EL CARNAVAL O LA ALEGRÍA DE VIVIR.

Hola a todos.

Hoy, como diría la magnífica Celia Cruz, sólo se trata de… ¡Aaaaaaazucar!

EL CARNAVAL O LA ALEGRÍA DE VIVIR.

«Al ruido del tamboril, carnaval, carnavalera, me dijo que era feliz. Por eso con su canción, carnaval, carnavalera, se agranda mi corazón”. Homero Manzi, poeta, político y director de cine argentino (1907-1951).

Carnaval de Río de Janeiro (I).

Carnaval de Río de Janeiro (I).

Situémonos. El carnaval es una fiesta popular muy internacional asociada al culto cristiano. Aunque habrá que reconocer que de una forma tangencial y, qué duda cabe, por sus orígenes paganos, algo descarada e injustamente considerada por la ortodoxia moral como algo pecaminosa. No tiene una fecha fija. Se suele situar, eso sí, en el mes de febrero o en las primeras semanas de marzo y es un tiempo de permisividad, alegría, fiesta y desenfreno lúdico que se permiten los creyentes (y no creyentes) y que precede a la preparación de La Cuaresma Cristiana. La Cuaresma cristina es el periodo que se sitúa en los cuarenta días previos y preparatorios que celebran la fiesta de la Pascua de Resurrección, desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor, en la tarde del Jueves Santo. Para los cristianos, la Cuaresma, sin ser un tiempo de tristeza, es tiempo de penitencia, meditación, recogimiento y reflexión. Es decir, es un tiempo de ayuno, duelo y sacrificio para el sincero creyente. Pues bien (y este duende no sabe explicar cómo ha podido permanecer hasta hoy día esta tradición pagana, la verdad; pero se alegran sinceramente y sobremanera), el carnaval es todo lo contrario, es pura y explosiva alegría de vivir.

Carnaval de Río de Janeiro (II).

Carnaval de Río de Janeiro (II).

Este rescoldo de paganismo que se permiten los creyentes (y no creyentes) a la vista de la seria Cuaresma no son otra cosa que unas cortas vacaciones de descontrol y alegría disparatada, que sencillamente nos las pide el cuerpo, de ahí ese lema algo irreverente: en el Carnaval todo vale para pasárselo bien. Este tiempo de asueto espiritual, hoy día, allí donde se celebra, se traduce en una multitudinaria, colorida y exultante fiesta popular que está exenta de toda seriedad y casi de todas composturas personales. Desfiles, pasacalles varios, disfraces, máscaras, alegría, amor, música, samba, algarabía y jaleo alegre, todo ello con una actitud de felicidad festera que a todos contagia, a mayores, jóvenes, niños, casados, solteros, pobres y ricos, duendes, hadas y, dado el caso, a ocasionales marcianos del especio sideral. Porque, piensa este duende, esta alegría exultante es la horma que mejor encaja en el verdadero y más natural espíritu humano. El carnaval es el milagro temporal que a todos nos une y nos iguala en las ganas de vivir y pasártelo bien, olvidando por un momento todos los problemas y las inevitables responsabilidades de la vida cotidiana. Y de esto dicho creo que da prueba irrefutable la universalidad del carnaval. Aunque es cierto que en muchos aspectos tiene unos origines paganos muy remotos (Mesopotamia, la Grecia Clásica o Roma, según algunos), también lo es que ha sido en compañía con el cristianismo como se ha extendido y diversificando por toda la geografía carnavalera actual. Los españoles y portugueses lo llevaron a América y allí se mezcló con creencias étnicas y ritos paganos precolombinos para terminar siendo hoy día los maravillosos, increíbles y coloristas carnavales de aquel continente; explosiones de vida y felicidad que difícilmente podremos encontrar con la misma intensidad y colorido en otros lugares o en distintas épocas del año.

Sambódromo de Río de Janeiro.

Sambódromo de Río de Janeiro.

Bien. Si, según el libro Guinness de los Records, el carnaval más espectacular, popular y mayor de todos es el de Río de Janeiro, con su increíble Sambódromo Marqués de Sapucaí (calle longitudinal de tribunas paralelas acondicionadas para recibir con todo su esplendor el majestuoso desfile de carnaval. Diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer e inaugurado en 1984. Tiene aproximadamente una longitud de 550 metros y desfilar por él suele llevar a las Escuelas de Samba unas dos horas), esto es sólo un honor muy merecido (y que, con toda seguridad, llena de orgullo hasta a el último de los cariocas), pero nada más, siempre serán un referente a seguir y podrán presumir por todo el mundo de su singularidad, pero nunca podrán patentar su “exclusividad carnavalera”, vamos. Sólo en Brasil (pero qué país más maravilloso y alegres, además de inmenso, que también) hay una tradición increíble y gran variedad de liturgia festera de carnavales. Y así, por lo menos, tendríamos que citar también a los carnavales de Recife y Olinda en Pernambuco, Salvador de Bahía o Säo Paulo, todos ellos maravillosos e indescriptiblemente espectaculares. Todos estos carnavales brasileños se te quedan grabados en lo más profundo de la memoria y el recuerdo de su alegría y colorido ya no te abandona jamás.

Carnaval de Venecia (I).

Carnaval de Venecia (I).

Otros carnavales muy famosos son el de Colonia en Alemania (conocido como La Quinta Estación del año), los Gualeguay y Gualeguaychú en la provincia de Entre Ríos de Argentina, Veracruz y Mazatlán en México, los carnavales de Barranquilla y Pasto en Colombia, el de la Habana en Cuba y otros muchos que, lamentablemente, vamos a dejar de citar para no cansar. Quedaros con la innegable internacionalidad de esta fiesta celebrada por millones de almas entregadas sin reservas a la felicidad más intensa. Bueno, sí, desearía destacar también el Carnaval de Venecia, por su maravillosa belleza y elegancia conmovedora. El carnaval de las máscaras de Venecia nos transporta a la época de Giacomo Casanova, a los siglos XVII y XVIII, a esa Venecia mágica y misteriosa, un dédalo de serenísimos canales, de amores ocultos y prohibidos o de aventuras galantes de final feliz, bailes de salón entre sones de subyugante música y gráciles danzas barrocas… sin duda ¡una muy singular maravilla de carnaval mágico y alegre!

Carnaval de Santa Cruz de Tenerife.

Carnaval de Santa Cruz de Tenerife.

En España tenemos al segundo carnaval más destacado del mundo, de nuevo según el libro Guinness de los Records, el carnaval de Santa Cruz de Tenerife. Siendo S.C. de Tenerife ciudad hermanada con Río de Janeiro precisamente por compartir sin reservas su común e incondicional amor por estos festejos carnavalescos. Este carnaval insular es único, con sus espectaculares y bellísimas Reinas del Carnaval, que lucen esos mastodónticos trajes de pedrerías cegadoras, fantasías e imaginaciones de ensueño, como de otro mundo, maravillas sólo vistas aquí, en Tenerife, y en mi añorada Ávalon (pero como resulta que Ávalon siempre es algo difícil de visitar, pues eso, si tenéis oportunidad no dejéis de acudir al carnaval de Santa Cruz de Tenerife, disfrutaréis y os divertiréis a lo loco, absorbidos por esa marea de colorida y estruendosa felicidad y, cómo no, para tener luego algo digno de contar a vuestros nietos). Ah, no quisiera por nada del mundo dejar de mencionar la espectacular presencia de la Reinona del Carnaval, algo del todo indispensable en los modernos carnavales de hoy día y acto festero tan espectacular y lleno de brillantez como el de la elección del la Reina del Carnaval.

Carnavales de Cádiz.

Carnavales de Cádiz.

También tenemos por estos lares los carnavales de La Tacita de Plata, los alegres, felices y singulares Carnavales de Cádiz. Quien no ha escuchado a esas tropas de trovadores irreverentes y alocados de las Agrupaciones, con sus coritos de Chirigotas (¡pero qué derroche de ingenio y gracia colectiva!), pues eso, sinceramente, ¡no sabe lo que es reírse a gusto, por Dios! ¡Cómo se lo trabajan los compadres! Bueno, y este duende, como no puede ser de otra manera, no puede dejar de mencionar otro carnaval mucho más modesto pero para nada menos intensos y queridos, los carnavales que más he vivido y disfrutado, los alegres, pachangueros y con un simpático puntito algo gamberro, los Carnavales de Alacant, ¡la millor terreta del mon!

Imprescindible: Luna de Avellaneda.

Imprescindible: Luna de Avellaneda.

Si nos queremos acercar al carnaval desde el cine (aunque sea de forma tangencial) este duende únicamente recuerda tres películas. Por orden cronológico: Domingo de Carnaval, de 1945, dirigida por Edgar Neville e interpretada por Conchita Montes y Fernando Fernán-Gómez; El último carnaval, de 1998, dirigida por Ernesto McCausland e interpretada por Jorge Cao, es una película colombiana que se centra en el carnaval de Barranquilla; y Luna de Avellaneda, de 2004, dirigida por Juan José Campanella e interpretada por Ricardo Darín, es una preciosa y emotiva película que toca el carnaval de Bueno Aires de forma tangencial pero innegable sentimentalismo. Os la recomiendo, no os la podéis perder.

Carnaval de Venecia (II).

Carnaval de Venecia (II).

En fin, voy terminando. Todos los carnavales del mundo tienen en común la particularidad que nos ha servido de título a nuestra entrada de hoy: la alegría de vivir. Este duende os desea que disfrutéis plenamente y con la mayor intensidad de los carnavales. Si os es posible, y para disfrutar plenamente del carnaval, que vuestros espíritus hagan un pequeño esfuerzo e intenten desconectar de lo cotidiano, olvidarse por unas horas del Gobierno, la hipoteca, del trabajo o del paro, y de todos y cada uno de vuestros problemas habituales, vivir plenamente la alegría y la felicidad del mágico carnaval, aunque sea por unas pocas horas ¡reíros del mundo! Eso sí, no provocar en exceso al traicionero mago Etílico ni tontear con la taimada bruja Drogata para que nuestros recuerdos sean siempre amables y felices, y disfrutar con el alma y en buenas (y a ser posible, hermosas) compañías cada segundo del alegre carnaval, pues para sufridas Cuaresmas ya habrá tiempo. Al fin y al cabo, uno puede justificarse, si hace falta, pensando que si existe el carnaval es porque le sigue el sufrimiento cuaresmal. Pero, por favor, no olvidar nunca que: en el carnaval todo vale para pasárselo bien… si luego se recuerda.

“Las carcajadas resonaban confundiéndose entre el murmullo de los diálogos amorosos, las conquistas fáciles, las citas apremiantes. Las parejas se estrechaban en enamorado abrazo y el rumor de los besos carecía de ensueño en el bullicio público y licencioso de la vía pública. La risa del día de carnaval lo toleraba todo, lo festejaba todo, la risa pecaminosa, la risa de amor, de una alegría espontánea y despreocupada”.  Aurora Cáceres Moreno, escritora peruana (1872-1958).

Anuncio publicitario