HA NACIDO EL BLOG: COSTA DA MORTE. Fronteras de Atlantis.

Hola a todos.

Hoy queremos haceros participes del nacimiento de un nuevo blog hermanado con el Scriptorium y realizado por un gran amigo de este duende. Hemos añadido a nuestra banda lateral una imagen de enlace a este nuevo proyecto que pretender ser un espacio cultural, plural y ameno.

 

HA NACIDO EL BLOG: COSTA DA MORTE. Fronteras de Atlantis.

 

Costa da Morte.

Costa da Morte.

Breixo Abréu, gallego de Camariñas, es un viejo lobo de mar, jubilado, algo rudo y terco, pero con tiempo y ganas de mostrarnos su personalidad generosa y extrovertida, además de su incondicional amor por la mar y las gentes marineras. Embajador de Ávalon en los reinos de Iberia y cónsul de Atlantis en las tierras emergentes. Es, igualmente, mi entrañable amigo desde hace muchos años y hemos compartido amenas tertulias y opiniones, ricas viandas, amén de deliciosos orujos de Galicia y buenos Whiskys de Ávalon. Se puede decir que el bueno de Breixo y este duende escribano somos almas gemelas. Nos unen muchos puntos en común: nos gusta la buena literatura, la buena música, el buen cine, somos de izquierda socialista, republicanos convencidos, agnósticos recalcitrantes, y, muy importante, ambos tenemos una imaginación rica y algo incontinente. Pero, para ser sincero, me ha costado lo mío convencerle de que iniciará esta aventura bloguera. Recuerdo perfectamente nuestra última y determinante charla…

Oye, Breixo, ahora que dispones de más tiempos libre, no te apetecería sumarte a los nuevos tiempos y crear un coqueto blog que nos hable del mar y sus gentes. Llevas años soltándonos largas peroratas de asuntos marineros y ahora, llevándolas a un blog, creo que disfrutarías y te entretendrías de una forma amena y enriquecedora.

Me miró con algo de asombro y sorpresa.

– Pero Duende, ¡qué dices! ¿Crear yo un blog! Yo soy parlanchín, cierto, pero hombre de pocas letras y escasos conocimientos. ¿Cómo voy a afrontar esa empresa con un mínimo de viabilidad e interés?

– ¡Que eres de pocas letras! – me sorprendió mucho oírle decir esto, la verdad, era intencionada falsa modestia – . En tus guardias, largos viajes y tiempos muertos has leído más libros que este duende y llevas media vida completando interminables Cuadernos de Bitácoras. ¡Ya tienes lo esencial! ¿Escasos conocimientos? Tú siempre te puedes apoyar esa heterogénea y variopinta tripulación de la taberna El Pecio Alegre. Por lo que me has contando, allí cuentas con un buen maestro de escuela muy leído y culto, estupendos cinéfilos, mejores melómanos y hasta pequeños filósofos que se atreven con lo divino y lo pagano. Sin contar con la extraña y mágica concurrencia nocturna que suele frecuentar el lugar y que siempre tienen cosas interesantes que contar. Creo que si los consigues convencer y enrolarlos en tu proyecto te podría salir algo muy decente, útil y atractivo.

– En eso sí tienes mucha razón – ya iba teniendo la mirada perdida en el techo y una ligera sonrisa en el rostro-. Pero, ¿y si no estoy a la altura y hago el ridículo? La verdad, me da un poco de vergüenza.

– ¡Hacer el ridículo! ¡Vergüenza! ¡Pero en qué país vives! ¡Por las Hadas, mira a tu alrededor! – esto terminó de irritarme del todo y desató esa rabia natural que todo duende esconde-. ¡Vergüenza! Vives en un país gobernado por una derecha insufrible que obliga, con sus políticas capitalistas, a los jóvenes más preparados a emigrar a la fuerza a otros países, los expulsa, les sobran, los aparta de sus familias, y, a los pocos que se quedan, les ofrece un trabajo precario, mal pagado y lastimoso, ¡los convierte en jóvenes depresivos!  Y esas migajas se le ofrece a los jóvenes bien preparados, a los de estudios básicos les espera trabajos de miseria, explotación, inseguridad y precariedad laboral y un futuro más lastimoso todavía. ¡Mira en las televisiones! Llenas de mediocres profesionales vendidos a programas basura y legiones de esos desencantados jóvenes que se apunta a los casting de estos programas porque hacen de la televisión el centro principal de sus aspiraciones y sueños de enriquecimientos rápidos: jóvenes que por salir en la tele… ¡maaaatan! Para luego, por un puñado de parné, mostrar sin ninguna vergüenza ni pudor sus más patéticas carencias, una manifiesta incultura, a gritos sus groserías más burdas, sus sentimientos más íntimos y, en suma, nos muestran a una juventud indolente, superficial, materialista y lamentablemente obscena, que termina equivocadamente, en mi opinión, por parecer el paradigma deseable de toda una generación. ¡Vergüenza! Tú hablará en tu blog del mar y las gentes marineras, algo que quieres y amas con el corazón y el alma. Mostrarás de forma sincera tus gustos culturales y tus opiniones personales, y lo harás desde el respeto y la buena intención. ¡Vamos, Breixo, medita! Al lado de toda esa tempestad de vulgaridad televisiva y mediocridad política, lo tuyo sí que va a desentonar, ¡será una brisa fresca, higiénica y limpia! Seguramente no le guste a todo el mundo lo que escribas, pero ¿quién pretende gustarle a todo el mundo? Eso es imposible, lo sabes bien. Como yo, como todos, con los años, tú ya tienes tu ideología y tus ideas preconcebidas y a todos no les van a gustar tus opiniones, está claro. Al final puede que te lean unos pocos, “los de tu cuerda”, como ocurre normalmente con la prensa, donde cada periódico atrae a los de su línea de opinión. Esto es de sentido común. Por otra parte, ¿qué es lo peor que te puede pasar? Que no te lean y que tu blog no cause el más mínimo interés, pues lo dejas y a otra cosa. Más se perdió en Cuba. Pero, ¡y si ganas lectores! Disfrutarás tú y tus compadres de la taberna, os divertiréis de forma barata (que con los tiempos que corren, es para tenerlo muy en cuenta) y enriqueceréis vuestro bagaje cultural compartiendo conocimientos y opiniones. Vamos, viejo lobo de mar, embárcate en la aventura y proa para adelante, como los de Alicante.

Breixo retiró de sus labios la vieja pipa de espuma de mar y su sonrisa era ya clara y hasta explosiva.

– De acuerdo, viejo amigo, me has convencido. Me pongo en la tarea de crear un blog marinero y de alguna cosilla más, pues intentaré obtener la complicidad y colaboración de toda mi peña del Pecio. Pero me temo que hay un tema, como tú bien sabes, que me exaspera sobremanera y no sé si sabré contenerme y mantener las buenas maneras que exige el sitio y las circunstancia, es el tema político. Soy un viejo socialista y los tiempos actuales de la Iberia me parecen tenebrosos, o por lo menos grises, llenos de políticos cínicos, mediocres y deshonestos. Pero te prometo ser prudente y comedido.

– Bien, Breixo. Sí, intenta ser prudente y comedido siempre, pues ya se sabe, no hay persona que sea en todo momento y lugar y a los ojos de todos, deshonesto, corrupto o incompetente. Todo depende siempre del cristal con que se mira. Pero que tu incontinencia crítica no te haga desistir de tu nuevo blog. ¿De acuerdo?

Y me estrechó mi menuda mano con un fuerte apretón de su manaza.

– ¡De acuerdo Duende! Y ahora, ¡tacaño incorregible!, saca ese celestial Whisky de doce años que tienes tan bien guardado para las grandes ocasiones y, por esta vez, no escatimes en el trago y muéstrate algo más generoso de lo habitual en ti. 

 

Viento en popa y a todo trapo... ¡buena suerte!

Viento en popa y a todo trapo… ¡buena suerte!

Y así fue la gestación de este nuevo blog marinero que ahora os recomiendo y que inicia su singladura bloguera. Aunque, para ser sincero, Breixo nunca ha sido muy constante en sus empresas y me temo que la continuidad de este nuevo blog esté sujeta a la aceptación y concurrencia. Pero esto sólo el tiempo nos lo dirá, ¿verdad? Como ya hemos dicho, hemos puesto una imagen de enlace en nuestra barra lateral y, a su vez, Breixo ha puesto otro enlace al Scriptorium en su propia barra lateral: Yo por ti y tú por mí. Es lo justo, ¿no? Ya únicamente me queda desearle a Breixo y a su simpático equipo tabernero toda la suerte del mundo y que disfruten mucho en esta nueva navegación sin encontrar fuertes tormentas ni escollos insalvables. Que su nueva Odisea sea un viaje noble, enriquecedor y divertido, siempre proa hacia la búsqueda del saber y el conocimiento humanista,  y ojalá, quieran las Hadas y el Destino, nos salve o mitigue un poco al alma de tanta estulticia y vulgaridad televisiva y política. Desde Ávalon y Atlantis…  ¡Buen viaje Costa da Morte!

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MIS LECTURAS: LOS VIEJOS MARINEROS. De Jorge Amado (1912-2001).

Hola a todos.

La maravillosa novela que hoy tocamos es una preciosa narración que encanta y entretiene, enriqueciendo nuestro bagaje cultural de manera incuestionable.

MIS LECTURAS: LOS VIEJOS MARINEROS. De Jorge Amado (1912-2001).

«<<Señor Aragaozinho>>… A lo largo de todo el día seguía oyendo la odiada partícula, doliéndole como una bofetada, como un mote. Lo humillaba hasta lo más hondo del alma, se sentía rojo de vergüenza, bajaba la cabeza, la fiesta había perdido para él todo placer, le habían estropeado el día. ¡Qué le importaba todo el dinero de que podía disponer, la simpatía que tantos le mostraban, la amistad de figuras importantes, si no era realmente uno de ellos, si había algo que los separaba, estableciendo entre ellos una distancia! De Los viejos marineros.

Jorge Amado en faena.

Jorge Amado en faena.

Algunas de sus obras destacadas:

–          El país del Carnaval (1931).

–          Cacao (1933).

–          Tierras del sin fin (1943).

–          Gabriela, clavo y canela (1958).

–          LOS VIEJOS MARINEROS O EL CAPITÁN DE ULTRAMAR (1961).

–          Tienda de los milagros (1969).

–          Tieta de Agreste (1977).

–          De cómo los turcos descubrieron América (1994).

Empezaremos con una pequeña biografía, extraída de la red.

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Capitanes de Altura.

Jorge Amado nació el 10 de agosto de 1912 en una familia acomodada de hacendados de Itabuna, población situada al sur del estado de Bahía, en Brasil. Cursó sus estudios secundarios en Salvador de Bahía, capital del estado, y muy pronto empezó a realizar trabajos para los periódicos locales y a participar en las tertulias y vida literaria de la ciudad, siendo uno de los fundadores del grupo de intelectuales conocido como La Academia de los Rebeldes. En 1933 se casó con Matilde García Rosa, y ese mismo año nació su primera hija, Lila. En el año 1935, con 23 años, se licenció en la Facultad Nacional de Derecho de Río de Janeiro. Por esta época se afilió al Partido Comunista de Brasil (PCB) y, por este motivo, se vio obligado al exilio en Argentina y Uruguay durante los años 1941 y 1942. En 1943, al regresar a Brasil, se separó de su primera mujer.

El viejo marinero.

El viejo marinero.

El año 1945 fue un año determinante en su vida. Ese año fue elegido diputado a la Asamblea Nacional Constituyente de Brasil por el PCB y, ejerciendo sus funciones de diputado, contribuyó a la redacción de la nueva Ley que aseguraba la libertad de culto religioso en Brasil. Este mismo año se volvió a casar en segunda nupcias con la también escritora Zélia Gattai. Pero el río de la vida no suele mantener nunca un caudal regular. En el año 1947 nace Joao Jorge, su primer hijo de Zélia, y también es ilegalizado el PCB. Sus miembros fueron perseguidos y encarcelados, esto obligó de nuevo a Jorge Amado a marchar al exilio, esta vez en Francia, donde se quedo hasta 1950. En 1949 murió su primera hija Lila, a la edad de dieciséis años. Entre 1950 y 1952 vivió en Checoslovaquia, donde nacería se segundo retoño con Zélia: su hija Paloma.

Jorge Amado, ya sabio.

Jorge Amado, ya sabio.

En 1955, definitivamente, vuelve a Brasil y, sin dejar de militar en el PCB, se aleja de la política para centrarse por entero en su labor de escritor. La literatura de Jorge Amado, por su ideología personal, mantiene siempre un compromiso con los pobres y marginados sociales: los obreros, campesinos, mendigos o mujeres de la calle serán, en muchas ocasiones, sus personajes favoritos y sus héroes protagonistas. Fue elegido miembro de la Academia Brasileña de las Letras el 6 de Abril de 1961. Además nuestro escritor de hoy a recibido en vida multitud de reconocimientos, por citar algunos: Premio Stalin de Paz (1951), Premio Latinidad (Francia, 1971), Premio Pablo Neruda (Rusia, 1989), Premio Luis de Camoes (Portugal-Brasil, 1995), Premio Ministerio de Cultura de Brasil (1997), además de títulos (¡ay, títulos!) de Doctor Honoris Causa de las Universidades de Brasil, Portugal, Israel, Italia y Francia. Jorge Amado murió el día 6 de agosto de 2001, fue incinerado, y sus cenizas fueron enterradas en el jardín de su casa. Como vemos, todo un gran personaje de las letras portuguesas y un intelectual de los más ilustres de la cultura brasileña. Un intelectual humanista de los que no solo enriquecen y enorgullecen a su propio país sino a la humanidad entera, pienso.

Pipa de espuma de mar.

Pipa de espuma de mar.

Hoy día las Universidades en España, y en general en casi todo el mundo civilizado, ya no son club privados restringidos a las clases más pudientes y acomodadas (aunque todavía existen hoy día universidades elitistas, claro). Hoy acceden a ellas muchos de los jóvenes estudiantes de las clases medias/obreras; ya sean mediante el mayor número disponible de becas estatales (otorgadas por méritos y nivel de renta) o por créditos para la educación (amortizables con la ganancia del ejercicio de la carrera una vez finalizada) o de cualquier otro tipo de subvenciones disponibles. De una u otra forma, es constatable y conocido el claro incremento del número de alumnos universitarios, producto este aumento de los nuevos tiempos más democráticos y progresistas y porque todos deseamos una mejor formación para nuestros hijos, mejor, a  ser posible, a la recibida por nosotros (no es otra cosa que progreso, familiar y cultural, vamos).

Sextante.

Sextante.

Pero, reflexionado, lo que creo que nadie discutirá es que, a pesar del gran aumento de alumnos universitarios, se siguen dado la inevitable dicotomía de buenos alumnos, con vocación sincera y con esfuerzo sostenido (aunque, en algunos supuestos, ya sea una exigencia personal inevitable por la necesidad de renovar las imprescindibles becas solicitadas) y  los malos alumnos, sin ninguna sincera vocación. Estudiantes estos últimos inducidos u obligados por la tradición familiar y mantenidos, contra viento y marea, contra suspensos y repeticiones, por los papás, que se lo pueden permitir y lo aceptan con resignación. Estudiantes que terminan carreras de cuatro o cinco años en diez o más años, y, en muchos casos, con nota media de aprobado ramplón, lo que, en términos académicos, quiere decir que han asimilado la mitad de lo enseñado, lo justito para obtener su deseado título y poder ejercer de reconocido y meritorio licenciado de por vida. Con el agravante, en muchos casos, de que luego ni ejercen ni practican lo estudiado y se dedican a otras actividades que nada tienen que ver con los estudios recibidos; pues, era obvio, no tenían verdadera vocación ni deseos de ejercer en el futuro, por mucho que se engañen a sí mismo y a lo demás. En estas ocasiones, para ser sinceros y habría que reconocerlo, las universidades derrochan talento y dinero de forma inútil y manifiesta, creando una tropa inevitable de licenciados fantasmas o, lo que es peor, licenciados ineptos, que sólo estarán pendientes del enriquecimiento rápido y avaricioso, bajo la ley del mínimo esfuerzo. Pero, claro, no encontraremos ni a uno solo de nuestros profesionales universitarios que se auto encuadre en ese segundo grupo de instruidos incompetentes o casi inútiles. Todos manifestarán y se verán posicionados en aquel primer grupo de profesionales vocacionales y  esforzados, sean cuales sean las circunstancias manifiestas de su currículo estudiantil y aunque no hayan ejercido su profesión jamás. Pero, qué duda cabe, y por mucho que se me digan no acepto otra cosa fuera de esta evidencia, malos estudiantes y malos profesionales, haberlos, haylos.

Brújula.

Brújula.

En fin, tal vez diga ahora una estupidez y se rían ustedes un poco de este ignorante duende (que no es universitario ni tiene licenciatura alguna, lamentablemente. Me considero educado en la escuela de la vida. De la vida mágica de Ávalon), pero yo creo que las carreras debían de ser “renovables”, como el carnet de conducir; que debería de existir una especie de ITV de licenciados. Es decir, que los universitarios no obtengan el título de forma vitalicia, sino que cada doce o quince años, deban de volver a la Universidad a homologar su título y sus conocimientos. No a examinarse, sino a demostrar mediante documentos o hechos que han ejercido su grado y han sido útiles a la sociedad en la materia para la que se prepararon y por la que se les financió la educación superior (en la mayoría de las ocasiones, con dinero del erario público). El que pueda demostrar su valía en el ejercicio de la profesión y avale sus años de experiencia, pues fenómeno, a continuar, y el que no, debería de reciclarse o actualizarse mediante algún tipo curso posterior si desea seguir perteneciendo a su gremio profesional.

Carta marina.

Carta marina.

Hoy día, todos los sabemos, hay doctores que son políticos, abogados que son periodistas, ingenieros que son camioneros, arquitectos que son empresarios, o profesoras que son amas de casa, y así  un largo etcétera. Podríamos alegar que es la propia vida la que nos empuja a otras actividades distintas para las que nosotros nos habíamos preparado, pero entonces, ¿A quién le preocupará estar registrado como titulado en Medicina, Periodismo o Derecho, si nunca va a ejercer? ¿Por las apariencias? La valía personal se demuestra en el día a día, y aquí es donde se ven claramente todas las evidencias personales. ¿Para presumir de un meritorio esfuerzo pretérito? La inteligencia es la cualidad más evidente y manifiesta en el trato entre los humanos, no hace falta ningún documento que la avale, pienso. ¿Para qué quieren estar registrados en el Colegio Oficial de Arquitectos, Médicos o Abogados, si nunca tendrá que usarlos?, no es muy lógico, ¿verdad? Alguien que durante doce o quince años no he ejercido de médico, arquitecto o ingeniero, ¿puede tener el derecho de llamarse así, únicamente por tener un bonito título enmarcado, desde hace un porrón de años, en alguna pared de su casa? Una carrera universitaria siempre, al licenciarnos con nota,  nos dará un título que nos avala para ejercer y, se acepta, el reconocimiento público de un elevado grado de inteligencia y de capacidad cognoscitiva, pero, profesional cualificado sólo lo seremos con la experiencia y el ejercicio profesional continuado y nunca dedicándonos a otros menesteres o profesiones distintas a la estudiada, por mucho que se quiera presumir de licenciatura; otra cosa es vanidad, pura y simple vanidad humana.

Astrolabio.

Astrolabio.

Pienso, que un estudiante forzoso y sin vocación, que supiera que su título no iba a ser vitalicio, tal vez no perdería el tiempo en una actividad estudiantil desagradable para él e impuesta, y trataría de encauzar su futuro de forma más racional y acertada. Y, por esta parte, así sí se establecería un filtro racional y lógico en nuestras universidades. Estudiantes, sí, siempre por la docencia y la formación superior; becas, también, cuantas más mejor, pero buenos estudiantes vocacionales y entregados de forma clara y manifiesta al conocimiento y al estudio, al aprovechamiento sincero de  la educación impartida por profesores y tutores (y esto creo que casi  siempre se podría ver y saber de forma previa, por mentores cualificados, con tan solo una entrevista personal al comienzo del curso o, como mínimo, al comienzo del segundo año), pero sin consentir ni tolerar a mimados y aventajados consentidos, y mucho menos cuando su única ventaja es el dinero de papá.

Los viejos marineros.

Los viejos marineros.

En suma, formar estudiantes que, al segundo año, ya se intuye o se aprecia que no van a ejercer sus carreras nunca, pero que sí manifestarán y lucirán en cuanto puedan sus preciados títulos vacíos de contenido, nos parece una  incongruencia cultural y un despropósito social.  Porque, para terminar, prepararse en la vida para algo que no se tiene verdadera vocación y que cuesta gran cantidad de dinero y un elevado esfuerzo docente prologando en los años, que puede terminar, casi con toda seguridad, en un derroche inútil de costos y esfuerzos colectivos, es irracional, un hipócrita ejercicio social de pura apariencia, en buena parte, una costumbre clasista. Y de esto, de apariencias y vanidades, va el libro que hoy quisiera recomendar.

Portada Los viejos marineros.

Portada Los viejos marineros.

Los Viejos Marineros es una novela preciosa que nos garantiza un tiempo de lectura grata, amena y enriquecedora (mi relectura: en edición del diario El País y traducción de Basilio Losada). El protagonista de la novela, Vasco Moscoso de Aragón, “Seu Aragaozinho”, se nos presenta como un joven que supuestamente lo tiene todo en la vida para ser feliz (y que es envidiado por su peña de compadres, todos ellos calaveras y noctámbulos impenitentes), es un joven crápula, afable, apuesto, sano y rico. Pero, ¡ay!, se siente incompleto, distinto a los demás, y obsesionado febrilmente hasta la enfermedad por su particular fijación. Le falta, en su opinión, algo fundamental e irrenunciable para poder llevar una existencia completa y satisfactoria. De la realización, consecución y desenlace de esa obsesión personal tratará la trama argumental de la novela. Pues la narración nos cuenta la importancia de las fatuas apariencias en la sociedad civil y la tremenda vanidad a la que puede llegar el ser humano, superlativa en algunos casos hasta cambiar de forma inexplicable y absurda la existencia de las personas. Pero, al final de la obra, el autor nos hará reflexionar sobre “la verdad” del asunto y nos plantea la duda, porque nunca sabremos que es más verdadero y determinante en la vida de las personas: ¿la realidad cotidiana o las fantasías personales?  Y el final (¡ay, el final!), es uno de los finales más asombros, maravillosos e inesperados que este duende recuerda de entre todas sus lecturas.

¿Con cuántas amarras, comandante, amarramos el navío al muelle?

¿Con cuántas amarras, comandante, amarramos el navío al muelle?

Jorge Amado no nos ofrece una narración lineal. En una primera parte se nos presenta a nuestro protagonista ya mayor y jubilado, recién desembarcado en el tranquilo barrio de Periperi de Salvador de Bahía.  En una segunda parte nos cuenta los antecedentes de su historia personal, y en la tercer parte el desenlace. Pero, eso sí, la narración está magistralmente escrita, con una prosa bella, rica y fluida, por la que navegaremos plácidamente sin ningún tipo de problema, sin necesidad de ser avezados Capitanes de Altura, nos deslizaremos por ella hasta caer rendidos a su magia, os lo garantizo; es una lectura muy fácil de afrontar pero también muy hermosa. Toda la novela está escrita en un tono de inteligente ironía y fino humor, pero que, en todo momento, nos hace saber y conocer “la verdad”, por lo que nosotros estamos en condiciones de participar, tomamos parte en la novela y por esta causa, yo por lo menos, se disfruta con placer y grata ansiedad. En mi modesta opinión, una gran novela y, de cualquier forma, opino que alguien como nuestro admirado Jorge Amado no podía faltar en el Scriptorium. Estaréis de acuerdo en ello, ¿no? En fin, que este duende opina que los seres humanos deberíais de realizar sinceramente y más a menudo ejercicios de autocrítica y aceptaros como sois, cada uno con sus virtudes o defectos y limitaciones, intentar dejar de lado a la estúpida vanidad y tomar como lema personal uno muy conocido y antiguo, pero no por ello menos cierto y apropiado: Carpe diem.

Dios ha creado las noches que se arman de sueños y las formas del espejo para que el hombre sienta que es reflejo y vanidad”. Jorge Luis Borges, escritor argentino (1899-1986).

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LA TARJETA POSTAL: MUJERES DE MAR.

Hola a todos.

Recientemente, les hicimos un pequeño homenaje con nuestras postales ilustradas a los hombres del mar pero, ya lo reconozco aquí, estaba incompleto. Porque ellos sin el complemento de sus amantes compañeras pierden muchos enteros, la verdad. Es de justicia completar aquel artículo con el de hoy.

LA TARJETA POSTAL: MUJERES DE MAR.

“Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar”. Khalil Gibran (poeta libanés).

Y las mujeres de mar, desde luego, son las que más saben de mar y de lágrimas.

El regreso del trabajo.

El regreso del trabajo.

Hoy día, el papel de las mujeres en general dentro de nuestras sociedades desarrolladas no tiene nada que ver con el que tenía hace tan sólo unas décadas. Hoy las mujeres son mucho más independientes, respetadas, preparadas, decididas y, en general, mucho más libres. Y todo ello gracias a su propia lucha y sacrificios personales por la igualdad de género, por obtener una mayor estima y consideración por parte de la sociedad civil que, hay que reconocerlo, históricamente siempre ha pecado de una fuerte inclinación machista. En fin, que aunque todavía no hemos llegado al punto idóneo deseado en cuanto a igualdad se refiere y todavía hay mucho camino por recorrer y luchas en las que porfiar, hoy las chicas sólo puedes suspirar aliviadas al recordar tan solo las duras condiciones sociales de la vida de sus abuelas.

Echando una mano.

Echando una mano.

En otros tiempos, ya hemos dicho no muy lejanos, la mujer tenía un papel mucho más humilde, callado y relegado en la sociedad. Eran, casi en su totalidad, esposas atadas al destino de sus maridos y madres cargadas, casi en exclusividad, con la crianza de sus muchos hijos (porque solían ser muchos, la verdad). Así, con esta simpleza de argumentos, los padres solían aconsejar a sus hijas que fueran muy cuidadosas en la elección de su futuro esposo, pues del acierto o error de su elección iba a depender en gran parte la felicidad de toda su vida. Claro que luego actúan los cupidos de turno con sus flechas traicioneras y, pues eso, que unas aciertas y otras no.  Esto viene a cuento por lo que voy a decir a continuación.

Ya vuelve papá

Ya vuelve papá

Elegir a un pescador o  a un marino por esposos no era, ni mucho menos, una elección fácil ni cómoda. Estos oficios del mar no son de los de rápido enriquecimiento y meteórica ascensión social (bueno, excepto el de pirata; pero es un oficio muy mal visto, en claro declive y con muy poco futuro). Cualquier otro gallardo joven con otras expectativas de futuro, por ejemplo, un político, un abogado, un comerciante, en fin, casi cualquiera vamos, hubiera sido una elección mucho más sensata y comprendida. Los honrados hombres de mar aspiran, en su mayor parte, a un humilde jornal (casi siempre más escaso que holgado), embarcan sin fecha de regreso, un amor en cada puerto (que ojos que no ven…), escriben poco y, sobre todo, que la esposa de marino o pescador siempre tiene el doble de papeletas que cualquiera otra en la lotería de las madres viudas, con todo el dramatismo familiar que conllevaba este estado civil hace tan sólo un siglo. Deducción: las mujeres del mar, todas sin excepciones, se casan sinceramente enamoradas hasta las trancas, vamos. Pienso que las lindas y apetecibles chicas que fueran un poco calculadoras e interesadas harían valer su palmito para cazar pretendientes más acicalados y prometedores, ¿no?

Esperando el pescado fresco.

Esperando el pescado fresco.

Ahora bien, mirar con atención estas preciosas postales ilustradas que ahora compartimos y veréis con simpatía lo que ellas nos muestran con belleza y sencillez. Ahí están, esas autenticas mujeres del mar, entregadas en cuerpo y alma a sus maridos e hijos, sacrificándose en la crianza y echando una mano en las duras tareas marineras hasta la extenuación, sufriendo lo indecible por cada temporal y mirando el esperanzador horizonte del mar hasta dolerles los ojos. Y todo por qué: por amor, incondicional e impagable. Estas son mujeres de verdad, sencillas y cristalinas, que no necesitan vestidos lujosos ni joyas ni adorno añadido alguno para irradiar su grandeza humana. Siempre bellas, por fuera y por dentro, haciendo valer su carácter, su entrega, su sinceridad espontánea, su gran corazón, en suma, su amor verdadero. ¿Qué hombre sería capaz de despreciar y no querer a estas compañeras a su lado en este valle de lágrimas que es vuestra corta vida? sólo los más estúpidos e insensatos, pienso.

LA TARJETA POSTAL: HOMBRES DE MAR.

Hola a todos.

Hoy, con esta entrega de tarjetas postales, quisiera hacer un pequeño homenaje a una de las profesiones más duras que existen, a los marineros.

LA TARJETA POSTAL: HOMBRES DE MAR.

“El trabajo dignifica a las personas”

En plena faena.

En plena faena.

Cita que algunos la ponen en boca de Carlos Marx, aunque seguro que es mucho más antigua y pienso que, con toda seguridad, sería un arrebato de algún acomodado burgués. Esta conocida frase que, dicha así sin más, nos puede parecer muy acertada, sin embargo también ha suscitado grandes debates y enconados enfrentamientos dialécticos. Por ejemplo, para entendernos rápidamente, no se podría aplicar esta frase si la persona está trabajando en condiciones manifiestas de explotación o esclavitud. Vamos, que cuanto menos esta famosa cita necesitaría de alguna pequeña matización: que si el tiempo de trabajo, las condiciones de trabajo, el trato personal, etc. Pero, en fin, si la queremos aceptar como buena desde un punto de vista global o como frase hecha, aun así, tendríamos que indicar que, en cualquier caso, hay trabajos que dignificas más que otros.

Hombres de la Armada.

Hombres de la Armada.

Pues bien, si ahora mismo quisiera mencionar algún trabajo que nos parezca en extremo digno de todo nuestro respeto y admiración, a bote pronto, mencionaría dos: el de minero (ya lo trataremos con todo el cariño que se merece en otra futura entrega) y el de marinero. Hoy nos apetece compartir con vosotros una serie de viejas postales ilustradas dedicadas a los Marinos (con mayúsculas).

Los Hombres de Mar, ya sean pescadores, marina mercante o marinos de la Armada, siempre ha suscitado en nosotros una sincera admiración y un grandísimo respeto, como ya he dicho. Tienen fama de hombres rudos y duros, de los de dar de comer aparte, pero en general son de carácter noble, sincero y honesto; como no puede ser de otra forma: La Mar se lo exige. También en estas postales que hoy compartimos observamos en ellos cariños y ternuras extremas con sus seres queridos, que tal vez son el contrapunto de equilibrio necesario a las fuertes tensiones emocionales que a veces les exige el oficio. Por momentos, se nos muestran tan humanos, tan llenos de ganas de vivir y de ser felices que los sentimos muy cercanos a nosotros y, por esto mismo, no podemos más que confirmar y aumentan el gran respeto y admiración que nos infunde su oficio.

Un buen día.

Un buen día.

Una madrugada cualquiera, después de tomarse un vigorizante orujo en la taberna del puerto en compañía de sus camaradas, se embarca encomendándose a todas sus vírgenes y santos, y juntos se adentran en el imprevisible e inmenso mar océano sin mirar atrás. Durante horas, días, meses, siente su insignificancia humana y en complicidad y hermandad, afrontarán todas las inclemencias que el cielo les quiera “regalar”; cada uno a lo suyo, en silencio, con arrojo y resignación, pues “a golpe de mar, pecho sereno”. Intentarán en todo momento realizar su trabajo lo mejor que saben para regresar a la seguridad del hogar lo más pronto posible, con las tareas bien hechas, la satisfacción del deber cumplido y la paga más que ganada; de haber vencido una vez más el atávico temor al abismo oscuro y  a los cantos de sirenas. De nuevo, en casa, les espera todo lo que han estado añorando: su Virgen, la esposa, los hijos, la novia, los amigos y sus inquietudes más personales pero, sobre todo, la tranquilidad que da la segura y estable baldosa. Ahora bien, siempre queda en lo más profundo de su alma una etérea comunión entre él y el mar que es muy difícil de explicar con palabras, una especie de latente dualidad espiritual de amor y odio,  y que, en todos los puertos del mundo, le hace sentirse orgulloso de su arriesgado oficio y a la vez le imposibilita cualquiera probabilidad de plantearse renunciar, ni en sueños, a volver a la mar una y otra vez. Decididamente, creo, los hombres de mar son “de otra pasta”.

¡Virgen del Carmen!

¡Virgen del Carmen!

No sé por qué, me suelo imaginar muchas veces al cansado pescador, al rudo marino, a su llegada al muelle, que se vuelve al océano y, con una sonrisa en la cara, le habla con confianza pero con altanero orgullo, como el que habla a un viejo amigo: “Adiós Mar, te doy las gracias por tu respeto hacia mí en esta ocasión, por no haberme zarandeado mucho y permitirme volver a casa sano y salvo y…hasta pronto, ¡jodido cabrón!”.