Hola a todos.
Hoy hablaremos de, en mi opinión, una gran novela de las recientes letras castellanas y de su autor, por el que este duende siente una especial predilección.
MIS LECTURAS: TODAS LAS ALMAS. De Javier Marías (1951- ).
» El anciano portero Will… estaría saludando a alguien que aún no había llegado a Oxford y que quizá, dondequiera que se encontrara, aún ignoraba que le tocaría vivir en la ciudad inhóspita, estática y conservada en almíbar”. De Todas las Almas.
Algunas de sus obras destacadas:
– Los Dominios del Lobo (1971).
– El siglo (1983).
– El Hombre Sentimental (1986).
– TODAS LAS ALMAS (1989).
– Mientras ellas duermen (1990).
– Mañana en batalla piensa en mí (1994).
– Cuando fui mortal (1996).
– Tu rostro mañana (Trilogía. 2009).
– Los Enamoramientos (2011).
Unos pequeños datos biográficos, que podéis ampliar en la red.
Javier Marías Franco, nació el 20 de septiembre de 1951 en Madrid. Será el cuarto de cinco hermanos y sus padres son el filósofo Julián Marías Aguilera (1914-2005) y la escritora Dolores Franco Manera. Su educación fue de orientación liberal en el Colegio Estudio, que era el heredero natural de la Institución Libre de Enseñanza. Se licenció en la carrera de Filosofía y Letras, rama de Filología Inglesa, en la Universidad Complutense de Madrid. En 1970, con diecinueve años, ya publicó su primera novela con buen éxito de público y crítica. Casi de inmediato conoció al también escritor Juan Benet (1927-1993), lo que le influyó de manera determinante, tanto en lo personal como en lo profesional. En 1979 presenta su trabajo de traducción de la obra de Laurence Sterne, La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, y por este trabajo obtiene el Premio de Traducción Fray Luis de León. Entre los años 1983 y 1985 impartió clases de Literatura Española y Teoría de Traducción en la universidad de Oxford (de ahí los matices de autobiografía con los que se ha etiquetado al libro que hoy recomendamos). También, en 1986, dio clases en el colegio femenino norteamericano Wellesley College. Entre 1987 y 1992 será profesor en la Universidad Complutense de Madrid. En este año de 1992 publica la novela Corazón tan Blanco, en la que mezcla narración y ensayo, inaugurando así lo que se ha denominado Hibrismo Genérico. El 29 de junio de 2006 es nombrado miembro de la Real Academia Española de la Lengua, ocupando el sillón R que había dejado vacante Fernando Lázaro Carreter. Sus libros han sido traducidos a unos 40 idiomas y se han publicado en más de 50 países. Como articulista ha colaborado en El País, El Semanal (que tuvo que dejar al entrar en pleitos con la editorial por sentirse censurado) y la revista mexicana Letras Libres.
Nuestro escritor mantiene una romántica Realidad-Ficción: es rey de su propio reino, King Xavier I, del Reino de Redonda, isla caribeña, pequeño reino de la cultura, con prolífica nobleza intelectual de excelsa sabiduría. Nobles del Reino de Redonda serán Pedro Almodovar, Arturo Pérez-Reverte, Umberto Eco, Milan Kundera, entre otros muchos insignes personajes. Y, no os lo vais a creer, la nobleza de este minúsculo reino sigue creciendo y creciendo (No sé cómo va a poder mantenerla nuestro bien intencionado rey. Toda nobleza, toda gente noble, que este duende ha conocido ha sido siempre, por encima de otras cualidades, bastante onerosa, vamos. En fin, King Xavier I sabrá, pero ya sabemos todos: “a veces el saber verdadero resulta indiferente, y entonces puede inventarse”).
Hasta aquí los datos biográficos que han pretendido ser orientativos pero, indudablemente, son incompletos pues nuestro autor de hoy ha recibido gran número de premios y reconocimientos sociales por sus narraciones, sus traducciones, cuentos y ensayos, en suma, por su buen hacer literario. Ya he reconocido hace un momento mi personal predilección pero, por eso mismo, creo me perdonareis si afirmo que lo considero un grande de la literatura contemporánea de España. Es inteligente, brillante, elegante y culto, muy culto; autor de subyugante y rica prosa al servicio de lúcidas y acertadas reflexiones. Y, ¿Por qué tengo esta buena opinión de este autor? Bueno, es algo lógico si se mira bien y enseguida se entenderá. Este duende se reconoce fiel seguidor, desde hace más de treinta años, del diario El País y su dominical (no lo compro todos los días pero sí le echo una ojeada rápida siempre que puedo y me lo tropiezo y, eso sí, todos los domingos al quiosco sin falta). Por lo tanto suelo seguir a los brillantes (sinceramente, me lo parecen) columnista que en él escriben: Rosa Montero, Almudena Grande, Javier Cercas, Juan José Millás, Santiago Roncagliolo, Elvira Lindo o… Javier Marías. Ya está explicado el por qué de su invitación al Scriptorium; aunque no puedo dejar de pensar que tal vez nuestro bien intencionado Scriptorium sea lugar demasiado humilde para recibir como se merece a nuestro admirado Javier Marías. En fin, haré lo que buenamente pueda y sepa y, si yerro en mi comentario, espero que sepáis disculpar mi torpeza y mis limitaciones.
El libro hoy recomendado es Todas las Almas (lectura en edición Debolsillo Mondadori y prologo de Elide Pittarello), publicado en 1989. El título de la novela viene del nombre homónimo de uno de los prestigiosos College de la Universidad de Oxford: All Souls (también lo he visto traducido como Todos los Santos). No sé interpretar con certeza el motivo de este título. La particularidad más destacada de este College, el All Souls, es que se le considera la estratosfera intelectual, pues todos sus miembros, que acceden tras un examen muy competitivo, se convierten automáticamente en profesores o miembros de gobierno del College, siendo el único de todos que no cuenta con alumnos de pregrado y, tal vez, como la mayoría de los personajes de esta novela son profesores, por aquí sería posiblemente encontrar una validad interpretación; es decir, que todas estas Almas (entiéndase profesores y, tal vez, alumnos) son influenciadas y transformadas por esa ciudad inmóvil y conservada en almíbar que es Oxford y su ambiente universitario, formándose de esta manera sus identidades de forma recíproca, a través de esa comunión dual en la que se convierte su asociación forzada. Porque esta novela tiene dos grandes protagonista: nuestro joven narrador español (es una novela escrita en primera persona) y la propia ciudad de Oxford (de hecho, como el propio Javier Marías nos indica en el epílogo, esta novela en su traducción francesa se llamara Le Roman d’Oxford, La Novela de Oxford).
El protagonista de nuestra novela es un joven profesor español (de Madrid) que llegará a Oxford para impartir clases de Literatura y lectura de español en la afamada Institución Tayloriana, del cual, en toda la novela, no conoceremos su nombre ni su aspecto; todo muy anónimo. La novela no tiene una trama lineal. Primero, nuestro protagonista narrador está en Madrid y recuerda, a continuación nos ofrece sus recuerdos y vivencias de sus dos años en Oxford y, al final de la novela, vuelve a estar en Madrid ya casado y con un hijo. Pues bien, a través de sus relaciones y ocupaciones de esos dos años académicos, nos irá mostrando la ciudad de Oxford y nos hará meditar sobre varias cuestiones de la vida, de una forma filosófica y reflexiva. Por este motivo no podríamos decir que sea una novela con tema único sino que serán varios los temas y me resulta muy difícil la posible sinopsis lineal de la narración. Yo diría que es una novela de personajes, muy bien construidos y oportunos, que le servirán al autor para ir tocando de forma meditada y puntual varios temas: el amor, la muerte, la amistad o las apariencias vanas, entre otros.
Lo único que se me ocurre objetar en esta buena creación de personajes es que le noto al autor cierta ligera arrogancia intelectual. Me explico. El personaje principal, el profesor español, se relaciona con profesores universitarios, profesores jubilados, se echa una amante profesora, se integra en una ciudad universitaria de Colleges, halls y bibliotecas; vamos, que todo nos parece una burbuja culta, hermética y selectiva. Así, la mayoría de los personajes de la novela, acordes con el escenario, son personas cultas, intelectuales, profesores, rectores, Dons, Warden, Dean, y en toda la novela hay muy pocos personajes que se salen de este patrón. Pues bien, estos escasos personajes menos cultos que aparecen en la narración son los tratados con menor cariño por el autor, con cierto desdén, diría yo: el muy anciano portero Will, con un singular Alzheimer, en su garita eterna, que es objeto de la beneficencia académica y la condescendencia resignada de todos los visitantes; las gordas con minifaldas y rizos artificiales, las gordas infames; los jóvenes dandies del Oxfordshire, rústicos que hacen gala de un gusto rebajado y chillón; el matrimonio de librero Alabaster, la señora con sonrisa de los afamados estranguladores del cine, mirada vehemente y dientes encapsulados y el marido con sonrisa de víctima del estrangulador, con cabellos grises y al que no ha abandonado la coquetería ni el olor a colina de sus años mozos. En fin, este punto de vista superior de un culto y joven escritor creo que es muy común, comprensible y siempre se acepta (al fin y al cabo, todo es una invención literaria). Pero, opina este viejo duende, la vida es algo más que cultura y conocimiento, pues se encuentran muchos imprescindibles y variados perfiles humanos en la sociedad, por lo que no hay que ser tan maniqueo con esos personajes secundarios menos preparados. También están los escritores obligados (si se quiere) a “pintar” con cierto cariño a las clases medias o a los rudos, a los que no han tenido oportunidades, los iletrados, los rústicos de mal gusto o las sencillas aldeanas infames y, desde vuestra superioridad intelectual, o precisamente por ella, a comprender y difuminar, para acortar las diferencias o hacer menos estridentes los contrastes (porque, de otra forma, esta acentuada dicotomía literaria de personajes me parece un recurso fácil, tirando a ramplón). Todos ellos forman parte de vuestras vidas y son, hacen y forman el Oxford real (o el auténtico Madrid, si se quiere); sostienen con su trabajo, dedicación y existencia a cada uno de los prestigiosos Colleges y Halls Oxonianos, liberando a sus docentes y estudiosos de otras tareas imprescindibles para el normal transcurrir de la vida académica y facilitándoles de esta manera el poder continuar, de forma ininterrumpida, con sus actividades pedagógicas y culturales. Porque, eso sí, nunca podrán ser docencias conservadas en almíbar, ¿verdad?
Pero, que nadie se confunda, Javier Marías nos da mucho más con esta estupenda novela. De una forma bella y con exquisita maestría, nos da tanto que nos hace ignorar este pequeño barniz arrogante y disfrutamos con su prosa rica y magnífica. Nos dejamos llevar por una estupenda novela que nos hace conocer y disfrutar de la ciudad de Oxford (donde la vida es aún medieval), pasear por sus calles y avenidas, visitar sus librerías de viejo, sus museos o asistir a las engalanadas cenas de high tables (mesas altas), con su estricto protocolo, los variopintos comensales (plastas, estirados, hipócritas, borrachines, pero siempre cultos) y sus incomodas candencias de platos. Una magnífica novela, no sé si la mejor pero sin duda alguna una de las mejores de Javier Marías. Y ahora yo, desde el Scriptorium, os invito a leerla, o releerla, con gusto y sosiego (aunque esto último se me antoja bastante difícil en los acelerados tiempos presentes. Pero hay que intentar desconectar un poco buscando siempre algún tiempo para nosotros. La buena lectura nos proporciona salud intelectual y no hay que descuidarla nunca). Pues esta novela es un indudable y auténtico placer literario que, además, si nos apoyamos en alguna bonita postal turística, nos permitirá disfrutar, como hemos dicho ya, de un agradable paseo por la ciudad de Oxford, tan bella e intemporal, siempre como salida de un bello y fantástico cuento de magia y magos (quién sabe, tal vez en realidad sean eso todos aquellos sabios togados que pululan de continuo por sus calles). Pero, eso sí, ¡no olvidaros del paraguas!
“Oxford…sus nieblas otoñales, sus primaveras grises y el esplendor excepcional de sus días de verano, cuando los castaños estaban en flor y las campanas repicaban claras y sonoras sobre los gabletes y las cúpulas, exhalaban la suave atmósfera de siglos de juventud”. Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh (1903-1966).
- College de Oxford.
- College All Souls.
- Centro turístico de Oxford.