebastian Flyte siempre será el de este insuperable actor), Diana Quick (Julia Flyte) y, en una de tantas de sus magnificas interpretaciones, uno de los más grandes actores de todos los tiempos, Sir Laurence Olivier (como Lord Marchmain). Como la serie contaba con un presupuesto adecuado a la historia, sus exteriores son de lujo: para la primera parte, en Oxford, se rodó en los bellos colleges de HetfordWadham Christ Church; para las escenas del castillo de Brideshead se utilizó el grandioso Castillo de Howard en Yorkshire; y las escenas del transatlántico se rodaron en el lujoso Queen Elizabeht 2. Vamos, que la belleza y grandeza de esta serie creo que es incuestionable e insuperable. Desde el año 2000 está considerada en el puesto número diez entre los cien mejores programas de todos los tiempos de la televisión Británica, además de haber conseguido nada más estrenarse, en 1982, el premio a la mejor serie dramática de televisión otorgado por la Academia Británica de Televisión. En fin, que si no la conocéis, no dudarlo, ¡buscarla! Es una joya de serie que no os podéis perder y que os garantiza horas de placentera y magnifica evasión.

Algunos personajes de la serie de TV.

Algunos personajes de la serie de TV.

Sí, una gran serie de televisión, pero no nos olvidemos que si esto es así es porque el guión se apoya en una extraordinaria novela. Evelyn Waugh nos ofrece, sin duda, una novela que será reconocida (si no lo es ya) como un clásico de la literatura universal de todos los tiempos. Con su exquisita prosa y sus personajes tan reales y variopintos, nos muestra el alma humana, con sus debilidades y sus grandezas, y nos muestra, de forma magnífica, vidas y situaciones humanas donde la riqueza y el lujo más extremo no son determinantes para alcanzar la felicidad o la ruina personal. Donde la espiritualidad religiosa (la gracia de Dios, que diría Evelyn Waugh) puede ayudar a vivir y formar espíritus fuertes, razonablemente felices y dignos de elogio por su sincera Fe cristiana y recta moral (Cordelia, lady Marchmain o los monjes caritativos del norte de África) o, por el contrario, destruirlos o condicionarles a una vida imposible, gris o llena de infelicidad (Charles, Sebastian, Julia, Rex Mottram o Bridey, por ejemplo). En suma, que, más que la ortodoxia espiritual, es la Interpretación Humanística que cada uno le dé a las cosas y a las creencias, hasta allí dónde la capacidad intelectual de cada cual llegue o se haya preocupado en cultivar o hasta dónde la fortaleza de su carácter personal le empuje, lo que permitirá su plena realización personal o determinará el grado de felicidad de sus vidas. Porque la vida nos demuestra, una y otra vez, que las mismas doctrinas espirituales tienen resultados muy diferentes en el alma humana, y esto es así, precisamente, por esa innegable singularidad humana que predomina en la creación.

Julia, Sebastian y Charles.

Julia, Sebastian y Charles.

En fin, que este duende no tiene las palabras justas para expresaros lo mucho que me gustó esta novela la primera vez que la leí ni lo mucho que me sigue gustando hoy día. Seguramente será porque esta obra (regalo de un católico sincero, no se olvide), no deja indiferente a nadie; porque todos nos vemos obligados a meditar sobre la espiritualidad del ser humano y… a dudar. Puede que a dudar de la existencia de un dios supremo, omnipresente y omnipotente o, seguro, de unas iglesias seculares, interesadas y poderosas, pero, ciertamente, nunca podremos dudar de una realidad manifiesta: la existencia de la espiritualidad del alma, algo que nos define de forma incuestionable como seres humanos (o duendes, que también) y que, lo queramos o no, determina siempre de una forma u otra nuestras cortas existencias. Podréis ser católicos, anglicanos, protestantes, musulmanes, judíos, budistas, creer en las Hadas o en los Hados, en el Destino o en el Olimpo, pero una espiritualidad del alma humana (y de los duendes) siempre existirá porque es indispensable para la vida, opino. Pero, como este duende es un sincero agnóstico, este tema lo dejaremos ahora aquí para que cada cual medite y saque sus propias conclusiones. De lo que no tengo ninguna duda es de que, una vez leída esta novela, uno se siente mucho más tolerante en todos los sentidos y algo mejor persona; y esto sólo nos lo puede ofrecer algunas obras del maravilloso cine o, en nuestro caso presente, una obra maestra de la gran literatura. Y ahora yo me limitaré, y ya termino, a recomendaros la lectura de este extraordinario libro porque sé bien que es una maravillosa novela que os garantiza un pequeño pero muy grato gozo literario al que nadie debería de renunciar.

“Durante casi diez años largos y muertos, después de aquella velada con Cordelia, me dejé llevar por un camino exteriormente repleto de cambios e incidentes, pero nunca, durante esa época, excepto alguna vez en mi pintura -y aun así con intervalos cada vez más espaciados -, me sentí vibrar con la misma vitalidad que a lo largo del tiempo que duró mi amistad con Sebastian. Supuse que era la juventud que se me iba, no la vida”. Charles Ryder.

Castillo de Howard en Yorkshire (Brideshead).

Castillo de Howard en Yorkshire (Brideshead).

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