Hola a todos.
Cuando un duende (y, tal vez, igualmente algún humano) se para a contemplar la actual situación política mundial o, sin necesidad de ir tan lejos, la más cercana mediocridad de la política nacional española, políticas descaradamente capitalistas y autoritarias, propias de las derechas más reaccionarias y dogmáticas, políticas egotistas e insolidarias, antisociales y regresivas, para nada progresistas ni justas; si nos paramos a contemplar a partidos políticos salpicados de corruptos sin conciencia, prevaricadores impunes, de sinvergüenzas avariciosos o cínicos profesionales, o a instituciones públicas ocupadas por tropas de advenedizos incompetentes y vagos, sin mayor mérito que el de ser maleables militantes solícitos y agradecidos, de esos que algunos los han querido llamar en regaladas y concurridas conferencias y sin ningún rubor ni vergüenza, votos cautivos, cuando de lo que realmente se trata es sencillamente de un ejercicio reprobable e inaceptable de vergonzoso Nepotismo político, ¡de oligárquicas políticas de clientismo decimonónico!, y todo ello acompañado de auto-justificaciones hipócritas o de compadres jaleadores y de trastabillados encubridores desvergonzados, políticas que lo único seguro que producen es una manifiesta y acelerada fractura social y un muy justificado desapego del pueblo con su torpe clase política, pues eso, que uno no puede evitar caer por momentos en una especie de abúlica y descorazonada depresión pesimista que nos empuja irremediablemente a una pasota resignación ciudadana y a una consecuente apatía participativa en la vida social y política. Es entonces cuando más sinceramente se agradece, valora y se aprecia a nuestra admirada escritora de hoy y a este extraordinario y gratificante libro, que siempre nos ha insuflado chorros de unas buenas dosis de energía, valor, optimismo y esperanza en el ser humano.
MIS LECTURAS: PRECISAMENTE YO. Erika Mann (1905-1969).
«Entonces ¿adónde, si se puede saber, pertenezco? La respuesta era obvia: a los aliados, naturalmente, a las Naciones Unidas, a todos los que en esta guerra (la 2ª Guerra Mundial) se manifiesten a favor de la decencia y la libertad, y contra lo indecible… Un mundo, un único mundo lo bastante grande para ofrecer espacio para todos, pero no para todo. ¿Y a qué no? La palabra resulta plana, y preferiríamos evitarla. Es inevitable. Lo que está detrás de ella ha envuelto el mundo en humo y llamas y ha de ser proscrito, de acuerdo con las normas del nuevo mundo. Se llama ¡nacionalismo!”. Erika Mann, en Reflexiones en el salón de Té.

Thomas Mann y Erika.
Algunos de sus libros más destacados:
– School of Barbarians (1938).
– Escape to life (1940).
– The lights go down (1940).
– The Other Germany (1940).
– The last year of Thomas Mann (1959).
– PRECISAMENTE YO (Blitze überon Ozean, 2000. Publicación póstuma).
Además, Erika Mann fue actriz, escritora de libros infantiles, dio conferencias y charlas políticas, fue circunstancial corresponsal de guerra y, finalmente, administró el legado literario de su famoso padre y de su fallecido hermano Klaus Mann hasta su propia muerte.
Como en el libro hoy recomendado se incluye un posfacio en el que se trata gran parte de la biografía de nuestra escritora en detalle, aquí me limitaré a ofreceros una pequeña biográfica telegráfica.

Erika Mann.
Erika Julia Hedwig Mann nació un 9 de noviembre de 1905 en Múnich. Fue la hija mayor de Thomas Mann (1875-1955), prestigioso escritor e intelectual alemán, Premio Nobel de Literatura en el año 1929, y de Katia Hedwig Pringsheim (1883-1980), que en su matrimonio tuvieron seis hijos en total: Erika, Klaus (1906-1949), Golo (11909-1994), Monika (1907-1992), Elisabeth (1918-2002) y Michael (1919-1977). Por esta causa, tanto ella como su hermano menor, también escritor y destacado intelectual, Klaus Mann, nunca dejaron de ser en toda su vida “los hijos de”; sambenito vitalicio que uno nunca sabrá si les favoreció o, por el contrario, les perjudicó. Ambas cosas, supongo. Pues, si bien es cierto que era muy difícil estar a la altura de tan ilustre y culto padre, también nadie discutirá que ambos hermanos eran de un nivel intelectual notoriamente destacado y muy por encima de la mayoría de la intelectualidad de su época; incluso me atrevería a decir que, en muchos aspectos (sin olvidar nunca el moral) y desde nuestro aventajado punto de vista retrospectivo, eran unos adelantados a su tiempo. Pero, dicha esta opinión personal, continuemos.

Erika y Pamela Wedekind.
Su infancia fue una niñez privilegiada y cómoda (siempre si la comparamos con la media de su época). Su casa familiar era visitada continuamente por ilustres y famosas amistades del padre, las élites más destacadas de los intelectuales alemanes y europeos de la época. Aunque nuestra escritora siempre reconoció abiertamente sus inclinaciones lesbianas, se caso en el año 1926 con el actor Gustaf Gründgers (que también tenía una personalidad homosexual) y, claro, este matrimonio sólo duró tres años. En 1927 realizará un viaje alrededor del mundo junto a su hermano Klaus. Viaje que luego trasladarían a un estupendo libro: Rundherum; Das Abenteuer einer Weltreise. En 1932 escribe su primer libro para niños. Su personalidad lésbica le llevo a mantener relaciones con varias amistades: la también actriz alemana Pamela Wedekind, la periodista Betty Cox o la hermosa helvética Annemarie Shwarzenbach. Pero su relación más estable y duradera fue con la actriz alemana, su amante y socia, Therese Giehse (1898-1975), con quien fundó en 1933 el cabaret-teatro El Molinillo de Pimienta (1933-1937), un valiente proyecto cultural lleno de material antifascista y provocador, por lo tanto, totalmente inaceptable, subversivo y “peligroso” para la Alemania de Adolf Hitler.

El Molinillo de Pimienta (1933-1937).
En el año 1933, y ante la fuerte presión que padece por parte del nazismo, escapa a Zúrich. En 1935 vuelve a contraer matrimonio por segunda vez con su buen amigo (y de nuevo homosexual) el poeta inglés Wystan Hugh Auden (1907-1973). Este enlace fue claramente un matrimonio de conveniencia, únicamente planteado con el firme propósito de conseguir el pasaporte de ciudadana inglesa. Aunque, técnicamente, Erika estuvo casada con W.H. Auden hasta su propia muerte, dejando un viudo que nunca había convivido a su lado. Paradojas de la vida, ¿verdad? En el año 1936, junto a su hermano Klaus y su compañera Therese Giehse, viajan a Nueva York e intentan mantener allí la actividad cultural del Molinillo de Pimienta. Pero este espectáculo de dura crítica antifascista no tiene aceptación en la América de preguerra, neutral, democrática y opulenta, y así se ven obligados a abandonar este sueño cultural de forma definitiva. A partir de este momento inicia su faceta de corresponsal de guerra y comunicadora de masas en conferencias y charlas públicas, pues su sueldo como actriz, como se suele oír hoy día, no le alcanzaba para vivir con dignidad y, además, su compromiso de lucha antifascista le era del todo irrenunciable y en aquellas nuevas actividades lo podría desarrollar de manera más intensa y libre. Así, en el verano de 1938, junto a Klaus, vendrá como corresponsal de guerra a España. En su viaje visitará Barcelona, Alicante, valencia y el frente del Ebro, no pudiendo ocultar sus simpatías y esperanzas (ya del todo infundadas) por una pronta recuperación republicana.

La Batalla de Inglaterra (película de 1969).
Durante la Segunda Guerra Mundial nos la encontramos de corresponsal de guerra en Inglaterra para vivir en primera línea la dramática y heroica Batalla de Inglaterra, masivaavanzadilla aérea de unaoperación de invasión que padeció intensamente la ciudad de Londres y en general todo el sureste de Gran Bretaña. Después de la guerra fue una de las pocas mujeres en cubrir los Juicios de Núremberg. Pero, injusticias de la vida, algunos años después de terminada la guerra esta extraordinaria mujer, que había luchado y trabajado tanto y tan sinceramente por la victoria de los aliados frente a los fascismos y que había demostrado en todo momento su ecuanimidad personal y buen criterio humano, no iba a librarse de la intransigencia absurda e irracional del amigo americano. Tanto ella como su querido hermano Klaus sufrieron investigaciones personales por parte del FBI y el Comité de Actividades Antiamericanas (del senador MacCarthy que fue su principal organizador y promotor- el famoso Macarthismo, o la caza de brujas del siglo XX en los Estados Unidos) que se tradujeron en presiones e inconvenientes personales y que eran debidas en parte a sus personalidades homosexuales o, sobre todo, creo yo, a su libertad de opinión, insobornable y honesta en todo momento, que le llevó a opinar y posicionarse en contra de la guerra fría y, de forma directa, a la consecuente carrera armamentística estadounidense y comunista de la época (sobre todo, en contra de la apocalíptica Bomba Atómica). Debido a estos lamentables procesos y a otros más personales, su hermanos Klaus cayó en una profunda depresión que le llevó al suicidó en el año 1949. Erika que, a pesar de sus divergencias políticas y personales, siempre había estado muy unida a él se derrumbó. Los Estados Unidos habían acogido como refugiados a los Mann, le proporcionaron un empleo a su prestigioso padre en el ámbito universitario, fueron generosos y amables, y representaban la libertad y la democracia que esta familia tanto anhelaba y defendía para toda Europa. Pero ahora, en medio de esa locura (que siempre nos parecerá tremendamente irracional por desproporcionada y absurda) que fue la Guerra Fría, todo había cambiado a peor y las nuevas circunstancias les marcaron como familia de una forma muy directa y dramática. Ya no podían seguir en América. El país estadounidense, en nuestra modesta opinión, fue ahora muy injusto e ingrato con la familia Mann, sobre la que se cebó tristemente con toda su intransigencia política. Bien por absurdos temores y complejos nacionales o por sus inconfesables intereses políticos, de una u otra forma, el resultado fue que los Mann pasaron a ser elementos incómodos e indeseables para un amplio sector de la clase política americana. Erika, junto a sus padres, se trasladó a Suiza en 1952 de forma definitiva. En Zúrich, Erika se convirtió en la ayudante de su padre y, una vez fallecido éste en el año 1955, pasó a gestionar el legado intelectual de su padre y su hermano Klaus hasta el fin de sus días, manteniéndose en estas tareas administrativas y renunciando de hecho y lamentablemente a proseguir con su propia producción literaria. Erika Mann falleció un 27 de agosto del año 1969. Su madre, Katia Mann, la sobrevivió varios años, pues falleció el 25 de abril de 1980.

Portada del libro.
El libro que hoy queremos recomendar es una breve obra pero grandiosa y maravillosa, que se lee de un tirón y en un plis-plas pero que no se olvida tan fácilmente. Una obra llena de sinceridad, con una prosa clara y directa, inolvidable desde un punto humanístico, que inexorablemente se nos quedará graba en nuestra inteligencia cognoscitiva y que a mí se me antoja imprescindible: Precisamente Yo, en la Editorial Minúscula, con traducción de Cristina García Ohlrich, y posfacio biográfico de Irmela Von Der Lühe y Uwe Naumann. Erika Mann no buscó la escritura de forma intencionada; según ella, ya había demasiados escritores en su familia: a la escritura la consideraba “la maldición familiar”. Ella quería ser actriz, y lo fue, pero la atracción literaria no podía de ninguna forma pasar de largo por esta inquieta y culta inteligencia femenina. También, como ya hemos apuntado, toda su vida cargó con el sambenito de ser “la hija de”: su padre, Thomas Mann, Premio Nobel de literatura y figura destacada de la literatura universal, fue una de las mentes más preclaras y brillantes del siglo XX. Erika no llegaba a estos niveles de erudición intelectual ni conocimientos filosóficos. Ni, supongo, ella lo pretendería en ningún momento; ni, seguro estoy, agradecería en demasía estas continuas e inevitables referencias al padre; ni, sobre todo, le hacía ninguna falta. Erika, por lo que se deduce de sus escritos, fue un alma bella, noble y sincera, con unos valores humanísticos inconmensurables y una honestidad intelectual limpia e insobornable. Sus escritos, cuentos, conferencias y esta obrita de hoy (publicada póstumamente), nacieron de una voluntad firme, de forma innata y, en cualquier caso, creo que fue una necesidad personal sobrevenida por los difíciles tiempos que le tocó vivir. Erika Mann sufrió, en gran parte de su vida, una especie de diáspora personal muy penosa y lamentable, impuesta por la presión de las políticas fascistas y totalitarias o, simplemente, por posteriores políticas temerosas, intolerantes e hipócritas. Difíciles circunstancias que le forjaron una personalidad singular, sensible y hermosa, con un destacado componente altruista y una manifiesta y decidida voluntad antifascista y, sobre todo, le forjaron una fuerte personalidad luchadora e indomable. Nosotros nos sumamos a la opinión de Joseph Roth (novelista austriaco, 1894-1939), cuando le escribía en la primavera de 1935 reconociendo sus méritos a través de su proyecto cultural El Molinillo de Pimienta: “Hacen ustedes diez veces más contra la barbarie que todos los demás escritores juntos”.

Erika y Klaus Mann.
Raymond Carr (1919- ), prestigioso historiador británico especializado en Historia Moderna de España, nos dice que se conoce muchos más sobre el periodo histórico de la postguerra franquista en los diarios de Carlos Barral que en muchos otros libros de historia (concretamente se refería a la obra Años de penitencia – 1975-, aunque luego vinieron dos libros de memorias más.Ya hablaremos de estos extraordinarios diarios en otra futura entrega del Scriptorium). Pues bien, igualmente esta obra de hoy es uno de esos maravillosos libros que nos describen unos tiempos históricos a través de las vivencias personales de su autora. Erika nos dejó, como añade en el título del primer capítulo del libro, un Fragmento de una biografía, pues seguramente su intención era realizar unas memorias mucho más amplias y documentadas que nunca llegó a completar. Pero este es uno de esos maravillosos libros que nos dice mucho más de lo que nos cuenta su cuidada prosa. A pesar de su brevedad (sólo cuenta con 161 páginas más un posfacio biográfico), o precisamente por ella, este libro es de esas obras que consigue, por medio de una singular y preciosa alquimia literaria, siempre embriagadora y placentera, ese milagro que está sólo al alcance de la gran literatura, el de hacernos leer entre líneas: de participar de su historia y acontecimientos. Este libro abarca sucesos y recuerdos de unas épocas muy convulsas y dramáticas, transcendentales en extremo para todo el mundo y especialmente para Europa. Desde el ascenso de los fascismos europeos, pasando por la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Núremberg y llegando al lamentable periodo de la Guerra Fría de los grandes bloques políticos mundiales. Y este acercamiento histórico se produce por la narración de vivencias y sucesos personales de una forma precisa, clara, magníficamente expuesta y siempre desde una honestidad y sinceridad incuestionable. En suma, es un regalo maravilloso e impagable al bagaje cultural de los hombres, al enriquecimiento del conocimiento humanístico de vuestra especie (y también a la de los duendes). Vamos, como ya he dicho, que esta obra a mí siempre me será de las más queridas e inolvidables por sus valores y por el enriquecimiento personal que indudablemente me proporcionó; como de igual forma espero y deseo intensamente os enriquezca a todos vosotros su lectura.

Los niños de España.
Este libro cuenta con cinco breves capítulos dedicados a la Guerra Civil Española. Y creo no equivocarme al afirmar que nunca, en ningún otro pequeño libro, se ha dicho tanto y tan acertadamente como ahora en tan poco (conmueve sobremanera el capítulo titulado Los Niños de España, un desgarrador testimonio sobre el inhumano dramatismo que se producía como cosecha cotidiana entre los niños huérfanos o desamparados de esta terrible guerra). Erika Mann visitó España como corresponsal de guerra en el verano del año 1938 y, de forma concisa y clara, nos deja ver sus sinceras simpatías personales o exterioriza en el texto sus infundadas esperanzas en el triunfo de la causa republicana. Y esto no era sólo por su conocida ideología republicana y democrática, que también, sino principalmente por su decidido e intenso odio al fascismo europeo. Nuestra escritora de hoy había visto triunfar al fascismo en Italia, sufrió de forma directa y dramática la persecución y el odio del fascismo alemán, y ahora tenía que contemplar como el fascismo franquista desangraba sin piedad y a consciencia a una república legítima y democrática como la española, que además sufría por parte de las democracias occidentales unas políticas de no intervención hipócritas y temerosas: estas democracias, en esos momentos históricos, tenían más temor al comunismo totalitario (con el que se asociaba a la Republica Española) que a los fascismo militaristas, dictatoriales y opresores. Ni una cosa ni la otra, claro. La historia, como de costumbre, pondría a cada uno en su sitio… ¡incluso a Franco! Porque, sí, que no se olvide, el fascismo de España fue el único que triunfó y perduró en toda Europa después de la guerra, amparado y mantenido por oscuros intereses políticos occidentales; pero, pasados cuarenta años, ¡por fin!, ocupó su merecido lugar en la historia: un discreto y gris segundo plano del que ya casi nadie se quiere acordar por esta piel de toro nuestra (vamos, que han bastado unos pocos años de democracia y ya no vemos por ningún lado estatuas ecuestres de generalísimos salvadores ni calles o plazas con patronímicos de “héroes” castrenses de la patria).

Erika y sus padres.
En fin, y para terminar, quiero recomendaros a todos la lectura de este pequeño libro no sólo por su aleccionador y magnífico contenido democrático y humanístico, o por su hermosa y placentera calidad literaria, que también, sino sobre todo por mostrarnos la belleza de una singular personalidad que debería de servirnos a todos, ahora y siempre, como el mejor y más admirado referente de dignidad, lucha, justicia y libertad. Erika Mann nos demuestra, con su vida y obra, que hay que luchar con convencimiento, sin descanso y sin desfallecer, con fe sincera y valorándola en su justa medida, por unos ideales personales que nos acerquen a la consecución de un mundo mejor, más libre y justo, más igualitario y fraternal; que si aceptamos la Globalización esa tan mentada hoy día y a la que todos estamos abocados por obra de las nuevas tecnologías, que no sea sólo de capitales, paraísos fiscales o mano de obra barata, que sea también y primordialmente de Derechos Humanos, Estados de Bienestar y de Justicia Humana Universal; porque a los hombres parece que os gusta en muchas ocasiones empezar la casa por el tejado, y esto nunca es así o, mejor dicho, en ocasiones como esta mencionada, no debe de aceptarse de ninguna manera esta degradante inversión de procesos. Este duende, como español y republicano, siempre le estará en deuda y agradecido a la memoria y obra de Erika Mann, con la esperanza personal de que algún día ejemplos como el suyo nos ayuden y acerquen a un estado de sociedad en donde la justicia, la libertad, la fraternidad y la felicidad sean el denominador común de todas las repúblicas del mundo (aunque este duende no lo vea, claro, y aunque ya sea porque siempre hay que refugiarse y soñar en las utopías felices, así desde este mismo instante: ¡valdrá la pena!).
“Mis ideas y actuaciones políticas siempre han estado más condicionadas por mis experiencias e impulsos personales que por principios abstractos. El único ‘principio’ al que me atengo es mi obstinada fe en ciertos ideales morales básicos: verdad, honor, honradez, libertad, tolerancia… El mensaje que quería transmitir fue siempre un llamamiento directo y sin embozos a la solidaridad humana contra las inhumanas fuerzas de la oscuridad y la destrucción. Esto es lo que he querido expresar en todos mis escritos y conferencias, en mis libros y artículos, en mis cuentos para niños y en mis discursos en la radio”. Precisamente yo. Fragmento de una Autobiografía.
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Niños de la Guerra Civil Española.
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Republicanos españoles.
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Refugiados Españoles.