Hola a todos.
Hoy vamos a ver si, con nuestras postales ilustradas, somos capaces de sacaros unas cuantas gratificantes sonrisas.
LA TARJETA POSTAL: HUMOR FINO.
“Donde no hay humor no hay humanidad. Donde no hay humor existe el campo de concentración”. Eugène Ionesco (1909-1994). Escritor francés de origen rumano.
Los humanos y los duendes, como es normal, discrepamos de muchos y variados asuntos de la vida pero, claro, también están los asuntos en los que opinamos de la misma manera. Pues bien, creo que pensar que esta vida nuestra se parece más a un valle de lágrimas que a un paseo de rosas es una de las cosas en las que coincidimos plenamente. Cualquier humano, como producto de vuestra natural vanidad y alta arrogancia, podrá pensar que él es casi perfecto en su conducta y proceder. De acuerdo, en el supuesto que eso se pudiera dar (que no se da), los humanos no son seres aislados sino “sociables”. Es decir, es una obviedad pero me lo vais a permitir, vivimos, humanos y duendes, rodeados y en continuo contacto con otros seres. Así, ese perfecto humano que rompe la regla, no podrá evitar discutir con un hermano por una herencia, que un hijo tenga un accidente inesperado, que otra hija se separe de su marido, que su jefe sea un mediocre y un autoritario (combinación explosiva), que su suegra…, y así hasta el infinito imaginable; serán los demás los que le fallen, pero problemas al fin y al cabo, ¿no? Conclusión: para la mayoría de los seres, la vida es más una carrera de obstáculos que otra cosa y, lamentablemente, algunos muy altos. Pero la sabia naturaleza (o la divina providencia, lo que se prefiera) ha dotado a los seres humanos y a los duendes de un remedio amortiguador y sencillo, exclusivo e identificador de la especie, que algunos le llaman el sexto sentido, y que les permite ir llevando la vida de forma más agradable, de reacciones inmediatas y muy reparadoras: El humor.
Pienso que en esta vida nos vamos topando con personajes de todo tipo: Hadas y magos, reyes y obispos, políticos, deportistas, actores y actrices, músicos y cantantes, famosos y famosetes, y así un largo etcétera; pues bien, creo que el colectivo profesional que más cariño y más duraderas simpatías ha mantenido en el recuerdo de este duende ha sido el de las personas que me han hecho reír o sonreír (“la risa es un resplandor del alma”, pensamiento griego): los Cómicos (con mayúsculas). Venga, ser sinceros, por su simpatía y proximidad, por su honesto trabajo y su ingenio inolvidable, quién de vosotros se atreve a hablar mal o no recuerda con cariño a Charlot, a el Gordo y el Flaco, Buster Keaton, Harold Lloyd, Los hermanos Marx, Cantinflas, Peter Sellers, Jerry Lewis, Louis de Funès, Woody Allen, José Isbert, Miguel gila, Tony Leblanc, José Mota y tantos otros que harían esta lista interminable. Si alguien se atreve a faltarles el respeto o a ningunearlos, si se atreve alguien a tanto, no lo dudéis ni un segundo, ¡Tirar de inmediato de la taberna a semejante necio ingrato!
El humor, bueno, las personas con humor, nos ayudan a llevar la vida y nos han aliviado, aun por breve espacio de tiempo, en momentos tristes y lamentables. Un mal día, uno de tantos, en la oficina, en la fábrica, en la carretera, en fin, en cualquiera circunstancia infeliz de las muchas cotidianas que se suelen presentar sin avisar, de esas que nos cambian el humor y la cara, tirando a cara de perro y, de pronto, oyes en la radio a Woody Allen sentenciar: “Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo no gozo de buena salud”. Bueno, ya está, vaya salida del jodido Woody, pero el día ya te parece un poco mejor, ¿no?, al menos ya has tenido tu ración cotidiana de sonrisas, y todo gracias al ingenio de ese pequeño y querido gafapasta neoyorquino.
Os quisiera recomendar algunos libros de buen humor: El enfermo imaginario, de Molière (1622-1673), Cuentos sin pluma, de Woody Allen o cualquiera del gran Tom Sharpe, por ejemplo, Reunión Tumultuosa. Los libros de este último autor no son de “fino humor”, contienen muchos sarcasmos e ironías lacerantes para la sociedad y las clases sociales pero, eso sí, os garantizo que con su lectura obtendréis muchas inevitables y espontáneas carcajadas saludables.
En cuanto al cine, hay mucho y sería imposible mencionar todas y cada una de las películas que nos han hecho reír de buena manera, así que me iré por los tópicos más conocidos (confiando de que para alguno de vosotros no sean tan tópicos). Empezaremos por el principio. No os perdáis algunas de las películas de El Gordo y el flaco, Buster keaton, Charlot o los hermanos Marx, estas películas en blanco y negro, y algunas mudas, destilan buen humor en su más pura esencia. Y ya algo más actuales pero igualmente imprescindibles, Con faldas y a lo loco (1959), de Billy Wilder; El profesor chiflado (1963), de Jerry Lewis; El mundo está loco, loco, loco (1963), de Stanley kramer; Golfus de Roma (1966), de Richard Lester, con la última aparición del mítico Buster keaton; El guateque (1968), de Blake Edwards, con el magnífico Peter Sellers; Toma el dinero y corre (1969), de Woody Allen; o ¿Qué me pasa doctor? (1972), de Peter Bogdamovich. El humor en el cine español, personalmente, siempre me ha parecido en general bastante más zafio y pueril, pero yo salvaría las ironías que se gastaba Berlanga en sus películas, el inteligente y cínico humor de Fernando Colomo, y algunas de las clásicas por sus grandes actores cómicos, por esto yo recomendaría Atraco a las tres (1962), de José María Forqué (1923-1995); Bienvenido Mister Marshall (1953) y La Vaquilla (1985), de Luis García Berlanga (1921-2010); Bajarse al Moro (1989) de Fernando Colomo; y, por la calidad de los actores más que otra cosa, alguna de las películas de los inolvidables y queridos José Isbert (1886-1966) y Tony Leblanc (1922-2012). En fin, seguro que me olvido de muchas y muy buenas películas de humor, pero esto sólo pretender ser una muestra de mis sencillos y muy personales gustos (espero que haya alguien que coincida un poquito conmigo, vamos).
Bueno, y ahora ya le toca el turno a nuestras postales de humor gráfico. Olvidaros por unos minutos del trajín diario y de los problemas inmediatos, dejarlos para mañana y mirar con simpatía estas bellas tarjetas postales. Ahí van unas cuantas seleccionadas que espero os gusten y os saquen alguna sonrisa, pues esa es nuestra sencilla y única intención, haceros pasar un “ratico” simpático y agradable que en estos tiempo grises nunca viene mal, pues como decía el gran Charlot…
“A fin de cuentas, todo es un chiste”. Charles Chaplin.
- Enamorado de Salamanca.
- Quita, quita, como no te apartes tú.
- Desamor de Pipiolo.
- Marino enamoradizo.
- Brisa de Alicante.
- Chicarrón del norte.
- Tropa cervecera.
- ¡Ay! Estas chicas modernas.
- Quien tonto va a la guerra, tonto vuelve de ella.