Hola a todos.
De nuevo un post de nuestro buen amigo Breixo Abréu desde Costa da Morte. Espero que os guste.
Hoy queremos hacer uso de nuestra imaginación y realizar una reflexión personal, atrevida pero siempre constructiva, sobre el Himno de la Armada Española.
MEDITACIONES DE HIPOCAMPO: Himno de la Armada Española. Un himno trasnochado.
Himno de la Armada Española.
Letra: José María Pemán (1897-1981).
Música: Germán Álvarez Beigbeder
Soplen serenas las brisas
ruja amenazas la ola,
mi gallardía española
se corona de sonrisas.
Por ti, Patria, por ti sola
mi vida a los mares di,
por ti al peligro ofrecí
mis obras y pensamientos
¡en la Rosa de los Vientos
me crucifico por ti!
Por tu sagrada presencia
que nada turba ni empaña,
tiene sus horas la hazaña
y sus horas la obediencia.
El imperio a España vendrá
por los caminos del mar.
Hay que morir o triunfar,
que nos enseña la Historia
en Lepanto la Victoria
y la muerte en Trafalgar.
Soñando victorias, diciendo cantares,
marinos de España crucemos los mares,
delante, la gloria, la leyenda en pos,
debajo las voces de nuestros caídos,
y arriba el mandato de España y de Dios.
De España y de Dios, de España y de Dios.

Soplen serenas las brisas, ruja amenazas la ola… (este primer cuarteto está bastante bien).
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Bueno, en primer lugar una advertencia. No quisiera que nadie se me moleste y enfade por lo que voy a decir a continuación. Lo que voy a decir lo hago ejerciendo mi derecho a la libertad de expresión, de la que se disfruta en todo estado de derecho y libertad democrática, siempre desde el más riguroso respeto por el Himno y por cualquier otra opinión diferente a la mía, e intentando guarda la debida e imprescindible educación y mesura, faltaría más, pero desde la sinceridad más rigurosa y personal. Mi única intención es abrir una corriente de opinión constructiva y racional pues, ciertamente, creo que la cuestión y los tiempos lo requieren. Vamos allá.

Uniformes de Marina: Elegancia y distinción.
Los ejércitos y la Marina de cualquier país hoy día no son ni por asomo lo que eran hace tan solo un siglo o poco más. Hoy, ambos estamentos son “máquinas perfectas y precisas de defensa” muy técnicas y modernamente organizadas (algunos dirán, sin tanto disimulado eufemismo, y llegado el caso, máquinas de matar, pues eso se hace en las guerras). Por todo, por sus armas, sus tecnologías, por sus muy preparados oficiales, suboficiales y soldados o marinos, la Marina y los ejércitos en general del siglo XXI han dejado casi radicalmente de lado aquel carácter de apariencias elegantes y desfiles pomposos. Hoy se precisa igualmente del valor personal, la obediencia al mando o también de una cierta identidad patriótica (anquen esto último con ciertos matices, pues el mundo está hoy plagado de ejércitos de terroristas o mercenarios profesionales que acuden allí dónde se les paga y nunca por motivos patrióticos, vamos), identidad ésta que insufla en la tropa, dado el caso, los ánimos y el valor necesario que propicia las acciones arrojadas y heroicas, pues en todo ejercito o Marina, estas virtudes castrenses siempre estarán presente en su ADN de identidad. Pero, como hemos dicho, hace tan sólo un siglo, o un poco más, los ejércitos llevaban al frente a sus soldados y marinos con uniformes pomposos, multicolores, llamativos, recargados de chapas y flecos dorados; todo era exagerado, todo se vanagloriaba de brillo, esplendor y un cierto orgullo arrogante y hasta un poco chulesco. Y, hoy día, todavía queda algo de aquella opereta y pomposidad en los ejércitos y Marinas del mundo: en tiempos de paz quedan los vanidosos desfiles, quedan los uniformes de gala, quedan las masivas e invasivas condecoraciones en el pecho y quedan también… ¡los himnos exagerados y trasnochados!

D. José María Pemán.
El Himno de la Armada Española fue compuesto por Don José María Pemán (1897-1981), escritor español que se caracterizó por su marcado radicalismo católico y su incuestionable posición política, conservadora y reaccionaria. Personaje histórico que fue incondicional de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, enemigo declarado de la Segunda República Española, participante convencido del alzamiento militar del general Francisco Franco y, en la posterior posguerra, defensor a ultranza y militante del “glorioso” Movimiento Nacional, para terminar sus días como un monárquico convencido y defensor de la nueva restauración borbónica. Este preámbulo y presentación del letrista nacional ya nos sitúa en la génesis patriótica de la rima de estos versos encendidos y trasnochados y que todavía son cantados en la actualidad, pero, eso sí, por voces democráticas. Trasnochados, sí. Es decir, en la modesta opinión de este viejo marino, este himno está desfasado y anticuado, más pasado de su tiempo que la mili con lanza o un Danone de Manuel Azaña, vamos.

Alta tecnología e instrumentos de precisión: estación de radar.
La Armada Española de nuestros días, cuerpo de Marina de una España con más de cuarenta años de democracia, se nutre de un conjunto de jóvenes que proceden de un ciclo formativo y educativo muy avanzado, moderno y democrático. Los reclutas que se enrolan en la Armada y fuerzas armadas proceden de una heterogeneidad cultural y social muy acentuada, pero a los que se les exige un muy alto y técnico nivel de instrucción. Estas nuevas marinerías, profesionales todas ellas ya, serán destinadas al manejo y/o a labores profesionales en moderno buques de la Armada, modernos submarinos o aeronaves muy sofisticadas, tropas de muy alta especialización y coste de formación, operadores de instrumentos con todo tipo de avances tecnológicos punteros: radar, sonar, computadoras y otras varias instrumentalizaciones técnicas y tácticas de alto nivel; creo que me explico y se entiende lo que quiero decir, vamos. Pues bien, que nuestra Armada nacional les obligue (si no en todos los casos, claro, sí serán muchos de ellos lo que lo sientan de esta lamentable manera esta coral impuesta) y les exija cantar a voz en alto, en la explanada de la escuela naval de turno o en cualquier otro lugar público, este anticuado himno es algo inconcebible e improcedente y no ayuda en nada al buen nombre de una Armada moderna y enormemente preparada. Que un himno siempre sobrecoge y emociona al personal, vale, sí, sin duda. Pero es que un coro de voces varoniles bien ensayado sobrecoge y emociona aunque cantarán la pachanga de Tengo un tractor amarillo. Y hoy hablamos de otra cosa muy distinta. Veamos.
¡En la Rosa de los Vientos / me crucifico por ti! ¡Por Dios, qué tétrico!, ¿no? Estas estrofas tan graves y de tales sacrificios parecen, no de un siglo atrás, sino de mucho más tiempo. Estas exageraciones me parecen que carecen de toda poesía y elegancia, y hasta son un poco irreverentes y mal sonantes. En mi modesta opinión son hoy día muy lamentables y hasta de un gusto estético muy discutible.

Valor español. Otras épocas, otras armas.
El imperio a España vendrá / por los caminos del mar. Tanta presunción y arrogancia patriótica está de sobra en la España de hoy día, mucho más humilde y realista y mucho menos pretenciosa y codiciosa, y, sobre todo, sobran en un mundo más hermanado, global y cercano. Que alguien le diga a las altas autoridades militares de la Marina Española (o a quién corresponda) que en los tiempos que corren sólo hay dos imperios reales en el mundo: el Imperio norteamericano del dólar, y ese otro imperio más mediático, increíble y asombroso, el Imperio Galáctico del Mal de la serie Star Wars. Creo que ya es hora que la marina española deje de cantar a grito pelado ridiculeces de este calado (e insisto en mi respeto máximo por el himno actual, pero es lo que nos parece y pensamos muchos en este país, y me he propuesto ser sincero y concreto, no encontrando ahora mismo otra palabra que refleje mejor mi opinión). Hay que comprender y entender que en el mundo actual sobran todos los imperios patrios de cualquier tipo, sobran los nacionalismos devoradores y totalitarios. Y, gracias a Dios, si algo viene por el mar a nuestro país, hoy día y también esperamos que en el mañana, no será un nuevo imperio dominador y explotador sino unos cuantos y modernos trasatlánticos cargados con miles de contentos y felices turistas, en busca de sol y playa, siesta y alegría de fiesta, en busca del buen saber vivir y compartir del carácter generosos de los españoles.

Valor: se le supone. Otro tiempo, otras armas.
Hay que morir o triunfar, / que nos enseña la Historia... Otro exceso de heroicidad que ya no exigen los conflictos actuales ni los ejércitos de hoy día. Todo militar o marino de la Armada sabe que el valor de la tropa o marinería es un factor importante pero, por desgracia (por que la muerte guerrera es hoy mucho más generalizada, masiva e impersonal), es siempre muy relativo hoy día. Las armas disponibles en la actualidad por los ejércitos modernos son armas de una destrucción atroz y total. Un simple botón, un misil, un objetivo y un instante fugaz, y ya desaparece bajo las aguas un buque completo y toda su tripulación, o todo un frente de batalla, cientos o miles de soldados o marinos que en un insignificante segundo ya no están en este mundo y que no se han enterado de nada, ni de dónde procedía el destructivo ataque, y mucho menos se les ha dado alguna remota opción de demostrar su valor y gallardía. Las lecciones de historia en esta material bélica, de nuevo por desgracia, ya no sirve de nada ni para nada. Mantener unos versos como estos resulta cínico y, con todos mis respetos, hasta un poco cómico, creo yo.

El Nacional Catolicismo (punto de vista republicano).
Y arriba el mandato de España y de Dios. El país de Francisco Franco, sin ninguna duda, era la España de los cuarenta años del Nacional Catolicismo. Sí, cierto. Pero nuestra España de hoy es muy distinta. Es la España democrática, laica, de un carácter que nos parece más abierto y tolerante, más joven y más emprendedor, europea, multicultural y multirracial. Es, se acepte o no, un país multiespiritual. A nuestros ejércitos y marina acuden jóvenes católicos, sí, claro, pero también de otras varias creencias: protestantes, musulmanes, ateos, agnósticos y ¡hasta budista! Creo que lo que procede son himnos laicos, que canten a la patria, al valor, a la libertad, al honor, o yo qué sé, a cualquieras otras cuestiones más tangibles y reales, pero a un Dios único y católico, creo sinceramente, que no procede en los tiempos actuales. El laicismo racional y respetuoso, tolerante y democrático, tiene que volver a imperar de manera clara en los ejércitos y en las Marinas, como lo va haciendo poco a poco en todos los gobiernos modernos.

Puente de mando de la época de este himno actual.
Concluyendo. Creo humildemente y con sinceridad que urge cambiar y modernizar ya el himno de la Armada Española. Es apremiante modernizarlo y sustituirlo por uno nuevo más actual y que se ajuste mucho más al verdadero espíritu de nuestra moderna Marina y de nuestros jóvenes y muy preparados oficiales y marineros. La autoridad competente y responsable que corresponda, el Ministerio de Defensa o la Capitanía General de la Marina, debería ya mismo replantearse el encargar a algún compositor de talla reconocida un himno renovado y más moderno. Un nuevo himno que, manteniendo las cosas buenas de siempre, intente recoger con su letra lo mejor del espíritu castrense de los ejércitos españoles de hoy día, como la lealtad a la corona (y os recuerdo que este viejo marino es un republicano de corazón. Pero éste es otro tema que hoy no toca), la bandera, el valor, la obediencia, el amor a la Patria (pero a una patria menos totalitaria y unitaria, más plural y tolerante, más federal y hermanada, y, desde luego, mucho menos egocéntrica y presuntuosa), expulsando así a los viejos conceptos ya desfasados y obsoletos e introduciendo unos nuevos más acordes con nuestra España de hoy y con las modernas fuerzas armadas, como podrían ser la democracia, el laicismo, la pluralidad, la libertad o la hermandad de todos los peninsulares en un proyecto de país común y respetado, etc.

La evolución de las especies: Fragatas del mañana.
Cuidando estos pequeños detalles, como es un himno cantado y sentido, creo que también se moderniza y honra a la Marina y a los ejércitos. De hecho, estoy convencido, un mejorado y moderno himno sería algo digno de mostrar, de lucir, en España y en el extranjero, algo de lo que de verdad sentirse orgullosos, sería una buena prueba de esa contemporaneidad de nuestro país y de nuestras fuerzas armadas. Sería en suma un gesto acertado de modernidad y adaptación racional a los nuevos tiempos del siglo XXI. Otra cosa, como es el mantener por mucho tiempo ese viejo himno actual, tan extremista y desfasado, creo que sería un enorme error castrense e institucional que no hará ningún bien a la Armada Española. Obcecarse con nuestra historia inmediata y no reconocer lo necesario de borrar símbolos y signos pomposos y disgregadores, aunque sea en la letra de un viejo himno, no es lo más razonable. Todo lo dicho hasta ahora lo manifiesto con la esperanza de ser leído por mentes abiertas y tolerantes pero, como de todo hay en la viña del Señor, seguro que daré con algún intransigente y reaccionario conservador que se sienta ofendido. Pues bien, si se da el caso de esto último, por favor, que nadie me salga ahora con otro tipo de patriotismo que no sea uno más moderno, dialogante, racional y democrático. Pues si alguien se molesta y se me rebota por lo aquí expuesto y basándose en ese otro tipo de amor patrio tan carca y alterado, lleno de soflamas y tópicos vacíos, del tipo de España Una y Grande, Non plus Ultra, etc., no le quedará otra a este viejo marino que abandonar su pretendida mesura y tolerancia y rebotarse de igual forma para terminar este artículo recordando una conocida frase, que da mucho para una profunda reflexión, y que fue pronunciada por la primera dama de Argentina Evita Perón…
“La Patria no es patrimonio de ninguna fuerza. La Patria es el pueblo y nada puede sobreponerse al pueblo sin que corran peligro la libertad y la justicia. Las fuerzas armadas sirven a la Patria sirviendo al pueblo”. Eva Perón (1919-1952). Actriz y política argentina.

Cuidar de los pequeños detalles de la Armada Española es honrar su historia y asegurar esplendor al mañana.