LA TARJETA POSTAL: HUMOR FINO (II).

Hola a todos. Hoy pretendemos, con una nueva entrega de tarjetas postales y desde nuestro bienintencionado Scriptorium, insuflar de nuevo un poco de optimismo y buen humor que, dado los tiempos que corren, buena falta nos hace, y deseamos dedicar esta entrega a dos grandísimos cómicos españoles muy queridos, admirados, recordados y añorados.

LA TARJETA POSTAL: HUMOR FINO (II).  

“La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son”. Winston Churchill (1874-1965). Político Británico.  

Tony Leblanc y Miguel Gila.

Tony Leblanc y Miguel Gila.

La vida, en general, es bastante dura y difícil para el común de los mortales. Esto lo sabe bien todo el mundo. En el conocimiento común de los seres humanos (y de los duendes) se sabe que no hay nunca necesidad de buscarse problemas ni dificultades… ¡ya vienen ellas solas! Pero, claro, luego está la forma de afrontar esos problemas y esas dificultades de cada una de las personas, según sus caracteres y personalidades propias. Dentro de la inmensa heterogeneidad y diferenciación de temperamentos y personalidades están los pesimistas, grises, cenizos y dañinos y, en la acera de enfrente, los optimistas, alegres, decididos y benefactores. A dos de estos últimos deseamos dedicar nuestro artículo de hoy, a dos buenas personas y mejores cómicos, maestros de maestros, a los responsables de habernos hecho pasar tantos y tan buenos ratos de benefactoras risas y sencilla felicidad (y, como es muy normal en esta profesión de cómicos, en muchas de esas ocasiones realizando un personal esfuerzo por ocultándonos sus tristezas o bajones anímicos personales). En fin, se pretende ofrecer un modesto homenaje al recuerdo de los muy añorados, admirados y queridos Don Tony Leblanc y Don Miguel Gila. Y lo haremos con una serie de postales cómicas que, estamos seguros, se ajustaría mucho a sus personalidades y gustos, postales que les harían sacar sus mejores y más sinceras sonrisas (bueno, imaginamos, esperamos y confiamos observar una feliz sonrisa en nuestros admirados cómicos patrios y en otros muchos de nuestros amigos lectores). Allí donde estéis ahora mismo, en muestra de nuestro sincero agradecimiento y cariño, va por vosotros queridos cómicos.

¡Auténticos turistas!

¡Auténticos turistas!

Que en esta vida hay personas pesimistas y gente agria, más notorias y destacadas que un camión tráiler, es una verdad incuestionable (aunque, ciertamente, en todas las ocasiones, estos juicios personales sean muy subjetivos: cada uno podrá opinar lo que desee, por supuesto). Pero los hay que, cuando te los ves venir de frente, te cambias de inmediato de acera y te haces el sueco, porque su encuentro te es menos deseado que un control de alcoholemia en una despedida de solteros, vamos. Son esas personas que siempre ven la botella medio vacía, que los asocias con lo gris, interesado y retorcido, que siempre están peor de salud que el muerto del velatorio, hipocondríacos, que sólo saben hablar de sí mismos y de sus innumerables problemas sin solución, que nunca no dan nada por nada. En suma, son personas que siempre están a la defensiva y no transmiten sentimientos positivos, personalidades que continuamente exhuman de su interior un halo de negatividad, inseguridad e infelicidad.

Ya se sabe: si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo.

Ya se sabe: si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo.

Y como soy un duende libre, socialista y algo irreverente, pues eso, me voy a mojar y diré algunas personalidades que me resultan muy antipáticas y personalmente desaconsejables. El pesimista piensa en la bancarrota, en que el mundo es una jungla salvaje, que las personas son lobos y o devoras o eres devorado, que la educación no puede llegar a todos por igual porque siempre ha habido clases, que sobran becas y estudiantes, que lo privado siempre es mejor que lo público por pragmático y rentable, que la sanidad no puede atender a todos, que el capital, la rentabilidad y el banquero son antes que las personas, que España es un país pequeño y sobran muchos jóvenes, el alma gris piensa en el Nacional Catolicismo, en el pecado original y en la nota de religión. El pesimista piensa en Francisco Franco, George W. Bush, en Tony Blair, José María Aznar, Alberto Ruiz Gallardón (los Cruzados del siglo XXI), piensa en Rodrigo Rato, Miguel Blesa, Luis Bárcenas, en María Dolores de Cospedal (porque yo lo valgo), Esperanza Aguirre, Ana Botella. El ceniciento y pesimista patológico piensa en… ¡José Ignacio Wert, Carlos Fabra o Mariano Rajoy!

Reduciendo factores de riesgo.

Reduciendo factores de riesgo.

En el lado contrario están esas otras personas, esos otros espíritus optimistas, benefactores y encomiables. El que piensa que la botella está medio llena, que no hay problema sin solución, que no hay que rendirse nunca, que te dan su apoyo y ánimo sin pedir nada a cambio. Optimistas que piensas que en esta España nuestra cabemos todos, los estudiantes de todos los grados, que faltan becas, los jóvenes licenciados o los técnicos investigadores, los enfermos graves, las medicinas necesarias, las ayudas a los dependientes, las mujeres con dignidad y autodeterminación, la hermandad entre regiones, el federalismo integrador, la tolerancia religiosa, etc. En suma, son personas positivas, válidas, alegres y revitalizantes, son amigos de verdad y de la verdad, siempre con buenas intenciones y mejor actitud humana y vital.

Un futuro prometedor para el campesino español.

Un futuro prometedor para el campesino español.

El optimista te da siempre ánimos y te dará también, en todo momento, oportunidad y lugar, ante los problemas y adversidades… ¡buen humor! Los optimistas suelen pensar e identificarse con personas más positivas, bondadosas y altruistas, con valores humanos más universales y generosos, en Federico García Lorca, Antonio Machado o Miguel Hernández, en Manuel Azaña, Marcelino Camacho, Enrique Tierno Galván, en Ángel Gabilondo, en espíritus íntegros del tipo de Iñaki Gabilondo, Miguel Delibes, José Luis Sampedro, José Saramago, El Roto o, incluso, en Forges (espero que los Marianicos me cojan la guasa), piensan en Ana Belén, María del Mar Bonet, Juan Manuel Serrat o Miguel Ríos, en Tip y Coll o en José Mota. Los optimistas incorregibles y todas las buenas personas piensan en… ¡Tony Leblanc y Miguel gila! ¡Va por vosotros maestros del humor español, magos hacedores de higiénica risa!

“En la vida hay tres clases de personas: las que saben contar y las que no”. Homer Simpson. Estadounidense, empleado de central nuclear y reconocido lumbreras hepático.

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