Hola a todos.
Hoy nos vamos de turismo, pero del de gran lujo.
LA TARJETA POSTAL: GRAN HOTEL (I).
El viaje de turismo, tal y como se conoce hoy día, es algo muy reciente en la sociedad. Se puede decir que este concepto nació allá por la mitad del siglo XIX con los grandes cambios sociales que resultaron de la incipiente Revolución Industrial. Pero, para observarlo ya como fenómeno de masas y principalmente en el mundo desarrollado, habría que esperar a la explosión demográfica de las subestimadas Clases Medias a partir de las décadas de los 50 y 60 del siglo XX. Vamos, que sólo hay que remontarse a la generación de nuestros abuelos para apreciar que eso de viajar por ocio y placer era algo reservado a una élite muy pequeña de las clases más pudientes y acomodadas. Ahora mismo me viene a la memoria una par de buenas películas que nos muestras lo que era viajar por placer en la época de nuestros abuelos (o bisabuelos): Muerte en Venecia, de Luchino Visconti del año 1971, o Una habitación con vistas, de James Ivory del año 1.985 (aquí, en esta película, ya se nos muestra un tipo de turismo algo menos ostentoso, pero igualmente elitista); en fin, os las recomiendo, aun para volver a verlas. El resto, el común de los mortales, sólo viajaban por motivos de fuerza mayor: ya fueran de trabajo (inmigrante, jornaleros, militares y marinos, cleros y sanitarios, etc.) o de índole más grave (exiliados, enfermos, viudas o huérfanos, etc.), pero esto es otra historia que podremos tratar otro día.
A lo que vamos. Cuando aquellas clases pudientes viajaban por placer lo solían hacer “a lo grande”. Querían, como siempre se espera del viaje de turismo, vivir una experiencia intensa, magnífica, y capturar unos recuerdos imborrables, para compartir y narrar toda la vida. Así, en las ciudades más turísticas de la época, en balnearios, en playas, en sierras y allí donde se podían obtener vistas pintorescas y ambientes amables y relajados, se levantaron grandiosos hoteles que atendían a su selecta clientela con todo lujo de comodidades y todo tipo de detalles y atenciones serviles. La competencia para atraer a las ilustres clientelas entre hoteles y paradores se extendía vertiginosamente y era despiadada. De modo lógico, las tarjetas postales ilustradas se fueron multiplicando pues eran una estupenda propaganda barata y de fácil distribución.
Hoy, a pesar de arriesgarme a despertar de forma impertinente en algunos de vosotros el “mono” de las vacaciones, quisiera compartir en el Scriptorium una remesa de postales de Grandes Hoteles. De estas series hay miles, la verdad, así que tendremos para más días y otras entregas de este tipo de postales. Bueno, espero que os gusten, yo os dejo para planificar mis vacaciones entre sorbitos de hidromiel y ensoñaciones de doradas playas de hermosas y bronceadas duendecillas (con bikini, sí, pero siempre con su gorro puntiagudo, que el decoro y la buena educación no se pierden ni de vacaciones, ¡faltaría más!).
- Terraza comedor Hotel Drei Könige – Baden-Baden (Alemania).
- Hotel Grosvenor House – Park Lane – Londres.
- Hotel Rokkosan – Japón.
- Sala de Estar – Hotel Cecil – Los Ángeles (U.S.A.)
- Comedor – Hotel Cecil – Los Ángeles (U.S.A.)
- Strand Palace Hotel – Londres.